El diagnóstico es compartido en el heterogéneo empresariado argentino: el nuevo incremento en la tarifa eléctrica profundizará la contracción del consumo interno y provocará una suba de costos que intentarán trasladar a los precios. Los representantes del sector pyme advierten, además, que ese escenario se conjuga con un proceso de apertura importadora que atenta contra la producción nacional. Las posiciones se bifurcan a la hora de proyectar escenarios durante 2017. Entidades como la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) se presentan optimistas ante la posibilidad de una reactivación, mientras que desde la Confederación General Empresaria de la República Argentina (Cgera) o la Asociación Pyme (Apyme) encienden señales de alarma sobre la evolución del empleo industrial.
“Estamos frente a un combo muy complicado para las pymes y la producción nacional. Este fue el primer aumento pero vienen más en distintos servicios. Las subas se registran además en un momento de caída del mercado interno y apertura importadora. El panorama para las ventas y para sostener las fuentes de trabajo no es optimista en ninguno de los semestres de 2017. No vamos a poder aguantar mucho más si se sostiene esta combinación de políticas que atentan contra el corazón de la actividad industrial”, indicó ayer el directivo de Cgera y empresario marroquinero Ariel Aguilar.
Eduardo Fernández, presidente de Apyme, consideró que los aumentos de entre 61 y 148 por ciento anunciados ayer “quitarán poder adquisitivo al mercado interno y afectarán las ventas, pero además sumará presión sobre los costos cuando no hay margen para trasladarlos a precios”. El dirigente empresarial cordobés advirtió que “nos ponen a competir con el resto del mundo en un contexto de aumento de costos y caída de la demanda. Los principales beneficiados en este esquema son los sectores con estructuras monopólicas y las colocaciones financieras”. Desde el Palacio de Hacienda reconocen que la apertura comercial complementa la estrategia oficial para contener las subas de precios. El año pasado se observaron crecientes importaciones de indumentaria, calzados, muebles, marroquinería, electrodomésticos y alimentos que desplazaron a productores locales y afectaron al empleo.
“Es entendible que el costo de la energía deba reflejar su valor real pero esto impulsa la inflación y hace menos competitiva la producción nacional. Este incremento es una señal más y muy importante que va en sentido contrario de la reactivación y vuelve esteril cualquier esfuerzo por ganar productividad”, advirtió ayer el presidente de la Fundación Pro Tejer, Jorge Sorabilla.
“Nuestra preocupación es el impacto sobre las estructuras de costos en un escenario donde no despega el consumo. Los sectores pymes dependientes de energía serán los más afectados. Aumentan costos que no se pueden trasladar a precios porque la demanda no lo acepta. Entonces atentan contra la rentabilidad”, consideró Vicente Lourenzo, de CAME.