La primera edición del Festival Temporada Alta en Buenos Aires (TABA) fue un desafío: tres obras catalanas y el torneo de dramaturgia, que enfrentó a dos autores catalanes con dos argentinos. Desde entonces no paró de crecer, y en esta séptima edición vuelve a acercar el teatro ibérico y el torneo de dramaturgia a estas tierras, agregándole espectáculos nacionales, y también de Perú, Uruguay, Colombia, y una suizo-germano-finlandesa para toda la familia; talleres, ponencias, workshops y conversatorios. “¡Todo nació de un skype entre nosotros tres!”, dice a PáginaI12 Narcis Puig, adjunto de dirección artística del festival gironés, y ríe junto a Jonathan Zak y Maxime Seugé, los productores artísticos de Timbre4, el teatro creado por Claudio Tolcachir. “Fue una de esas ideas que proponés pero nunca hacés. Y la hicimos: instalar en nuestras salas un espacio para recibir a todos los amigos que conocimos en nuestras giras”, destacan Zak y Seugé sobre esta nueva edición que comenzará el jueves en Timbre4 (México 3554).
Esa conversación se dio luego de una de las participaciones de las obras de Tolcachir en el festival Temporada Alta de Girona, que ya tiene 27 ediciones y presenta algo más de 100 espectáculos en diez semanas, pero su germen fueron cuatro espectáculos catalanes en 1992. Un proceso similar al que experimenta TABA desde su inicio. Puig recuerda que una de las apuestas del festival gironés es internacionalizar el teatro, de dos maneras: “Una es la clásica, invitamos a programadores a que vengan a ver los espectáculos, y la otra es todavía más obvia pero se hace menos, que es llevar a los artistas a otro país. Un poco así nació Temporada Alta en Timbre4, fue la idea de hacer el viaje de vuelta también”, resalta. Con los años, la programación se fue ampliando y se sumaron actividades, pero el espíritu, asegura Zak, se mantiene. “Es un espacio de encuentro, de enriquecimiento entre nuestra ciudad y las representadas en el festival a partir del juego de sus artistas, que son multiplicadores. Es un espacio veraniego de fiesta”, se entusiasma.
Un punto que une a ambos festivales es la centralidad del teatro independiente, un circuito donde lo experimental, los nuevos formatos o la exploración en temáticas que los circuitos comerciales prefieren no abordar son el motor de muchas de las propuestas que pueden encontrarse sobre los escenarios alrededor del mundo. “En general, las artes quieren reflejar lo que pasa en la sociedad. Tengo la impresión de que desde la oleada del teatro independiente de vuestra crisis, la idea de hablar del aquí y ahora ha sido clara”, analiza Puig. “En nuestro caso, en los últimos diez o quince años el teatro está tomando la realidad mucho más rápido. Antes, desde el hecho hasta que llegaba al teatro podían pasar años, pero ahora en los teatros independientes esta conexión es mucho más rápida”, resalta. Y Seugé cuenta que en la selección de propuestas de otros países les interesa es que “el público tenga este acercamiento a otras realidades a través de esta formas artísticas. Es uno de los motivos de selección en TABA”.
Escenarios y conversaciones
El corazón de TABA sigue siendo la semana catalana: a Tierra baja, de y por Lluís Homar (que trabajó en cine con Pedro Almodóvar), y Calma!, de y por el clown Guillem Albà, suma las obras Vida, creada y manipulada por el titiritero aragonés Javier Aranda, y Casas, con actuación de los mallorquíes Jorge Gallardo y Guillem Serrabassa. Del viejo continente también viene Mondkind, una propuesta performática para toda la familia que reúne miradas de Suiza, Alemania y Finlandia. También, de este lado del Atlántico se presentan la uruguaya Cheta, de Florencia Caballero Bianchi; los peruanos de la Compañía de Teatro Físico vuelven al TABA con Prehistoria de la felicidad; desde Colombia llega El tigre no es como lo pintan, interpretado por Alfonso Ortiz; y Mendoza ofrece Tu veneno en mí, de Manuel García Migani. Y como novedad, por primera vez hay música con las chilenas La Buscaglione, Caro Carrera y Mía Mohr, que ofrecen Cantoras de la Candelaria, con temas propios, folklore reinventado y tributos a la música latinoamericana.
