En Francia, comenzó a regir la prohibición de que los locales de comida y hoteles ofrezcan a sus clientes la posibilidad de servirse cuantas “bebidas azucaradas” deseen, una medida que afecta a gaseosas y refrescos sin gas. La nueva regulación, que entró en vigencia a partir de su publicación en un decreto, forma parte de una ley de Salud Pública sancionada en enero del año pasado y procura contribuir a la lucha contra la obesidad y la diabetes, algo para lo cual el Estado francés en 2012 ya había establecido los impuestos a esas bebidas.
La prohibición alcanza a “los refrescos con y sin gas aromatizados, los concentrados como los siropes de fruta, los refrescos a base de agua, leche, cereales, verduras y frutas, las bebidas deportivas y energéticas y los néctares de frutas, hortalizas y similares, ya que contienen azúcares añadidos o edulcorantes artificiales”. La medida afecta, por eso, a establecimientos gastronómicos abiertos al público en general y también a los restaurantes de empresas, hoteles y clubes.
La entrada en vigencia había sido anunciada hace un año, por lo que en muchos restaurantes de comida rápida o similares –como los de las sucursales de Ikea– desde hacía meses había comenzado la retirada progresiva de los expendedores de gaseosas a los que los clientes podían acceder cuantas veces quisieran. En otros, en cambio, como la cadena de comida rápida Quick, la retirada fue sobre la fecha, en parte debido al acuerdo que la cadena sostenía con Pepsi, y con el que procuraba acercar más público joven, en un intento de competencia con McDonald’s y KFC. Los expendedores de gaseosas con libre acceso, de todos modos, no se generalizaron en todos los locales de comidas.
En octubre del año pasado, el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica en Francia (Inserm) dio a conocer un estudio según el cual aproximadamente la mitad de la población francesa sufre de sobrepeso, mientras que más del 15 por ciento es obesa. En 2015, en Francia el consumo de gaseosas y refrescos azucarados rondó los 65,6 litros en promedio per capita al año, mientras que los británicos consumieron más de 105 litros.
El combate contra la obesidad, el sobrepeso y las enfermedades derivadas de ellas es uno de los objetivos del Estado francés en los últimos años. La semana pasada, la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medio Ambiente y el Trabajo presentó los resultados de la actualización de las recomendaciones nutricionales del Programa Nacional de Nutrición Salud, que complementa medidas como las que desalientan el consumo de bebidas azucaradas.
Las recomendaciones se basaron en investigaciones científicas de la última década, y en dar consejos para cubrir las necesidades nutricionales –en primera instancia, de la población adulta; luego se sumarán trabajos similares para niños, embarazadas y adultos mayores– y prevenir los riesgos de enfermedades crónicas vinculadas a determinados alimentos, lo que también implica evitar alimentos que, en su cadena de producción, hayan sido afectados por pesticidas. La investigación, además, aconsejó no consumir más de un vaso de bebidas azucarada por día.
Las recomendaciones incluyeron el consejo de disminuir el consumo de carnes rojas (no más de 500 gramos semanales) y el de “disminuir considerablemente” el de embutidos (no más de 25 gramos por día). El riesgo de enfermedades crónicas, aseguró el organismo francés, es directamente proporcional al incremento de esas cantidades: entre 10 y 20 por ciento por cada 100 gramos extras de carne al día y el 50 por ciento por cada 50 gramos de embutidos.