Dice que no es un “servicio” de inteligencia porque lo considera “peyorativo”. No responde si trabaja para la DEA ni para el gobierno estadounidense. Niega que el fiscal Carlos Stornelli sea su jefe o que trabaje para el ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich. “Soy un apasionado por la investigación”. Ese fue el insólito argumento que esgrimió en su defensa mediática el abogado Marcelo D’Alessio, que aparece en videos y audios ufanándose de tener todos esos vínculos y de operar judicial y mediáticamente. El abogado, sobrino del escribano general de la presidencia, se convirtió en el centro de atención tras la denuncia por extorsión realizada por el empresario Pedro Etchebest, quien lo acusó de querer cobrarle 300 mil dólares para dárselos a Stornelli, a cambio de “zafar” de ir preso en la causa de las fotocopias de los cuadernos.
“Soy un tipo que tiene una oficina y le pagan por investigar”, se autodefinió D’Alessio en una entrevista radial antes de viajar hasta Dolores para declarar ante el juez federal Alejo Ramos Padilla en la causa por extorsión, que también involucra al fiscal y ex funcionario.
Minutos antes, el abogado buscó desvincularse de Stornelli en la entrevista concedida a Radio Con Vos. “Stornelli no es mi jefe, nunca me encargó ningún tipo de trabajo”, afirmó el abogado. Luego aclaró que “lo vi solamente dos veces en la vida”. Una en su despacho de Comodoro Py, al que el fiscal lo convocó para que le explique los “dos capítulos” que el periodista de Clarín, Daniel Santoro, le dedicó en su libro sobre la “corrupción” en Enarsa. La otra, apenas “hace cuatro días”, cuando “le lleve un arrepentido de Pdvsa (la petrolera venezolana) en la causa de los cuadernos”
Pero el abogado tuvo inconvenientes para explicar al menos un tercer encuentro “en la vida” con el fiscal: una foto lo muestra junto a Stornelli y una tercera persona (el intendente de Salta capital, Gustavo Sáenz) compartiendo una amable mesa en el balneario CR de Pinamar: “fue casual, coincidimos en el lugar”, contestó D’Alessio. En realidad, la foto es una secuencia de un video que filmó un hijo del empresario denunciante –y que formaría parte del expediente judicial–, y es parte del encuentro que D’Alessio pactó con Etchebest, al que después invitó a sumarse a la mesa con el fiscal como garantía del acuerdo por el pago de la coima.
En las partes que trascendieron de la denuncia y la investigación periodística, D’Alessio hace gala de todos los vínculos que ayer negó. Alejando, es hijo de Eduardo Luis D’Alessio, que preside la Consultora Irol D’Alessio y sobrino Carlos Marcelo D’Alessio, el escribano general de gobierno de Mauricio Macri. En una conversación con Etchebest, cuenta que su tío fue quien aportó el escribano que certificó la “digitalización” de las copias para el periodista del diario La Nación de los cuadernos, cuyos originales nunca aparecieron, y desataron la denuncia judicial.
También le confiesa al empresario, al que conocía de Enarsa, que había sido “infliltrado” allí por la “Drug Enforcement Administration” (DEA). D’Alesio, que tiene nacionalidad estadounidense, fue presentado en distintos medios periodísticos como un “especialista en narcotráfico” y de vínculos con la DEA. Luego dijo que hacía “un año y medio” que trabajaba para el ministerio de Seguridad de Bullrich. “Mi trabajo es hallar la verdad. Cuando se le pide dinero a una persona, sean 100 mil, 300 mil o lo que mongo sea es para ver de dónde sale. No es lo mismo que diga ‘lo tengo en una caja de seguridad en Buenos Aires’ a que diga que lo tiene que traer de Estados Unidos”, dijo en la entrevista sobre su supuesta labor como investigador y su roleplay en el que hacía de coimero para conseguir información.
“El ilícito no se perfeccionó porque inclusive quiso dar un dinero que fue devuelto”, se defendió el abogado para desmentir el anticipo de dinero que el empresario habría desembolsado como parte de la coima.
D’Alessio dijo que le parecía “peyorativo” usar ese término, cuando le preguntaron si era “un servicio” (de inteligencia). “No pertenezco a la AFI”, aclaró en cambio para negar que cumpliera esa tarea.