“Lo amo”, le dice Werner Herzog al anciano calvo de 86 años que tiene sentado enfrente. Ni siquiera el excéntrico y salvaje Klaus Kinski, actor fetiche del cineasta alemán, a quien también le dedicó un documental, debe haber gozado del privilegio de escuchar esas palabras de boca de su mentor. Pero el calvo no es cualquier anciano. Es Mijaíl Gorbachov, el último líder soviético. Para gran parte de Occidente, un visionario que supo dar un golpe de timón a tiempo para democratizar el enorme conglomerado de repúblicas socialistas y poner fin a la Guerra Fría; para muchos rusos, un traidor que permitió la desintegración de la Unión Soviética y llegó a tener gestos tan extremos como fotografiarse junto al presidente estadounidense Ronald Reagan con un sombrero de cowboy.
A Herzog esto último poco le importa. Para él, el Premio Nobel de la Paz es, ante todo, el hombre que permitió la reunificación pacífica de las dos Alemanias en 1990. Autoerigido en portavoz de su pueblo, Herzog declara: “Lo amamos. Y yo lo amo en particular porque la reunificación significó mucho para mí”. La cita forma parte de documental Meeting Gorbachev, que codirigió junto al británico André Singer –quien produjo otros films del director como La salvaje y azul lejanía (2005) o la citada Mi enemigo íntimo (1999)–, y que se presentó en el último Festival de Cine de Toronto. A casi 30 años del aniversario de la caída del Muro de Berlín, Herzog y Singer hablaron con PáginaI12.
–¿Cómo prepararon sus encuentros con Gorbachov?
Herzog: –Me acerqué a él sin ideas preconcebidas, con curiosidad y por supuesto con una gran simpatía por su papel en la reunificación alemana. Sólo nos vimos delante de cámara y establecimos una relación muy rápidamente. Creo que él sabía que yo no era periodista y le gustó mi actitud. Pero lo que vi en última instancia fueron una serie de logros políticos fenomenales, la profundidad de su alma y también, de alguna manera, la profundidad del alma rusa.
–Gorbachov le confiesa que de chico, cuando escuchaba alemán, sentía miedo. ¿Le pasaba a usted lo mismo con el ruso?
Herzog: –Eran tiempos de Stalin y recién aprendí sobre él cuando empecé la secundaria. Para mí Rusia siempre tuvo la connotación de un país invadido: por los hunos, los mongoles, los caballeros teutónicos en la Edad Media, Napoléon y las tropas alemanas, que dejaron un país devastado y 25 millones de muertos. Había un eco profundo de todo esto en mí. Un sentido profundo de la tragedia de Rusia, ese país grande como un océano, con esa soledad. Y lo que vi fueron años tras años de invasiones. Por eso no creo que sea productivo demonizarla. Rusia debería ser un aliado natural para Occidente.
–¿Entonces no hubo conversaciones off the record?
Herzog: –Nosotros colocábamos nuestras cámaras, luces y equipo de sonido y Gorbachov era ingresado al set cada vez directamente desde el hospital. En cuanto finalizábamos nuestra conversación, la ambulancia se lo llevaba de regreso. En una de las conversaciones se ve incluso que su mano está vendada porque aún tenía las agujas intravenosas clavadas en la mano. Hizo el enorme esfuerzo porque quería hablar con nosotros como había prometido.
–¿Por qué creen que Gorbachov quiso hablar?
Herzog: –Es difícil saberlo. Supongo que no dará más entrevistas, pero son especulaciones. Tuve la sensación de que quería hablar sobre su legado y lo que podría ser mejorado hoy en día.
Singer: –Creo que está en una etapa en que es frágil, sabe que está viejo, pero está preocupado por el rumbo que está tomando el mundo. Fue muy cuidadoso en sus declaraciones, no quiere intervenir en la política actual. Pero le interesa mucho el tema de las armas nucleares, probablemente porque cree que logró algo importante en relación con su reducción junto a Ronald Reagan y siente que ahora se está yendo por mal camino.
