Pilar vive sola en su departamento de diseño moderno y ambiente cool, pero hay algo en su actitud que contrasta con esa ligereza. Una apariencia apesadumbrada que se acentúa con la llegada de Marcos, su novio. El se muestra efusivo en sus demostraciones de cariño, pero ella lo rechaza. Que no sería tan terrible si no fuera que esa noche celebran su segundo aniversario. El asunto se complica cuando sin aviso llega Ema, la hermana de Pilar divorciada, celosa y desbordada, hablando mal de su ex, de la novia de su ex y de cómo la vuelven loca. Pero no hay nada que esté tan mal que no pueda ponerse peor y el departamentito de Pilar acabará convertido en el inesperado escenario de un pasodoble bailado de a cuatro.
Dirigida por la dupla integrada por el director y guionista Nicanor Loreti y la dramaturga Paula Manzone, Anoche es una película que detrás de los usos y costumbres de la comedia romántica de enredos esconde algunos secretos que buscan correrse de la liviandad con la que se suele asociar al género. Filmada casi por completo en una única locación y con un elenco integrado por Gimena Accardi, Benjamín Rojas, Valeria Lois y Diego Velázquez, Anoche se estrena mañana.
Adaptación de la pieza teatral homónima escrita por Manzone, la película representa una experiencia inédita para ambos directores, pareja en la vida real, en tanto los puso frente al desafío de traducir al cine un texto que en su origen fue pensado desde la dramaturgia. “Creo que no fue tan complejo, en primer lugar porque ambos conocemos bien la obra”, explica Loreti, director de películas como Diablo (2011), 27: El club de los malditos (2018) y Kryptonita (2015), basada en la popular novela de Leonardo Oyola. “Pero también porque nos dividimos las áreas: ella se encargó de dirigir a los actores y yo del trabajo con la cámara. En algunos momentos nos cruzamos un poco, pero la mayor parte del rodaje nuestros roles estuvieron bien definidos. Ella además estuvo a cargo del montaje interno de las escenas...”
–De lo coreográfico.
Nicanor Loreti: –Claro, del movimiento de los actores dentro de cada escena. Y yo trabajé la puesta de cámara en base a eso, que me simplificó mucho el laburo.
–Aún así tener que contar toda una historia casi sin salir de un departamento no parece una tarea sencilla.
N. L.: –Sobre todo en una película narrada en tiempo real y con continuidad directa, que todo el tiempo generaba una locura de ejes. Porque cuando un actor cambia de lugar también cambia su eje de mirada y te obliga a poner la cámara en otro lado. Y eso, que al ver la película pasa desapercibido, es muy difícil a la hora de filmar y conseguir que quede verosímil.
P. M.: –Además, aunque el departamento donde filmamos era grande al cuarto día ya nos parecía chico. Porque es cierto que eran sólo cuatro actores, pero estaban todo el tiempo ahí, además de los técnicos, el equipo de maquillaje, nosotros. Todos.
N. L.: –Ahí se te empieza a armar como un déjà vu, porque a la sexta vez que decís “Bueno, ahora hacemos un plano/contraplano” te sentís el director más mediocre, porque tenés la sensación de que estás usando la misma puesta que hace tres días. Y eso, que no es cierto y en realidad pasa en cualquier película, al estar limitado a una única locación se te vuelve más evidente.
–Cuando se adapta una pieza teatral al cine hay un esfuerzo para evitar la dramaturgia en pos de reconstruir el relato desde lo cinematográfico.
Paula Manzone: –Sí, todo un trabajo para “desteatralizar”.
–¿Cuáles fueron los recursos a los que apelaron para conseguirlo?
P. M.: –Creo que ya la locación nos abrió las posibilidades. Porque en el teatro el escenario se limitaba a un comedor y acá contábamos con otros espacios.
N. L.: –Un cocina, un baño, un dormitorio. Es decir que todo lo que en la obra transcurría en off, fuera de ese comedor, acá se ve.
P. M.: –Incluimos además una escena en exterior, que si bien en la obra ya existía, también ocurría fuera de escena.
N. L.: –Y todo el laburo del montaje interno, de los desplazamientos de los actores y de la cámara también ayudaron.
P. M.: –Algo muy importante son la música y la postproducción, dos cosas que no estaban en la obra y que son fundamentales para darle vida a la película.
N. L.: –Le dan mucha personalidad. Algo que habíamos hablado con Pablo Sala, que es el músico, es que no trabajara con una banda sonora típica de películas románticas. Y él construyó una que por momentos es medio experimentaloide y eso está bueno. Por mí parte en el montaje intenté que la película tuviera un ritmo pop, con mucha cantidad de planos para darle ritmo.
–También hay una estética pop muy presente en la dirección de arte.
P. M.: –El trabajo con los colores, el predominio del fucsia, el uso de los neones.
N. L.: –Eso a veces nos puso al límite de lo verosímil, pero queríamos darle ese toquecito que creemos aporta un montón. Yo le hubiera puesto más neón...
P. M.: –Por eso en los títulos de la película también está presente el neón.
N. L.: –Pero tuve miedo de que fuera demasiado.
–Parece que desde lo dramático esa utilización del color y de la luz ayuda a darle una apariencia más leve a situaciones que no dejan de ser dramáticas, aún cuando están trabajadas desde la comedia.
P. M.: –Siempre hablamos del prejuicio que hay con las comedias y algo que está bueno de Anoche es que siendo una comedia también cuenta algo más.
N. L.: –Para mí la comedia es un género tan subestimado y al mismo tiempo tan difícil de hacer, que todo lo que le puedas sumar para diferenciarla ayuda a que el espectador tampoco subestime.
P. M.: –Algo que nos pasó cuando Anoche se proyectó en el Festival de Mar del Plata es que mucha gente la fue a ver esperando que fuera más light. Como si la comedia siempre estuviera obligada a ser liviana.
N. L.: –Y está bueno que la película te pueda sorprender con ese contraste entre el color pop y cierto enrarecimiento que le agregan esas vueltas de tuerca que la llevan hacia algo un poco más “dark”.
P. M.: –Está bueno poder reírse de cosas que no son necesariamente graciosas.
N. L.: –Por eso una de nuestras referencias era Almodóvar, que en algunas películas te mete esos mega melodramas pero contados con la luz y el color de una comedia. Quisimos tomar un poquito de ese absurdo que a veces tiene el drama. Porque en la vida misma algunas cosas que nos pesan un montón en realidad son boludeces si las comparás con otros problemas, como una enfermedad terminal, que te echen del trabajo o no llegar a fin de mes. Y a veces es divertido agarrar esas cosas y tomarles un poco el pelo.
–Sin embargo, el amor es un tema menospreciado en el cine o la literatura, pero que afecta profundamente a todos. En ese sentido la película funciona como un reflejo extraño de la realidad.
P. M.: –Sí y aunque se trata de una comedia romántica, también es cierto que es perfectamente anti–romántica. Acá la fórmula del romanticismo no siempre funciona como debería, porque el amor también puede fallar.