“Hubo una balacera en la calle, la situación en Río de Janeiro está muy difícil”, escribe Geni Thalia por WhatsApp, y asegura que en cuanto esté más tranqui, en su casa, podrá continuar con la entrevista. Este hecho, en plena favela de la ciudad brasileña, no hace más que reflejar un estado de situación de violencia que parece bañar toda América latina. En un escenario donde resulta imperante difundir acciones concretas que desnaturalicen comportamientos nocivos hacia nuestros cuerpos y los de otrxs, Geni está en eso: es artista audiovisual y responsable de la plataforma transfeminista Desculonización, y la primera en formar parte del programa de residencias del colectivo HiedraH Club de Baile. En palabras de Ybán López Ratto, uno de sus miembros: “La necesidad de poder afianzar lazos con otras manifestaciones de arte político en este contexto nos resulta urgente”.

Desculonización es una plataforma itinerante que funciona en forma de talleres, proyecciones de videos y activismo a través del baile. “La idea es que eso se extienda a una red donde se pueda hacer asistencia a víctimas de agresión física y psicológica. Y es transfeminista porque el eje de interés es sobre cuerpos diversos que están en riesgo en la sociedad latinoamericana”, explica Geni, quien empezó con estas actividades en 2015, en México, donde cursó la maestría en conservación de acervos documentales. “El taller atraviesa varios ejes: historiografía, videos y baile funk, que es el ritmo que estoy trabajando, pero también tratamos temas de autocuidado, autodefensa, salud, bienestar psicológico y sexual.”

El juego de palabras de Desculonización viene a cuento de la intención de Geni por trabajar aspectos históricos de América latina y el Caribe, “con un especial interés por las comunidades que han habitado estos territorios, y teniendo un ojo en todo el conocimiento que viene de África, en los estudios de género y culturales, donde se empiezan a escuchar voces que fueron silenciadas históricamente”. El suyo es “un taller que trabaja no sólo en espacios de arte sino también en periferias o en cárceles, como en México, donde fue brindado en reclusorios femeniles”.

Trabajar una liberación corporal como respuesta a las secuelas del contexto político está ligado directamente con desnaturalizar cuestiones que atraviesan nuestra carne. “Somos seres cubiertos de historia en un territorio específico. Ahí entran género, raza, clase, y es justo eso lo que pasa en los espacios de fiesta, que son lugares muy potentes de pedagogía y de conspiración. Esos espacios involucran música, letras, vestimenta, son una expresión de tiempo y lugar. La fiesta en Brasil no es lo mismo que la fiesta en Argentina. Incluso en Brasil no es lo mismo en cada estado. No es lo mismo en cada barrio e incluso en cada barrio no es lo mismo dependiendo del género que toca. Entonces la gente naturaliza los cuerpos femeninos o feminizados en el sentido de ‘si la mujer está bailando significa que quiere esto o aquello’. Y ese proceso se hace a partir de romper el silencio justamente nombrando factores”.

La residencia de Geni –también DJ bajo el alias Kebra– consta de tres partes: un laboratorio de baile de seis encuentros (la inscripción es vía este formulario), un workshop de baile funk abierto a toda persona (sábado 9/2 en Munar, Pedro de Mendoza 1555, La Boca) y la primera fecha HiedraH del año, dónde Geni estará presentándose como DJ Kebra (16/2 en Beatflow).

Geni entiende como muy importante hacer un punto histórico de estos bailes, de los ritmos, de los significados que tuvieron con el correr de los tiempos. “Creo que es una manera de resistencia, ya que el plan de los gobiernos principalmente latinoamericanos es atacar el sistema educacional. Entonces cuando funcionamos como archivos vivos, estamos hablando de memoria. Es la manera de conocer y reconocer, una palabra que uso mucho en lugar de descubrir, porque las cosas están. Es otro juego con la cuestión colonial. Alguien que llega a un lugar y piensa que descubrió algo, pero eso ya existía”.