La Cámara de Diputados y el Senado de Brasil inauguraron ayer una nueva legislatura y comenzaron a preparar la elección de sus nuevas autoridades, que definirán el ritmo de las proyectos que proponga el gobierno de Jair Bolsonaro. El presidente, que continuaba hospitalizado en San Pablo, estuvo atento a la sesión del Congreso iniciada ayer en Brasilia.

Los 513 diputados y los 81 senadores procedieron a prestar el juramento de rigor de los mandatos para los que fueron elegidos en octubre del año pasado, en las parlamentarias celebradas junto con las elecciones presidenciales que ganó el líder de la emergente ultraderecha brasileña. Entre los nuevos diputados figura Joênia Wapichana, la primera indígena que llega a ocupar un escaño en la historia parlamentaria del país y que fue objeto de un homenaje y un ritual especial por parte de miembros de varias tribus cuando llegó al Parlamento.

En la cámara, se produjo un aumento del 51 por ciento en el número de mujeres elegidas con respecto a 2014, el número pasó de 51 a 77 diputadas este año. Eso significa que la nueva cámara tendrá un 15 por ciento de mujeres en su composición. Considerando los diputados del estado, las mujeres son el 15 por ciento de los elegidos. Fueron 161 diputadas, un aumento del 35 por ciento con respecto a 2014.

Brasil está detrás de decenas de países en cuanto a la presencia de mujeres en la política. Está en la 115  posición en el ranking mundial de representatividad femenina en el parlamento de los 138 países analizados por el proyecto mujeres inspiradoras (PMI) .

La oposición de izquierdas aprovechó la sesión inaugural para mostrar carteles en favor de la libertad del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, preso desde abril pasado por corrupción, lo que generó abucheos de los sectores de derechas. También con carteles, la oposición denunció la “persecución” contra el socialista Jean Wyllys, elegido diputado en octubre pero que renunció a su mandato la semana pasada, cuando decidió abandonar el país tras haber recibido numerosas amenazas de muerte.

La primera minoría en la Cámara baja estará en manos del Partido de los Trabajadores (PT), de la oposición progresista, que obtuvo 56 escaños, pero en segundo lugar se sitúa el Partido Social Liberal (PSL) de Bolsonaro, que tuvo una presencia casi testimonial en otras legislaturas pero ahora ocupará 52 de los 513 asientos. De los 513 diputados elegidos, 269 son nuevos o no estaban en el ejercicio del mandato, 244 fueron reelegidos y 253 ejercerán su 1º mandato en la cámara de diputados. De los 269 considerados “nuevos”, 128 tienen experiencia anterior como agente político –elegido o nombrado para la función de confianza–.Y 141 nunca han ejercido ninguna función política anterior. El PT y los partidos de la oposición de izquierdas tendrán en conjunto unos 140 escaños, mientras que el resto estará en manos de fuerzas de centro y derecha que pueden constituir bloques de apoyo a Bolsonaro, y sobre todo a la agenda económica liberal que prepara su gobierno. 

Para gobernar en medio de semejante fragmentación, la mayor desde la redemocratización del país en 1985, Bolsonaro apuesta por las bancadas transpartidarias del agronegocio, de la seguridad y de las iglesias pentecostales, que le dieron un apoyo clave en su elección.

Se calcula que Bolsonaro contaría de ese modo con una base de apoyo de 300 diputados en la Cámara, cercana a los tres quintos (308) requeridos para las enmiendas constitucionales. Y que por lo menos 33 de los 81 senadores estarían alineados con sus propuestas.

Los mercados recibieron con euforia la victoria de Bolsonaro, pero ahora su ministro de Economía, Paulo Guedes, deberá demostrar su capacidad de impulsar las reformas con las que pretende sanear las cuentas públicas y dinamizar una economía que despega con dificultad de la recesión de 2015-2016.

El mandatario ya ha dado a entender que la principal reforma que propondrá al Parlamento en esta legislatura afectará el régimen de jubilaciones, que actualmente se rige por el sistema de reparto, mediante el cual el Estado gestiona las contribuciones en un fondo único alimentado con retenciones a los salarios de los trabajadores. La intención de Bolsonaro y su equipo económico es imponer un modelo de capitalización individual, de modo que los fondos de previsión dependan de lo que cada trabajador pueda ahorrar a lo largo de su vida. 

El favorito para la presidencia de la Cámara Baja es Rodrigo Maia, del partido Demócratas (DEM), que forma parte de la base oficialista y aspira a ser reelegido para el cargo que ocupa desde 2016. Para la presidencia del Senado, hasta ahora se ha anunciado una decena de candidatos, entre los que sobresale Renán Calheiros, un veterano parlamentario que ya ha ocupado ese cargo dos veces y que integra un bloque de oposición de centroderecha.