“Lo que pasa es quizás estamos mucho más influenciados por el cine berreta que por la música rock”, explica Martín Cajales, bajista y apoderado de Gente Conversando, mientras se toma una cerveza en un bar de Boedo, centro neurálgico de la banda. “Quizás, lo que intentamos es sacarnos un poco de encima la idea del formato de una banda de rock tradicional” confiesa. Todo esto, para explicar por qué el nuevo material que se podrá escuchar de la banda –que acaba de sacar un celebrado EP llamado Los nuevos ídolos de la juventud– es una canción improvisada de diez minutos y grabada de aire en la sala de ensayo, en vez de una nueva apuesta por un largo de estudio como la mayoría podría esperarse de ellos. Gente Conversando es una banda tradicional en muy pocos sentidos y para quienes estamos acostumbrados a la solemnidad discreta y reverberante de la música independiente local, o incluso, amamos seguir insistemente a una banda pequeña en su ascenso mientras aprende a tocar en vivo, encontrarse con ellos de golpe puede ser una experiencia tan poderosa como desconcertante: una patada de histrionismo irónico y rococó, ante la sencilla calidez del indie local.
En el escenario, Martín Cajales, junto a Detective Juan, Martín Sucari, Abelardo El Pollo y Guillermo Masse tienen vestuario, visuales y escenografía. Es una banda collage que apuesta más por una reinterpretación new wave, bailable, concienzuda y kitsch, que por el pop de guitarras flotante y confesional. La pandilla aparece en escena de traje y anteojos oscuros, sorteando una lata de arvejas en vivo entre los asistentes, repartiendo sobras de Navidad o, incluso, bajándose del escenario para comerse un pedazo de pizza en medio del show. Se mueven con una vibra desconcertante entre el humor de Andy Kaufman y Daniel Melero, o la tragedia de un espástico Ian Curtis argentino que come ravioles y se inclina por la performance. La propuesta de Gente Conversando es que cada presentación en vivo sea una experiencia única e irrepetible, pensada como un espectáculo, no solo como la exhibición de una sala de ensayo, nada de romanticismo grunge. Por eso, no sorprende que esta banda que lleva tres años tocando, pero que ahora recién se anima a sacar su primer material de la mano de un sello discográfico, (antes, habían grabado uno en vivo con todos los baches que esa experiencia habilita y un EP de estudio llamado Institucional, ambos colgados en bandcamp), ya cuente con una buena cantidad de fanáticos curiosos, y se haya hecho cada vez más popular por el boca a boca de la experienca nocturna, a través de un puñados de fans que no solo busca experimentar esa tienda de atracciones que es su show en vivo, sino que más de alguno, ya se ha unido a la caravana haciendo parte del equipo cada vez más intrincado que hay detrás de sus presentaciones.
“Si pienso en influencias, pienso más en cine, libros, publicidades y cultura pop. Yo creo que lo que compartimos como banda tiene algo que no es solamente musical, es más bien un concepto artístico, por más arriesgado que suene. En términos generales, somos personas muy inquietas, podríamos haber armado otro proyecto, no se, una revista. Todos consumimos un abanico de referencias que exceden lo musical”, agrega Guillermo Masse, que es actor, fanzinero, verdulero y el frontman carismático de la banda, a quien, depende del día, es posible ver haciendo un break dance en el suelo, cantando con el dramatismo de un crooner francés o gritando con toda la potencia de un punk guerrilla. “Nos gustan las bandas que trascienden lo musical, que se presentan en vivo con cosas originales, cosas que uno generalmente no ve. Puede ser de música a ambient a hardcore punk. Pero que no se suban a tocar y luego se vayan, en bermudas, dándole la espalda al público que pagó por verlos. No entiendo cómo nosotros, que nos criamos escuchando grandes héroes, no querríamos vestirnos bien para tocar, montar un espactáculo. No fuimos al almacén, no queremos dar un show pelotudo, dejémonos de joder con la dejadez como valor”, desafía Masse.
Con Los nuevos héroes de la juventud, el más reciente material de la banda, número puesto de las recomendaciones favoritas de música independiente local del año pasado, demuestran que si bien es un desafío trasladar este tipo de acto performático del vivo al formato de un disco de estudio, y más de alguna banda ha fracasado en ese intento, no es el caso de Gente Conversando. Con sentido del humor y letras que vale la pena corear, una poética entre costumbrista y super kitsch y un sonido cada vez más afilado. “Si se salvan la ballenas o si pierde la derecha, despiértenme” canta Guillermo Masse en temas-one liner como “Placer Subversivo” o “Los bloopers de la guerra”, que se unen a antiguos hitos de la banda como “Melancolía reaccionaria” o “Poder Mental”. “Creo que eso nos aleja un poco de varias bandas en general, no nos interesa hacer letras solo para rellenar una canción, nos gusta pensar y construir un mundo propio” dice Cajales. El disco sale ahora por Fuego Amigo, sello independiente local que antes ha editado bandas como Mi amigo invencible, Carmen Sandiego y Tall Juan, y vale la pena tenerlo en cuenta para conocer el universo de esta banda que parece intentar trasladar esa épica de lo cotidiano en el rock argentino a un lugar de deformidad teatral sin perder el touch barrial, desmarcándose de la música despojada y confesional como rebeldía estética. “El collage nos parece primordial, no lo inventamos nosotros, obvio. Es el papel glacé en primer grado, pero es fantástico, el collage te abre un mundo. Nos conocimos de manera collage y tocamos algo collage. No se bien qué tocamos, somos como una picadita a la tarde con Cinzano” explica Guillermo Masse. Ante ese gran relato sobre si había algo de heroísmo en subirse al escenario a tocar en shorts con tus amigos, sin la parafernalia del rock y ante la improbabilidad del principio de los dos mil, Gente Conversando pareciera decir: “ok, es verdad, pero ahora hagamos lo contrario”.
Gente Conversando toca el 8 de febrero a las 21 en Roseti, Roseti 722.