“Algo constructivo”. Son palabras que se repiten cuando los responsables de los Clubes de Música de la ciudad de Buenos Aires hablan sobre la primera maratón que los reunirá. Es que por primera vez desde la creación de Clumvi, la cámara que los nuclea, encaran un proyecto de producción, en vez de simplemente estar corriendo detrás de la nueva emergencia, la última crisis o la enésima clausura (problemas que, por otro lado, tampoco desaparecieron). La Maratón de los Clubes de Música, ofrecerá recitales gratuitos en toda Capital Federal en una treintena de espacios desde las 18 de hoy hasta pasada la medianoche. La Maratón, explican, fue coproducida junto al Ministerio de Cultura porteño. Además, se ilusionan con la reciente aprobación de la Ley de Espacios Culturales Independientes (de carácter integral y transversal a todo el sector), aunque aún resta su reglamentación. Sin embargo, la satisfacción por la jornada no los distrae de la realidad: los clubes de música en vivo, como cualquier otra área de la cultura, atraviesan una severa crisis producto de la recesión provocada por las políticas económicas de Cambiemos. Encarecimiento de costos (en particular vía tarifazos), y baja de consumo y asistencia, resultan en un combo demoledor para espacios pequeños y medianos.
“Los clubes de música son espacios que tienen como función principal la de incluir música en vivo, al menos la mitad de su programación y con una habilitación de hasta 300 personas”, explica Nicolás Daniluk, coordinador de Clumvi (Cámara de Clubes de Música en vivo). “Obviamente, tenemos una estructura comercial limitada en cierto punto, porque por tamaño contenemos artistas independientes y trabajamos con volúmenes más chicos de público, pero estamos convencidos de que el valor cultural de nuestro sector es muy amplio, porque muchas veces funcionamos de semillero”, plantea. La programación de esta noche –que curó cada espacio– da cuenta de esto, con muchos artistas hoy consagrados pero surgidos en esos espacios. De las decenas que subirán a los escenarios destacan figuras como el Mono Fontana, Andrea Álvarez, Luciana Jury, Paula Maffía, la Orquesta Típica La Vidú, Las Bodas Químicas, Fútbol o la Orquesta Típica Ciudad Baigón.
Otro rasgo de los clubes de música en vivo es que trabajan con un régimen de concertación, que en cierto punto es asimilable a una coproducción con los músicos. “Nosotros no trabajamos con alquiler de sala, por este estatuto y por ganas propias, sino en una relación cercana con los músicos”, explica Daniluk. Gran parte de esa relación está articulada por BA Música, cuenta.
“Con la Cámara siempre hacíamos el trabajo de estar atentos a las clausuras, laburar con las legislaciones, siempre con la supervivencia, nos costaba una acción creativa por la urgencia”, reflexiona Nacho Perotti, responsable de Plasma y productor musical. “Lo pudimos hacer este año que (el ministro Enrique) Avogrado se predispuso bien ya en la primera reunión que tuvimos”, señala. “Buscamos visibilizar la acción de los clubes como generadores de una movida musical independiente en la Ciudad”, propone. Daniluk agrega que “son todos espacios que trabajan con artistas muy diversos y donde también emergen los nuevos valores de la música, además de ser lugares de contención para un montón de músicos consagrados también”.
Cuando nació Clumvi, una entrevista de Página/12 a sus representantes los mostraba abocados a la modificación de la norma que los regulaba, que hacía casi imposibles las habilitaciones y puestas en funcionamiento de los espacios. “Casi sale la propuesta, pero al final se desestimó porque estaba esta ley nueva que unificaba habilitaciones para todo el sector cultural”, recuerda Perotti sobre lo que ahora es la ley de Espacios Culturales Independientes. “Esa ley es lo que buscábamos, pero mejor, es superadora porque se amplía a todos los sectores”, evalúa y observa que la nueva letra “limpia un montón de pavadas de años”.
“Lo que nos mata a todos es la crisis general, la cuestión económica”, lamenta Perotti. Daniluk profundiza en este punto y en su voz resuenan las palabras de otros compañeros del sector cultural, sea del teatro, la danza, la música o cualquier rubro imaginable. “Cuando la gente se tiene que achicar por contextos económicos adversos, lo primero que corta es el esparcimiento y la cultura”, señala. “Entonces bajaron muchísimo las ventas y también un poco el costo de mantener los espacios abiertos entre servicios, alquileres y demás gastos fijos. Está muy sensible. Por eso esta articulación saludable con el Estado es fundamental. En este caso estamos ante una cosa positiva como es algo conjunto con el Ministerio de Cultura que potencia la visualización de los espacios”.