La casa de las culturas del Tigre, también conocida como Villa Carmen, es un espacio dedicado al arte contemporáneo, que funciona desde 2015 y depende de la Municipalidad de Tigre.
En estos días se presentan allí las muestras de Zulema Maza y María Inés Tapia Vera, Yo no te prometí estrellas en el día (en la planta baja), y Delta (en la planta alta). PáginaI12 entrevistó a ambas artistas.
Hace un año, en el Museo Franklin Rawson de San Juan, Zulema Maza mostraba, a través de la fotografía y el video, una mirada estetizada y cómplice sobre tres mujeres jóvenes que representaban distintas corrientes inmigratorias –europea, peruana y paraguaya– y a quienes la artista buscaba mostrar en toda su belleza y dignidad. A través de aquella exposición, Z.M. evocaba cuestiones referidas a la identidad, que al tiempo que se afirma, también se enriquece y transforma.
En esta nueva exposición, a través de fotografías, un video y una instalación, Zulema Maza reflexiona sobre las relaciones con el otro, los deseos y la incompletud.
–¿Qué tipo de promesa supondría las “estrellas en el día”?
Z. M.: –En realidad las estrellas siempre están, pero de día no las vemos. Entonces la exposición habla de esa dificultad para encontrar los sentimientos adecuados respecto del otro, del hombre, la mujer, lo que fuera.
–La muestra, a través de fotografías de mujeres en diferentes actitudes, piensa la fragilidad en el sostenimiento de los afectos.
Z. M.: –La muestra alude a ese anhelo que se tiene de lograr que tales sentimientos permanezcan en el tiempo, y de la lucha contra la casi imposibilidad de que eso suceda. La estrella supone simbólicamente la perfección en lo afectivo.
–En una de las salas hay una referencia funesta: una gran jaula con un pájaro negro y cubierta por un tul negro.
Z. M.: – Muchas veces ese anhelo del que hablaba antes se traduce en una casa y al mismo tiempo la casa se puede convertir en una trampa. De modo que esa aspiración femenina también puede ser tramposa. Y la jaula cubierta de negro habla además de la violencia contra la mujer, del femicidio. Esa ambigüedad de las imágenes se ve en otra de las fotos, en donde no se sabe si la mujer está en éxtasis o qué. De lo que trato es de la dificultad de los sentimientos, de la mujer, pero también del hombre. La mujer está muy conectada con los sentimientos, necesita del otro. El afecto, el amor, son una necesidad. Con esta exposición pienso en el sentimiento profundo de los unos con los otros. Y en todos los posibles encuentros, como el sexo.
–Esa promesa del título, acerca de algo que está y no está, es un modo de hablar de la incompletud.
Z. M.: –La incompletud es lo que nos hace crecer. Es la búsqueda, ir transformándonos para estar bien parados. En el caso de las flores aplicadas sobre las paredes, que viran del negro al verde, suponen la posibilidad de transformación. Mis exposiciones siempre tratan sobre mujeres porque estamos en el inicio del cambio de paradigma, en el que la mujer va a tener un rol fundamental en los destinos de la humanidad.
“En la obra –escribe Abertina Klitenik Espartaco, directora coordinadora de Museos– se da una crítica de la vida cotidiana en el momento en que contrapone amor ideal y amor real con una significativa atribución concreta a lo que pertenece todavía al dominio de lo posible”.
En el caso de la exposición de María Inés Tapia Vera, la artista evoca, fundamentalmente a través de la técnica de la estampa, su infancia y adolescencia en este entorno.
M. I. T .V.: –Cuando me invitaron inmediatamente empecé a rememorar mi infancia en el Delta. Mis padres remaban. Y yo, aunque aprendí a nadar en una pileta, considero que mi verdadero aprendizaje fue acá en el río, con mis padres. La gran aventura era cruzar a nado este río marrón, de orilla a orilla, sin salvavidas. Eso lo recuerdo como una imagen de la vida. Siempre tuve un tema con el origen.
–Los relatos familiares como fundamento para construir el mundo de la infancia.
M. I. T. V.: –Cuando mi papá remaba me decía: “Este es el Delta; el segundo más grande del mundo. Es como el Delta del Nilo, donde empieza la civilización; donde el hombre empieza a cultivar y por primera vez domestica a un animal, el gato, para poder sembrar y que los pájaros no le comieran las semillas”… hay que imaginar que eso, para una cabecita infantil, en medio de esta naturaleza, era algo enorme.
–La naturaleza domina e irrumpe en esta zona.
M. I. T. V.: –Forma las islas pero también rompe las orillas y se produce la inundación, que arrasa con todo. A mí eso me daba la imagen de un origen, de esa lucha entre el hombre y la naturaleza. Una te arrasa y el otro la contamina. Era muy frecuente que cuando veníamos alguien nos dijera que el río se había “tragado” a una persona.
–Y esa marca de origen también está en la impronta del grabado, tu especialidad.
M. I. T. V.: –En mi caso se suma la idea del origen que me planteaba mi papá; de la marca del hombre en el mundo y ahí está también el grabado, que es la primera impresión, la imprenta. Y cuando me invitan a exponer y veo este palacete, surgió esta idea de volver al origen: el palafito. Es decir: los primeros habitantes que tratan de instalarse y pelearla acá.
–Es una combinación entre la memoria personal, autobiográfica; y la conciencia histórica y social del lugar.
M. I. T .V.: –Por acá estuvo Sarmiento. Está su casa. Los museos históricos; el museo de la reconquista. Todos estos temas de los orígenes y de la argentinidad creo que están presentes.
–¿De dónde salen las imágenes grabadas concretas que aparecen en la exposición?
M. I. T. V.: –De cosas que tenía, de recuerdos. Y de volver a ver. Durante el año largo que pasó entre la invitación a exponer y la inauguración, vine varias veces, tomé fotos, miré mucho y después está todo eso recreado. El palafito que hice, por ejemplo, tiene una antena satelital. También hay un caño que está contaminando: para mostrar cómo es el palafito de hoy y cómo se sobrevive actualmente en esta zona.
–Hay peces, pájaros, pobladores, sonidos de la fauna local, murales…
M. I. T. V.: –La vuelta al Tigre me trajo a los primeros pobladores, los botes y lanchitas y, por supuesto, la fuerza de la naturaleza que te invade.
“Las obras de Tapia Vera –escribe Milagros Noblia Galán, subsecretaria de Cultura de Tigre– nos muestran una visión diferente a la iconografía tradicional, sus paisajes distan de la representación romántica y bucólica, y presentan un clima inquietante, por momentos melancólico y dramático”.
* Ambas exposiciones siguen hasta el 10 de marzo, en la Casa de las Culturas-Villa Carmen, Bartolomé Mitre 370, Tigre, frente a la estación fluvial; con entrada libre y gratuita.