–Esta es la séptima edición en siete años consecutivos. ¿Qué tienen en común el teatro porteño y el catalán como para lograr un vínculo tan duradero?
Narcis Puig: –Lo que intentamos, sobre todo cuando estoy hablando con las posibles compañías catalanas, es pensarlo al revés: qué tenemos de diferente para traer tipos de teatro distintos, cosas que no son las que se hacen en Buenos Aires. Una vez puesto en marcha, creo que nos parecemos un poco más de lo que pensábamos (risas). Ahora, si tuviésemos que juntar todas las obras que se presentaron en estos años, no es difícil identificar qué obras son argentinas y cuáles catalanas. En cambio, pones a los autores en una mesa de conversación y no es tan fácil distinguir quién es el catalán y quién el porteño. El pensamiento sobre el teatro tiene más cruces, pero la forma de escribir sí que tenemos tradiciones distintas y se ven reflejadas en los textos.
Maxime Seugé: –No sé si en el lenguaje artístico o la propuesta, pero yo veo mucha semejanza en la búsqueda, en la forma de trabajar. Hay mucho más dinero allá, pero hay formatos que se repiten. El artista trabaja superando dificultades y nunca tiene todo lo que quiere, por eso creo que hay muchas cosas en común, hay una identificación entre las formas de trabajar.
Jonathan Zak: –Nuestro teatro es sin presupuesto, pero ellos dentro de Europa siento que hay muchísimas similitudes y estamos pendientes los unos de los otros. En España tienen un marco que cambió en los últimos años y eso coincidió con la llegada de algunas cosas de acá vinculadas con el hacer teatro sin tantos recursos, y ahí se generó un cruce muy interesante.
Además de la programación artística y el torneo de dramaturgia transatlántico (ver recuadro), habrá diferentes actividades que abordarán la cuestión teatral a través de workshops, talleres y conversatorios que permitirán el intercambio con artistas nacionales e internacionales. Esto es algo que entusiasma a los tres, porque se generan espacios en los cuales pensar sobre las diversas maneras de hacer teatro. “En el festival tenemos pensadores y creadores de afuera, con realidades muy distintas, y queremos aprovecharlos con las charlas y las actividades para que haya otros lugares de encuentro con el público. Es súper rico para gente que le interesa reflexionar sobre la actividad teatral, se dediquen a esto o solamente porque les gusta”, apuesta Seugé.
La participación de elencos nacionales en el festival europeo y de los españoles en el argentino reforzó los vínculos entre los teatristas de ambos países, relación que ya tiene varios capítulos. “Hay una fascinación por el teatro independiente porteño”, confiesa Puig, y revela un mito del teatro independiente porteño que, detalla, circula en Cataluña: que en Buenos Aires hacen salas en las cocinas de las casas. “Bueno, la cocina no sé, pero Timbre4 nació en la casa de un artista”, bromea sobre el teatro fundado por Tolcachir. “Creo que es bastante formador para las compañías independientes venir ver la manera de trabajar, el proceso creativo, cómo es este sistema de tantas obras programadas. Ha cambiado cosas en el funcionamiento de algunas compañías catalanas”, explica, y Seugé y Zak coinciden en que entre ambos mundos hay “atracción mutua”, ya que “pasa con el público también”. “Es distinto y te llama la atención, dicen las cosas de otra forma, viven realidades distintas... Creo que esas diferencias hacen que tengamos ganas de acercarnos”, concluyen.
* Toda la programación, actividades y entradas en www.timbre4/festivales/