Amores bajo fuego es un libro de investigación periodística en el que reconstruyo cinco historias de amor de militantes de los ‘70. Cada una de las historias la titulé con el nombre de algún poema que se puede leer también al final de cada capítulo.
Elegí esta forma de concluir cada una de las historias porque cuando me sentaba a escribirlas podía visualizarlas a modo de película y cuando terminaba sentía que necesitaba la música de cierre como tienen las películas cuando terminan y aparecen los títulos. La idea del poema fue darle ese cierre musical. En gráfica la poesía es la música. Busqué además el poema que sintetizara el concepto central de cada una de las historias.
“Besos”, de Gabriela Mistral, es el poema que elegí para musicalizar de alguna manera el capítulo que cuenta el amor entre Clelia y Jerónimo.
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
Después de cada historia sumé una entrevista, con el formato tradicional de pregunta respuesta, para poner contexto histórico y político a la historia de amor porque al hacer hincapié en la relación de los protagonistas sentía que muchas cosas quedaban afuera y eran necesaria de tener en cuenta para darle un contexto global de época a la historia que determinó además en la mayoría de los casos, el final de cada una de ellas.