Una pequeña fuente de feng shui y su sonido amansafieras conviven con discos, un piano, plantas internas y un altivo bombo legüero. El altillo que cobija a Paulina Fain y Exequiel Mantega se extiende hacia afuera, donde una medianera blanquísima deschava una sorpresa. “Es una pantalla de cine”, indica ella. “Se la arreglamos al vecino, porque somos fanáticos de ver películas y, desde que nació la nena, tuvimos que dejar de ir al cine”, sigue la flautista, y un proyector que anda por ahí no da lugar a mentiras. La pareja sufre de compulsión por ver películas y promete que la próxima será Funes, un gran amor, dirigida por Raúl de la Torre, cuya protagonista principal (Graciela Borges) tiene alguito que ver con lo que ambos intentan, a través del quinto Encuentro Internacional de Tango para Músicos. “La vi hace muchísimo, pero tendría que volver a verla, porque sé que algo tiene que ver con lo que hacemos”, aproxima Fain, y la comparación queda al alcance de la mano: “Las generaciones nuevas, parecido a lo que hace la Funes en esa película, están abiertas a desarrollar ideas cuando antes quedaban frente a la imposición de hacer todo ‘al estilo de’”, prosigue Mantega, compositor y pianista, días antes que comiencen las actividades abiertas al público.

En lo formal, Tango Para Músicos consta de una semana intensiva de formación (esta vez será entre los domingos 12 y 19 de febrero) en la que estudiantes, docentes y músicos se encuentran para estudiar e intercambiar conocimientos sobre las herramientas del tango. También de una serie de conciertos clausura, que tendrá como protagonistas a la Orquesta Típica Julián Peralta, el Ramiro Gallo Nuevo Quinteto, Diego Schissi, Escalandrum, el Quinteto de Agustín Guerrero y la Orquesta El Arranque, entre el 17 y el 19 de febrero en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151), además de clases de baile en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Avenida del Libertador 8151). “Lo que intentamos es que las nuevas generaciones puedan formarse y cruzarse, partiendo desde un punto de vista creativo. Estamos cambiando la forma verticalista de aprender, que en el tango era decir ‘hacelo así’ y copiar”, insiste Mantega, que acaba de publicar un disco solista llamado tal como su impronta: Solo piano. “Lo que hicimos, con una especie de reconstrucción de los elementos del lenguaje, fue decir ‘enseñemos de una manera en que la persona tenga que resolver y elegir todo lo que hay, desde el momento inicial’”, sigue Fain. 

Desde 2014, el encuentro reúne músicos no sólo argentinos y sudamericanos, sino también de Estados Unidos, Europa y Asia y, además de los conciertos y el mundial del género, se centra en una semana de formación intensiva con el tango como partida y llegada. “La idea es dar clases con docentes que tengan un material bien preparado y dispuesto por día: el primero, de marcatos en sus diferente niveles; el segundo, de staccatos, y así, pero todo con el mismo idioma. Además, se arma una cosa humana alucinante, porque almorzamos docentes y alumnos todos juntos, tomamos fernet al atardecer... Se genera una cosa diferente a la de la relación formal alumno-docente. Tiene algo que ver con el sistema Waldorf o con las ideas de Paulo Freire, si se quiere, pero adaptadas a la música”, profundiza la ex Tangata Rea y actual cabeza de Tango Sin Fin, la asociación civil sin fines de lucro que organiza el encuentro. “De las cincuenta y tres orquestas inscriptas, se seleccionarán diez, y cinco de ellas ganarán el mundial”, informa el dúo, que sobrelleva con enorme convicción este proyecto cultural independiente, por el cual ya han pasado unos quinientos músicos. “Tango Sin Fin tiene como objeto central empujar hacia lo nuevo, pero con mucho cuidado. Abriendo caminos, digamos, pero buscando un equilibrio”, sostiene Fain.

–¿Cuál fue el impulso inicial que los llevó a realizar semejante tarea?

Paulina Fain: –Viajar mucho como dúo por el interior y ver que era como una tierra con mucha necesidad de recibir información.

Exequiel Mantega: –Y como no había gente que fuera a transmitir info, venían todos aquí a Buenos Aires, hacían un esfuerzo enorme. 

P. F.: –Venían, de hecho, y decían ‘qué hago’. Y lo que hacían era tomar una clase con tal, otra con tal, estaban como perdidos... era triste.

–Y agotador, sobre todo...

P. F.: –Por eso se nos ocurrió armar un espacio contenedor y potenciador de toda esa gente que estaba queriendo aprender.

E. M.: –La idea fue generar un abanico lo más grande y colorido posible para que quien quisiera hacer el esfuerzo pueda elegir con quien hacerlo, con una oportunidad más clara y posible. 

P. F.: –Porque el tango tiene que ser algo libre... Hay que soltarlo, expandirlo, dado que hoy por hoy es distinta la manera en que se mezclan las culturas. Hay que desmitificar al tango pero para llegar a lo profundo, no a lo superfluo. Se trata de democratizar nuestra cultura con y para la gente.