Herzog: –No quiere que vuelva a haber un clima de Guerra Fría.
–Usted se refiere a Gorbachov como una figura trágica. ¿Por qué?
Herzog: –No se trata sólo de él. La tragedia es un elemento de la historia rusa y él forma parte de ella. Por supuesto hay una tragedia personal. La muerte temprana de su esposa lo volvió una persona solitaria y el que muchos rusos lo vean como un traidor también es muy trágico. No se merece eso. De todas formas, tuve la sensación de que el clima está cambiando un poco. Cuando estuvimos en Moscú se percibía al hablar con la gente. Probablemente, más temprano que tarde encuentre su justo lugar en la estima del pueblo ruso.
–Quizá cuando muera, como suele suceder…
Herzog: –En última instancia no importa. De eso se ocupará la historia.
Singer: –Hay una escena en la que se ve a Gorbachov acariciando las fotos de su esposa en la pared. Da la sensación de que es un hombre un poco abandonado y eso me emocionó mucho.
–Es inusual ver a Herzog entrevistando a un político cara a cara. ¿Cómo se enmarca este documental en su filmografía?
Singer: –Todos sus personajes tienen un costado torturado, enigmático. Creo que se dio cuenta rápidamente de que ese era también el caso de Gorbachov. No es sólo lo que se ve. Hay mucha profundidad en él.
Herzog: –No es raro que yo haya hecho una película sobre Gorbachov porque siempre fui profundamente curioso. Hay algo común en todas mis películas y es una visión del mundo. Creo que Gorbachov fue un elemento muy bienvenido en lo que he hecho hasta ahora. En primer lugar, debo amar a los personajes que estoy creando, desde Aguirre (ndr. el conquistador español del siglo XVI encarnado por Kinski en Aguirre, la ira de dios) hasta Timothy Treadwell (el hombre que convivía con un grupo de osos en Alaska y cuya historia Herzog documentó en Grizzly Man). Tiene que haber algún tipo de afinidad, me tienen que gustar. Gorbachov no es la excepción. Y por otro lado tengo mi propia conexión rusa: mi esposa (la fotógrafa y artista visual ruso-estadounidense Lena Herzog) es originaria de Siberia. Ella representa todo lo que amo de Rusia: la profundidad, la poesía, el sentido del espacio, la soledad. Gorbachov es profundamente ruso y ese aspecto de él me encanta.
–¿Haría una película sobre Putin?
Herzog: –Es una pregunta interesante. Creo que sería bueno hacer una película sobre Putin dentro de 20 años. Yo ya voy a ser muy viejo para hacerla. Creo que es un personaje realmente interesante.
Singer: –Lo mismo pasa con Trump…
Herzog: –Si hiciera una película sobre Trump no sería satírica, debería ser algo distinto. Yo no sería bueno haciendo una sátira, me gustaría ir más a fondo con el personaje. Es un hombre inusual, un político como no hemos visto en mucho tiempo. Hay que ir muy hacia atrás en la historia para encontrar un personaje como él. De algún modo, es ligeramente parecido a Putin. Tenemos que respetar que es el presidente elegido. Lo eligió en gran parte el centro de Estados Unidos; ese centro desatendido, abandonado, que por otro lado es una parte maravillosa de Estados Unidos. Finalmente ese centro encontró su voz. Así que mejor tomárselo en serio y sacarlo de ese abandono mejorando sus condiciones. Esa sería la respuesta a Trump.
–¿A quién tiene en mente cuando dice que hay que ir atrás en el tiempo?
Herzog: –Se me ocurren un par de paralelismos, pero llevarían de inmediato a la confusión. Uno sería el emperador romano Nerón. No por sus crueldades, sino porque se veía a sí mismo como un gran artista público. Le encantaba aparecer cantando en el Circo Máximo o en el Coliseo. Pero por favor, no quisiera que el título sea “Herzog compara a Trump con Nerón”. Lo que quiero decir es que hay algo similar en su manera de mostrarse al mundo. Igual es confuso. Si quiere lastimarme, publíquelo de la forma incorrecta (risas).