Con sufrimiento, Racing venció anoche por 3-1 a Huracán en Avellaneda y volvió a ser líder en solitario de la Superliga. El local estiró así a ocho partidos su racha sin perder (siete triunfos); mientras que para Huracán, que sufrió dos expulsiones sobre el final, fue el fin de un invicto de ocho encuentros.
A sabiendas de que Defensa y Justicia le había usurpado la punta, Racing salió a imponer condiciones desde el inicio ante Huracán. La fórmula de los dirigidos por Coudet --quien sigue sin saber de veranos y mantiene intacta su bufanda cabulera-- es conocida. Apostar a las subidas del inagotable Saravia para ensanchar el campo de juego, a la velocidad e imprevisibilidad de Centurión y Solari para generar peligro, y a la sabiduría de Lisandro López, gran dominador del arte de aguantar y descargar con la mejor opción de pase posible en ataque. Y todo eso funcionó durante los primeros minutos de juego, principalmente por el gran nivel del chileno Díaz, quien se encargaba de dar fin a los ataques de Huracán e inicio a los de su equipo.
Pero de a poco el dominio académico se fue difuminando. Centurión empezó a tomar malas decisiones, Zaracho estaba impreciso en el medio y Huracán de pronto veía cómo se materializaba su propuesta de contragolpear. Con el empuje de Chimino desde el fondo, las diagonales del movedizo Gamba y la presencia arriba de Barrios --un verdadero gigante del área que hacía parecer diminutos a Donatti y Sigali--, los de Mohamed llevaron varias veces preocupación al arco de Arias.
Iban 30 minutos y Huracán estaba en su mejor momento. Pero de pronto, Auzqui cometió una innecesaria falta a Saravia y dio origen al primer festejo de la tarde noche. Donatti se elevó en las alturas y cabeceó violentamente al segundo palo de un estupefacto Silva. La pelota dio en el palo y se cruzó con el pecho de Cristaldo, quien casi sin quererlo le daba el 1-0 al local. Con el gol, Racing volvía a ser el puntero y a jugar como tal. Las sonrisas empezaban a aparecer entre los hinchas, Centurión cambiaba reproches por aplausos (aunque seguía peleado con la pelota) y hasta Pol Fernández --ingresó por el lesionado Zaracho-- iba a trabar y se quedaba con el balón, toda una rareza para el lírico ex Godoy Cruz.
Racing terminaba muy bien la primera parte y parecía que comenzaba de igual manera el complemento, porque apenas iniciado el mismo, Fernández quedó mano a mano con Silva. Pero el paraguayo le ahogaría el segundo grito al local. Todavía no habían dejado de agarrarse la cabeza los presentes que llegaría el empate de Huracán a través de una definición rápida de Auzqui para remediar el error que había dado origen a la apertura del marcador.
Con el 1-1, el encuentro se hizo de ida y vuelta. Con Racing yendo desordenado por la victoria y Huracán intentando aprovechar ese caos. Fue palo y palo hasta que, a los 70, Fernández se metió al área, disparó y la pelota dio en los brazos de Pablo Alvarez, que se había tirado a barrer con todo. El penal fue cambiado por gol por Lisandro López, el nombre y apellido de este Racing, que recuperaba la ventaja gracias a su capitán y encendía nuevamente a su gente.
De ahí en más, sólo quedaría aguantar para el local y sufrir para sus hinchas, una costumbre que no cambia a pesar de los últimos buenos tiempos académicos. Finalmente, el desahogo llegaría tras una gran jugada colectiva que firmaría Sigali para el 3-1 y para que Racing se suba en Globo a la punta y tomé distancia del vuelo predatorio del Halcón.