En buena parte de la villa 21-24, la más grande de Capital Federal, hace más de doce días que no hay agua potable. Lo denunciaron en los últimos días los vecinos, que desde el pasado martes 22 de enero comenzaron a notar un color turbio y un olor distinto en el agua que salía de sus canillas. Frente al reclamo, la Junta Vecinal recientemente elegida en elecciones se contactó con la Cátedra de Ingeniería Comunitaria de la UBA, que fue hasta el barrio, tomó muestras, las llevó a un laboratorio y confirmó la contaminación bacteriológica del agua, a la que declaró como no potable. Sin embargo, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desconoció ese informe –que fue presentado formalmente ante todos los organismos competentes– y envió a una patrulla de Aysa para que constatara con muestras propias. Las pruebas se tomaron recién el jueves pasado y los resultados demorarán diez días más. Mientras tanto, ningún área del Estado está garantizando el abastecimiento de las manzanas afectadas, en la que incluso hay comedores comunitarios que debieron suspender varios días su actividad.
“Nos empezaron a llamar varios vecinos diciéndonos que sentían feo gusto y olor. Pero como nosotros no tenemos los recursos para resolverlo, lo que hicimos fue alertar rápido a las autoridades, que es lo que corresponde a nuestra función. Se excusaron diciendo que no tienen capacidad de mover los camiones cisterna, ni la posibilidad de proveer tantos sachets de agua para paliar la falta. Dudamos que no haya recursos. Como Estado eso es algo que tenés que garantizar”, dijo a PáginaI12 Natalia Molina, coordinadora adjunta del gobierno vecinal, que precisó que en cada una de las manzanas afectadas (son al menos seis) viven más de cien familias. “Lo que está pasando nos parece muy peligroso y algo que provoca un daño grave a la salud”, sentenció.
Con la referenta barrial coincide la ingeniera civil María Eva Koutsovitis, coordinadora de la cátedra interviniente y secretaria del Departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la UBA. “La situación es muy preocupante. Personalmente hice un relevamiento físico, constaté el olor cloacal y entrevisté a varias familias, cuyos relatos fueron coincidentes. El agua así no se puede tomar”, destacó la técnica.
“El resultado de las tres muestras (de las manzanas 24, 25 y 29) confirma la contaminación bacteriológica del agua de consumo y determina que la misma es no potable. Hasta tanto se lleve a cabo el diagnóstico, se identifiquen con precisión las causas de la contaminación y se adopten las medidas estructurales correctiva, deberá garantizarse a todas las familias de la zona afectada agua potable segura mediante el llenado de los tanques domiciliarios y la entrega adicional de sachets de agua”, precisa el informe firmado por la ingeniera, amparado en los resultados que arrojó el Laboratorio BC.
Según explicó la ingeniera, AySA tiene a su cargo la prestación de los servicios de agua y saneamiento cloacal en Capital Federal desde 2006, aunque “si bien las villas de la ciudad se encuentran dentro del área de concesión de la empresa prestadora, en los hechos ésta únicamente presta el servicio público de distribución de agua potable y saneamiento hasta las periferias de las mismas”. “La calidad del agua que consumen los habitantes de las villas no es controlada por ningún organismo estatal”, denunció.
Los habitantes del barrio señalan que la zona forma parte de la Cuenca Matanza Riachuelo, uno de los sitios más contaminados del país y del mundo. “A eso se suma que no en todas las manzanas hay cloacas, sino fluviales que funcionan como tales o pozos ciegos, al margen de que en aquellas en las que sí hay, las conexiones son clandestinas, hechas por vecinos. “Las cloacas están mal armadas y por la unión de los caños se filtra materia fecal. Nos piden diez días para tener sus resultados pero no se dan cuenta de que esto es gravísimo y no podemos esperar”, cierra Molina, que exige, al igual que Koutsovitis, que el gobierno porteño realice análisis de agua con frecuencia bimestral.