Cinismo I. Tanto la provocación de Juan José Gómez Centurión, al realizar declaraciones sobre las desapariciones durante la dictadura militar, como el pretendido desmarque del oficialismo a través del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, señalando tan solo que “no tiene sentido volver a generar discusiones sobre un tema en el que la Justicia ya se ha pronunciado” son una manifestación del cinismo que el macrismo aplica de manera sistemática en todas las áreas de la gestión de gobierno. Mientras el ministro sostiene que hay “mirar al futuro” remite, otra vez, al escamoteo táctico de la “pesada herencia” para cargar las tintas sobre el gobierno anterior. En lugar de condenar con firmeza los dichos del titular de la Aduana y promover su destitución, como han solicitado distintos organismos defensores de los derechos humanos, Garavano pretendió justificar la provocación de Gómez Centurión diciendo que “venimos de un gobierno que exacerbó esa confrontación (sobre derechos humanos) de varias décadas atrás”. Para el ministro, “esa lógica”, la del gobierno anterior, es la que habilita al funcionario de la Aduana a decir lo que dijo. Y no contento con ello subrayó que “por la lógica recargada del gobierno anterior en términos de la confrontación es que parece esta cuestión más desteñida y de rever polémicas”. Eso sí. Según Garavano, para el gobierno de Mauricio Macri los derechos humanos son “una política de Estado” mientras –y para muestra basta un botón– Milagro Sala sigue detenida por razones políticas. Ni qué decir respecto de que los derechos humanos no pueden restringirse a la formulación de una serie de principios abstractos, sino que tienen que ver esencialmente con la calidad de vida de las personas (vivienda, empleo, salud, educación, seguridad, etc.) que el Estado y el Gobierno deben garantizar. 

Cinismo II. La Secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Claudio Avruj, emitió un comunicado en el que ni siquiera se atrevió a mencionar a Gómez Centurión, sino que se refirió a “algunas declaraciones sobre lo sucedido durante la última dictadura militar” y tampoco lo hizo por iniciativa propia, sino “ante consultas periodísticas”, para decir que “esas opiniones son a título personal, no son compartidas desde ningún punto de vista y no pueden ser tomadas como representativas del pensamiento del Gobierno”. Tampoco alcanza el pedido formal de disculpas del propio Gómez Centurión. Darío Lopérfido, que fue de los primeros en salir a provocar, sigue siendo hasta hoy funcionario del gobierno capitalino que encabeza Horacio Rodríguez Larreta, aunque haya sido corrido de su cargo anterior. 

Cinismo III. Mauricio Macri decidió por decreto modificar la condición de inamovible del feriado del 24 de marzo por la conmemoración de la memoria del golpe de Estado. La reacción de muchos actores no solo de los derechos humanos, sino de la política en general, aparentemente hizo retroceder la determinación adoptada por el Gobierno. Aún no se conoce el decreto rectificatorio. Pero, si este llega, se hará bajo el argumento del “diálogo” y la “apertura” que el macrismo esgrime cuando se ve obligado a recular ante las críticas.

Está visto que al Gobierno ya no le alcanzan las explicaciones para disimular el retroceso ideológico en el que está embarcando al país y que redunda en permanente pérdida de derechos. Tampoco está claro que quiera disimularlo. Quizás todo lo contrario. Sin embargo, es evidente que recurre –ya de manera absurda– al cinismo y a la mentira como recurso reiterado. Tan cierto como que el único límite frente a esta situación es la resistencia organizada de los actores populares y democráticos.