Siempre hubo jugadores de otra época. Jugadores que invitaban a la comparación con sus antepasados futbolísticos. El nuevo Maradona, el nuevo Riquelme, el nuevo Sívori, el nuevo Perfumo... Cada tiempo tuvo su versión contemporánea de los ídolos de antaño y, desde hace unos días, a esa larga lista se podría agregar un nuevo nombre. El de Macarena Sánchez. Pero no por sus probadas cualidades dentro del campo de juego –cuatro veces campeona del torneo argentino, por ejemplo–, sino por sus condiciones de trabajo, dignas de otra época. Más específicamente, de los años ‘30, cuando el amateurismo “marrón” reinaba en el incipiente fútbol nacional.
“Jugamos el último partido de diciembre con San Lorenzo (1-1) en lo que es la primera parte del torneo, nos fuimos cada una de vacaciones y el 5 de enero me llamó mi técnico y me dice que no iba a ser tenida en cuenta por cuestiones futbolísticas”, relata Sánchez a PáginaI12.
Tras siete años vistiendo la camiseta de UAI Urquiza, vigente campeón de la categoría, la delantera era inesperadamente desvinculada del equipo a mitad de campeonato, sobre el cierre del libro de pases y cuatro días después de un tuit que se haría indesligable de lo luego acontecido. “Un 2019 nacional, popular, democrático y feminista. Qué el fútbol femenino sea profesional y el aborto sea lega, carajo”, era el deseo de la jugadora (y de muchas otras) para recibir el año nuevo.
Con la imposibilidad de conseguir trabajo hasta dentro de seis meses (con el inicio de un nuevo campeonato), la jugadora santafesina procedió a iniciarle acciones legales al club, en busca de reconocimiento por los años trabajados, dando el puntapié para la profesionalización de un deporte amateur a la hora de cobrar, pero profesional dentro del campo de juego. En un comunicado de prensa titulado “No soy más jugadora de UAI Urquiza. Acá les cuento lo sucedido”, Sánchez y su equipo de abogadas explicaron la metodología de contratación del fútbol femenino. “Las jugadoras de fútbol en Argentina son sistemáticamente vulneradas en sus derechos como trabajadoras del deporte, por la simple razón de ser mujeres. UAI Urquiza utiliza diversos mecanismos fraudulentos que operan como pantalla para encubrir el vínculo laboral real que se establece con la jugadora. Las mujeres futbolistas son víctimas de las mismas prácticas ilegales que buscan ocultar la profesionalización existente de la práctica deportiva, disfrazada de amateurismo”, revela el texto, donde también se señala a la AFA como una de las intimadas a cesar su “inacción” con respecto de la irregular situación de las jugadoras.
“La mayoría de nosotras percibe ingreso por viáticos en lugar de salario y, aún así, para cambiar de equipo, dependemos del acuerdo entre clubes”, cuenta a PáginaI12 Macarena, quien como el resto de las jugadoras en Argentina no tiene contrato de trabajo con el club, sino que firma una ficha de inscripción a inicio de cada torneo. “Mi futuro en el fútbol lo veo complicado. Lógicamente, porque estoy haciendo una demanda en la AFA y los que están sentados en la mesa de fútbol femenino son los mismos delegados y dirigentes de los clubes. No creo que quieran contratar a una jugadora que presenta una demanda por estos temas”, explica Sánchez, que también estudia Trabajo Social en la UBA.
Y razón no le falta. En 1931, aquella huelga de varones que logró la libertad de acción para cambiar de club y dio origen a la profesionalización de la versión masculina de este deporte fue liderada por jugadores que sacrificaron sus carreras en pos del bienestar de sus compañeros. El half izquierdo Juan Scursoni (Ferro) y el volante Pablo Bartolucci (también conocido por popularizar la “palomita” con la camiseta de Huracán), fueron algunos de los catalogados por la prensa de la época como “anarquistas”, lo que les dificultó seguir adelante con sus carreras. Sánchez también sabe de rótulos, pero los pone ella misma. “El fútbol será feminista, disidente y profesional”, aclama. “Va dentro del contexto de naturalización en los últimos tiempos de un fútbol contaminado de violencia, manoseado al ser hecho negocio. Hay que darle una nueva identidad al fútbol, diferente de lo que estamos acostumbrados, a ser una herramienta más del patriarcado”, agrega.
Hasta ahora, su reclamo recolectó diversas repercusiones. Desde un sinfín de apoyos –entre los que se destacaron muchas jugadoras de fama internacional y el de Juan Pablo Sorín, ex futbolista de la Selección–, hasta la renuncia en la AFA de quien presidía la Comisión de Fútbol Femenino, Ricardo Pinela, quien además es vicepresidente de UAI Urquiza. Pero la más importante quizá sea la visibilización de una realidad que sufren miles de jugadoras, que a partir de su denuncia empezaron a compartir las distintas experiencias de destrato que reciben en sus clubes (ver aparte). “Algún día volveré a cerrar los ojos, y echando la vista atrás, recordaré que estos años de lucha han sido los mejores de mi vida”, tuiteaba Sánchez hace unos días. La delantera multicampeona sabe que lo que está en juego vale más que cualquier festejo de gol.