Ver los trabajos en papel del ilustrador Diego Martínez es, vaya paradoja, olvidarse del dibujo. Al menos del trazo, este muchacho parece dibujar casi siempre con cortes en papel. Ya hace más de diez años que las vidrieras de locales como el de su amiga María Lombardi, en donde dio sus primero pasos, llaman la atención de cientos de clientes. Máscaras, flores, helechos y pájaros son sólo algunas de las formas a las que este rosarino, radicado ya hace varios años en Buenos Aires, da vida en cada nuevo emprendimiento. Si bien comenzó su recorrido en el mundo de las artes visuales, habiendo hecho su primera exposición en su Rosario natal allá por 1998, pronto se dio cuenta de que los trabajos por encargo eran los que más pagaban las cuentas, algo que no sucede tanto con los trabajos artísticos, cuya venta depende siempre del capricho del coleccionista de turno.
Sentado a la mesa, con el jardín año más o menos. No podía discernir si lo que estaba haciendo era arte o no. Esa duda lo llevó a asistir a clínicas de obra como la de Diana Aizemberg, entre otras, en la que reflexionó sobre todeo esto. Ese proceso lo llevó a trabajar, por primera vez en diez años, en función de su propio dseo creativo más allá del pedido de un cliente. En este camino volvió al trazo, en los dibujos que presentó en su primera muestra individual llamada Híbridos, en la galería Granada, vemos dibujos de tamaño mediano hechos en birome de gel que conforman grupos de flores en cuya maraña se arman sutilmente cocodrilos y manos humanas.
Su primer trabajo para el teatro se dio casualmente por compartir la vida con el dramaturgo Sebastián Romero. “Siempre nos ayudamos en todo y cuando surgió en Seba esta idea de dirigir una obra que fue escribiendo muchas veces estando juntos, que yo me hiciera cargo de la escenografía se dio naturalmente.” Así es que quienes hayan presenciado el año pasado la obra teatral Amanecí muerta, transitaron por obras hechas en papel ideadas por Diego: una cortina de tiras que caían desde el techo, un bollo enorme que servía de escondite para una de las actrices, una falsa araña con falsas lámparas en un alto techo y hasta un domo que era clave para el acto final. Su Instagram bien podría llamarse “ojos con patas largas”, Diego es muy alto y no duda en poner en juego un poco de su propio arte en su propio cuerpo en el día a día: pantalones floreados y vestuario multicolor, siempre muy bien combinado, claro está.
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