Lía Copello dibuja mucho, y de esos dibujos surgió La Cope, una especie de alter ego creado a su imagen y semejanza que desde su primera aparición en las redes, en 2014, se ganó un lugar en los posteos de las generaciones más jóvenes y hoy cosecha casi un millón de seguidores entre sus perfiles de Instagram, Facebook y Twitter. Independiente, sensible, amiguera y cada vez más empoderada, La Cope es una joven que cuenta la vida misma en forma de viñetas, para revelar sus placeres de comer chocolate y tomar una birrita en la vereda con sus amigas, pero también las preocupaciones que le generan los fracasos amorosos, o no poder pagar la luz.
Desde la irrupción del movimiento Ni una menos, la perspectiva de género y las distintas reivindicaciones del colectivo, en especial el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito, fueron ocupando un mayor espacio en sus historias. “La Cope hace que un montón de pibas se sientan identificadas con ella, y por eso para mí era importante que fuera abiertamente feminista, que se involucrara y tuviera una mirada crítica, política y constructiva de lo que está pasando”, cuenta su creadora, quien además de humorista gráfica es locutora, y conduce Wachas, su propio programa radial junto con amigas, a la vez que participa de Línea Peluda, un colectivo de ilustradoras feministas.
Así, con el personaje ya instalado como fenómeno y voz feminista dentro de la historieta, Copello decidió publicar su primera novela gráfica: Víboras. Mutando nuestra piel (Editorial Abre Cultura), a la que define como el diario de una deconstrucción en el cual La Cope comparte sus reflexiones sobre temas de lo más variados pasando por la masturbación femenina, la menstruación, el mansplaining, el amor propio y la sororidad, entre otros. Con la idea de barrer mitos, tabúes y estereotipos aún arraigados, la novela pone el foco en la necesidad de desandar el camino patriarcal, para empezar a construir otro con libertad, igualdad y goce entre los cuerpos y los géneros.
– ¿Cómo fue el proceso de trabajo del libro?
– Tenía ganas de hacer una novela gráfica, y me costaba encarar el camino y saber cuál era la historia que iba a contar, porque La Cope es un personaje que aparece en viñetas sueltas. A comienzos del año pasado incorporé un montón de conocimientos y marco teórico, y pensé cómo hacer para bajar todo eso a mi lenguaje. Así, entonces, empecé a hacer tiras sueltas sobre mansplaining, deconstrucción y amor propio, y cuando tuve todos los bocetos empecé a debatir junto con la editora cuál iba a ser el hilo conductor, y ahí nos dimos cuenta que la novela podía tener una forma de diario en el cual mi personaje se animara a extender lo que siempre cuenta en una viñeta. Después, se fue armando la estructura naturalmente. Fue un proceso de mucho laburo, pero re placentero y divertido porque era un desafío para mí. El libro es producto de un trabajo en equipo.
– ¿Por qué lo llamó Víboras?
– Al principio no sabíamos cómo se iba a llamar, y la primera pregunta que nos hicimos fue de dónde proviene el sistema patriarcal. En ese sentido, una de las cosas que más me interesaba abordar era la religión como un lugar ancestral donde la mujer, ya desde la Biblia, quedó relegada. Entonces, se me ocurrió dibujar a Eva desde la interpretación bíblica en la que figura como la culpable de todos los males por aceptar la manzana que le dio una víbora. Me causó gracia pensar que al final esa víbora había sido re sorora, por ofrecerle a Eva ese objeto de placer. Por otro lado, cuando una mujer goza, o cuando es mala o desobediente, se dice de ella que es una víbora. Entonces, vi que ese animal, que siempre me pareció muy hermoso y sensual, tiene una simbología muy grande, y empecé a investigar y flasheé un montón. Ahí aprendí que el cambio de piel de las víboras es un proceso doloroso e intenso durante el cual tienen que quedarse guardadas. Sufren un montón, pero de golpe se desprenden de una piel que ya no les pertenece, y sentí que eso también era el feminismo. Porque es un proceso re doloroso denunciar un abuso o entender que vos también sos machista y que perpetuás violencias. A veces, es más fácil no ver todo eso, vivir en nuestro mundo y no atravesar ese dolor.
– La Cope aparece en las redes sociales en 2014, antes del Ni una menos. ¿De qué manera influyó la creación de ese movimiento en la historieta?
– A partir del Ni una menos, hubo un despertar y me di cuenta que podía poner en palabras mi feminismo. Eso abarcó todos los aspectos de mi vida y creció exponencialmente en los últimos años. Hay varias etapas que podemos identificar. La denuncia de Thelma, por ejemplo, abrió una nueva etapa donde se empezó a hablar de abusos. Y todo esto inevitablemente se traslada a lo que hago. Lo cual no significa que todo lo que dibuje vaya a tener una veta feminista. Pero sí hay algo de eso que a mí, en lo individual, me impactó de una manera absoluta, me cambió la vida, la cabeza y la manera de pensar y accionar en todos los ámbitos.
–¿Cómo vive en lo personal el proceso de deconstrucción y cambio que reivindica en la novela?
–En este momento, con mucha conciencia. Es un proceso de todos los días, de mucha escucha, de conversación entre amigas, amigues y compañeras, de ver qué le está pasando a la otra y de qué te está pasando a vos. Salir de todos los armarios en los que estábamos es un proceso re difícil y lento. Es doloroso hacerse cargo de este cambio, pero creo que también hay que vivirlo con cierto placer, porque es algo que nos está pasando en pos de ser una mejor humanidad y de vivir desde la amorosidad y la amistad y no tanto desde esa construcción que habla de que entre las mujeres hay competencia y odio.
* Víboras. Mutando nuestra piel está a la venta en www.lacopecope.com