PáginaI12 En Venezuela
Desde Caracas
La Asamblea Nacional (AN) sesionó ayer y aprobó tres puntos centrales. Por un lado, la “Ley del Estatuto que rige la transición hacia la democracia”, luego la “estrategia nacional de atención temprana a la emergencia humanitaria compleja en alimentación y salud fase 1”, y finalmente el “acuerdo que reconoce al Grupo de Lima y los países de Europa por su apoyo, así como el rechazo a cualquier diálogo o grupo de contacto que alargue el sufrimiento del pueblo. Único objetivo: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”.
La sesión tuvo lugar antes de que se diera la de la Asamblea Nacional Constituyente, realizada en un salón diferente del mismo Palacio Federal Legislativo. Esta dinámica lleva tiempo, sin incidentes, a pesar de las denuncias alarmistas de diputados de la derecha para crear tormentas en redes sociales y micrófonos diplomáticos. “Son capaces de tomar militarmente este recinto” afirmó durante la sesión. No sucedió, como se sabía que no pasaría.
Los puntos aprobados no fueron explicados hacia afuera. El primero, la “Ley del Estatuto”, parece central, sería la base a través de la cual podrían dar los próximos pasos para pedir nuevos congelamientos de activos en el extranjero, resolver qué hacer con la figura de Guaidó, el tiempo en que estará en esa interinidad, y si nombrarán nuevos poderes públicos, en particular el Consejo Nacional Electoral.
El segundo punto trata una parte central de la estrategia para esta fase –que caracterizan allí como “1”– donde se conectarán los actores internacionales con los nacionales. Es lo único que aparece más concreto en este momento, en particular los puntos geográficos nombrados, y porque desde Estados Unidos anunciaron que la enviarán.
El tercer punto es una reafirmación de la postura anunciada: no habrá diálogo. Es lo que ya habían dicho el vicepresidente norteamericano Mike Pence, y el mismo Donald Trump, quien afirmó el domingo que el envío de tropas militares a Venezuela es “una opción”. La derecha repite la narrativa norteamericana de ofensiva final, inminencia de su victoria. Siguen órdenes.
Todo este accionar se enmarca dentro de la ilegalidad. La misma cuenta de Twitter de la AN tiene como mensaje fijo un llamado de desobediencia a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana: “¡El momento es AHORA soldado de la patria! ¿Le vas a negar la ayuda humanitaria a tu mamá?” El argumento legal esgrimido es el artículo 233 de la Constitución, que no aplica en este contexto. Cualquier lectura del mismo con información, hilo histórico, y sentido común, arroja esa conclusión.
¿Qué debe hacerse ante eso? Existe una lectura extendida dentro del chavismo que sostiene que avanzar sobre la AN que está en proceso de intentar conducir internamente un golpe de Estado, o detener a Juan Guaidó –que se encuentra bajo investigación judicial– sería caer en el escenario buscado por quienes lo han montado. Existen varias dimensiones en simultáneo que ponen en tensión las respuestas: la legal, política, comunicacional. Un paso en falso sería alimentar el fuego con fuego, dejar avanzar la AN de esta manera sería permitir lo que ningún otro país permitiría.
En ese contexto existe la posibilidad, planteada el sábado por Nicolás Maduro, de convocar a elecciones de la AN. Sería una manera de presionar a través de una convocatoria a elecciones, tomando como cuadro lo dictado por el Tribunal Supremo de Justicia que ratificó la situación de desacato de la AN, declaró la nulidad de sus actos, la ausencia de directiva legalmente constituida, y pidió al Ministerio público investigar la responsabilidad penal individual de sus integrantes. ¿Podría obligar a la derecha a sentarse a negociar? Toda negociación es con cartas sobre la mesa.
Ni Guaidó, ni todos los partidos de la derecha, ni la AN, tienen la capacidad de traducir en actos sus anuncios hacia dentro del país. No puede nombrar nuevas autoridades electorales, un gabinete que pueda a su vez desarrollar acciones, tampoco llamar a elecciones presidenciales como debería haberlo hecho según plantea la hoja de ruta que buscan revestir de legalidad.
La decisión de cómo avanzar en el asalto al poder está en los Estados Unidos, ahora apoyados por los países de la Unión Europea que decidieron reconocer a Guaidó, lo que podría traducirse en nuevos ataques a la economía venezolana. El plan parece apuntar al aceleramiento de una asfixia económica, de manera de presionar sobre todos los factores al punto de generar quiebres, en la sociedad, en la Fanb, en los poderes del Estado, en el chavismo. Mientras tanto, y articulado a eso, está en marcha el avance a través del plan de la ayuda humanitaria, que no tiene fecha precisa aún, pero que se ha ido construyendo en los imaginarios del chavismo como la llegada de un ejército enemigo a las fronteras del país, y como la salvación con forma de estatua de la libertad pintada de colores venezolanos para los opositores. Por el momento la frontera no presenta movimientos por fuera de su normalidad.
En ese cuadro se esperan la reunión promovida por los gobiernos de México y Uruguay entre otros que tendrá lugar en Montevideo mañana 7 de febrero para buscar vías de diálogo. El objetivo diplomático parece ser en este momento lograr desactivar la lógica de la ofensiva final. ¿Es aún posible? ¿Es viable esa ofensiva o han errado en la correlación de fuerzas? Lograr un regreso al diálogo sería un paso necesario para desactivar los ataques que están en preparación y pensar en cómo destrabar el punto de no retorno.