En la historia invisible de las mujeres hay muchos ejemplos en los que los cuerpos conscientes han sido lugares de resistencia individual y colectiva frente a los tiranos. Las mujeres cuidadoras y defensoras de la vida, han extendido este rol en la obra revolucionaria, y para ello revolucionan las nociones de lo posible y de lo normal. En esa genealogía de mujeres se encuentra Sakine Cansiz, fundadora del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) y del Movimiento de Mujeres de Kurdistán, que despertó la admiración de su pueblo por la integridad con la que enfrentó a un torturador sanguinario en la prisión turca de Diyarbakir. Sakine fue asesinada seis años atrás en París, junto con sus compañeras Leyla Soylemez y Fidan Dogan. Sin embargo, su ejemplo perdura, y habla al corazón de quienes hoy, en esas mismas cárceles, vuelven a hacer de su cuerpo una trinchera, no sólo para sí mismas, sino para todo su pueblo.
Cuenta Leyla Güven que en los días vividos en la prisión de Amed, en Diyarbakir, sentía la presencia de Sakine que le hablaba, y que junto a otras compañeras y compañeros que habían vivido la prisión, la convocaba a no perder la fuerza de los ideales. Con esa compañía inició una huelga de hambre que ya lleva más de 84 días, y que continúa a pesar de que por la presión internacional Leyla fue dejada en libertad condicional.
Leyla Güven es diputada del HDP (Partido Democrático de los Pueblos). Fue alcaldesa. La apresaron el 31 de enero de 2018, por criticar la invasión turca en Afrin. Ya había estado presa en otras oportunidades por su defensa de los derechos humanos, por la denuncia de las invasiones militares del estado turco y por su lucha firme por la libertad.
El 8 de noviembre de 2018 comenzó la huelga de hambre reclamando que cese el aislamiento agravado que sufre el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán Abdullah Ocalan, detenido desde el 15 de febrero de 1999 (durante 20 años ya) en la isla de Imrali. Öcalan tiene canceladas las visitas familiares desde septiembre del 2016, y recién ahora a partir de la presión generada por la lucha de Leyla y otras presas y presos políticos, pudo visitarlo su hermano Mehmet. Tampoco lo han visto sus abogados desde el 2015. El aislamiento del líder kurdo es metáfora del aislamiento que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, impone con violencia al pueblo kurdo.
El 25 de enero de este año Leyla fue liberada con libertad condicional, en un intento de frenar la ola de indignación que se extiende en las prisiones turcas, y la solidaridad que están despertando en su pueblo y en el mundo. Son más de 250 presos y presas políticas que se han sumado a la huelga de hambre, y dan una campanada de atención para que el mundo responda. La respuesta del gobierno turco ha sido aumentar la presión, trasladarlos a celdas pequeñas o a pabellones de máximo aislamiento. A algunos no les entregan agua, sal, azúcar. Algunas de las presas y presos políticos se encuentran en cárceles tipo F, de máxima seguridad. Entre ellas está la artista y periodista Zehra Dogan, presa hace más de 18 meses por pintar la dura vida y la resistencia del pueblo kurdo.
La vida de Leyla Güven está en peligro. Lo sabe ella, pero no está dispuesta a desistir. Su gesto conmueve y duele. Es una muestra de dignidad y rebeldía que le puede costar la vida misma. Desde Estados Unidos, en una carta firmada el 16 de enero, la histórica líder de las Panteras Negras Angela Davis afirma: “Las que hemos protestado aquí en los Estados Unidos contra la expansión del complejo industrial carcelario, nos hemos sentido alentadas durante años por las valientes acciones de los prisioneros políticos kurdos, especialmente por las mujeres, que han resistido en las prisiones de tipo americano en Turquía. Ahora debemos seguir el ejemplo y la dirección de la Sra. Güven, al protestar contra el aislamiento del Sr. Ocalan, quien es reconocido como el principal negociador que representa a los kurdos en las conversaciones de paz con Turquía, y que ha declarado que la lucha por la igualdad de la mujer es fundamental para el proceso revolucionario”. Otras mujeres del mundo han expresado también su firme solidaridad. Entre ellas Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora le escribió: “Te envío un abrazo, y el compromiso de gritar aquí bien fuerte, para multiplicar tu llamado. Sé que pronto ese abrazo será real, que nos abrazaremos, y seguiremos cerca de ustedes, acompañándolas, en su lucha por la revolución de las mujeres de Kurdistán”.
Leyla Güven ha respondido los muchos mensajes de todo el continente, con una carta dirigida a las mujeres del mundo en la que expresa: “Las mujeres que resisten y luchan siempre, se convierten en símbolos: Clara Zetkin, Rosa Luxemburg, las hermanas Mirabal, Sakine Cansiz, Leyla Qasim y muchas otras mujeres se convierten en símbolos a través de su lucha. Como mujeres, somos la mitad de la población mundial. Sin embargo, todas estamos oprimidas. Cuando empezamos a luchar por nuestros derechos, somos etiquetadas como terroristas. ¡Todas las mujeres del mundo deben dar un basta al fascismo, basta a la dictadura!”. En otro párrafo señala: “Soy una mujer kurda. Mi conciencia sobre las injusticias cometidas contra las mujeres se desarrolló gracias al Sr. Abdullah Ocalan. Es a través de la importancia de la lucha que el Sr. Ocalan puso sobre la libertad y la camaradería de las mujeres, que millones de mujeres han desarrollado una gran fuerza de voluntad. Las mujeres han experimentado un despertar. Y yo soy una de estas mujeres. Aprendí a estar en paz con mi género, a luchar contra la mentalidad patriarcal, y aprendí a ser feminista. Al enterarme por el Sr. Ocalan de que una sociedad sólo será libre cuando las mujeres sean libres, durante muchos años he llevado a cabo una lucha por la libertad de la mujer y continuaré haciéndolo”.
La hija de Leyla Güven, Sabiha Temizkan, acompaña a su madre, y a pesar de la angustia que le provoca su debilidad física, sabe que tiene una enorme fuerza, y que esta acción tiene como objetivo la paz para su pueblo. La revolución de las mujeres de Kurdistán está escribiendo con el gesto de Leyla una nueva página en la que los valores de la solidaridad, la libertad, la dignidad, valen más que el poder de las armas y de las prisiones. Leyla ha abierto las puertas de la cárcel con su ejemplo, pero no se trata de escucharla con admiración. La condición para que su grito logre el objetivo, es que más voces, más cuerpos, más conciencias, más corazones, impregnen el horizonte de múltiples rebeldías. Necesitamos que Leyla viva, y que viva en la Revolución de las Mujeres de Kurdistán.