La muerte suele ser corolario de la vida vivida, en ese sentido, quienes pudieron encontrar un sentido a sus esfuerzos, debieran contar con mejores herramientas para atravesar ese trance, que es insoslayable. Pero ¿será así? Al respecto escribe Rainer María Rilke: "Señor, concede a cada cual su propia muerte, La que sea verdaderamente salida de esta vida en la que halló el amor, la angustia y un sentido."

Carl Jung describió una vuelta a un sentimiento oceánico, de serenidad, de inclusión en el universo en aquellos ancianos que habían podido madurar en plenitud y una aceptación del fin de la vida, sin desasosiego.

En la misma dirección, Erik Erikson plantea la integración del yo como meta para el ser humano, que de no lograrlo lleva a caer en la desesperación en el final.

Pero sucede que por la angustia que implica afrontar este tema, suele postergarse, eludirse, en suma: negarse.

¿Será posible alcanzar un modo de prepararse para morir? Otro estudioso colombiano, Antonio Iriarte, escribe al respecto, en su carta antes de morir: "…De manera que aquí no hay lugar ni para la amargura ni para las despedidas, por la razón simple de que no voy a ninguna parte. Me quedo donde siempre he estado, aunque bajo alguna forma diferente.

El acto de morir, si bien, como la lluvia, es un evento común, muerte y lluvia ostentan la impronta sagrada presente en la totalidad del universo… El llover es tan común y tan sagrado como el nacer y el morir.

Llegado el momento se trata de dar el paso con pie airoso, sin temor pero con respeto, para sumergirnos solos y en silencio en el más impenetrable de los misterios."

De artistas y creadores. Y la presencia de la muerte, pone un tope y es la que hace al sentido de la existencia. La actitud ante la muerte se modifica cuando el individuo siente que puede darle valor. ¿A esa muerte qué hace valioso el tiempo? ¿Al hecho de haber estado vivo? Y ese valor, suele expresarse en las obras que se pudo plasmar.

Estuvo la conmovedora partida de mi amigo escritor. Sus amigos leían para él poesía en su final. Y él sonreía al escucharlas.

Y también relatan que Goethe escribía con el dedo en el aire mientras moría. En el que es claro que el estilo de la muerte es el estilo de la vida. "A pesar de todo, sigo teniendo esperanza. Espero con todo mi corazón que se pueda pintar en el cielo", refieren que dijo Jean-Baptiste Camille Corot.

Y Beethoven: "¡En el cielo oiré!"

Aquellos tal vez pudieron permanecer instalados en sí mismos, al menos en alguna dimensión, hasta el fin.

Tal vez así pueda interpretarse a Santiago Kovadloff cuando escribe: "Morir bien es morir a tiempo. No hay peor infierno que asistir a las exequias del propio deseo. Al funeral de nuestras pasiones. La muerte es por eso… lo que a diario nos acecha. Lo que nos esteriliza, lo que encallece la piel. La ausencia de propósito, la apatía, el desapego a los seres... Esa es la muerte que mata y no la que viene después. Por eso, imploremos que la muerte nos sorprenda sedientos todavía, ejerciendo la alegría de crear. Que nos apague cuando aún estamos encendidos."

 

* Psicóloga. 2018. Segunda parte. La primera parte fue publicada el 17/01/19.