Cadena nacional. Un niño con la careta de Thomas Griesa y disfraz de árbitro de básquet suena el silbato y anuncia minuto a toda la población.
¡Se para la Argentina, señores! Todo el mundo se queda quieto en su lugar sin moverse hasta que vuelva a sonar el silbato. ¡Tres, dos, uno, estatuas!, como pedía la artista conocida como Xuxa en una de sus canciones más emblemáticas. Estatuas, y sin respirar, para que los molinos eólicos chubutenses puedan generar la energía renovable necesaria que nos aporte el consumo de megavatios indicado por el Fondo Monetario Internacional y el Grupo de Ex Secretarios de Energía. La medida es de carácter obligatorio para todo aquel que pise suelo argentino. Ordenamos, decretamos y establecemos este minuto de quietud para la Nación Argentina.
Atilio quedó en posición de levantarse de la silla del bar y siente que debe mantener el equilibrio en el lugar más que nadie. Autodisciplina progubernamental. “Las cadenas del cristikirchnerismo eran más largas, es tan solo un minuto”, se arenga. Hace calor. La humedad es alta. La camisa a cuadros azul, roja y blanca parece a punto de estallar a lo Hulk, pero las costuras resisten.
Ernesto lo mira fijo y se pone colorado, luego pasa a violeta. Contiene la carcajada, sabe que debe quedarse quieto, ya fue multado varias veces por no adherir al minuto oficial. La última penalización tuvo que pasar cien días en el área de máxima seguridad de un depósito de Coto.
El Gallego permanece abrazado a la sanguchera en su lucha contra el cascarudo, que se resiste a ser atrapado, aunque se suma al minuto de quietud. El sociólogo de la posmodernidad quedó junto a una ventana lateral, en posición de fumador de habanos, con el pelo batido por una bruma espesa, templada y húmeda, la barba delicadamente desprolija y la camisa finamente arrugada. Casi no se nota, porque no es de hablar mucho. En el bar, al menos. Ni siquiera sabemos su nombre, piensa Ernesto.
Afuera, el pibe de rapi-pedidos quedó inmovilizado en su bicicleta, en posición de lanzamiento de panfletos de Miguel Ángel Pichetto Presidente.
Sigue sonando “fue como una ráfaga tu amor/chiquilina, yo te quería, chiquilina, me dejaste así/Aquella noche yo te amé y te entregue mi corazón/ Aquella noche nos amamos tu y yo”. Irrumpe el Bebe Sanzo y anuncia a Gente de Zona con su éxito “La Gozadera”. La radio pega estertores de muerte. Parece que no lo va a soportar.
El minuto está por cumplirse. Es necesario también que todos los medios de transporte público queden suspendidos en sus lugares, luego de que los transportados hayan abonado sus pasajes con SUBES adulteradas en una gráfica clandestina de Barrio Parque. Con esta medida, los empresarios obtienen una ganancia extra que viene a acortar el camino hacia la recomposición por las pérdidas sufridas post devaluación.
Las empresas de exploración, transporte y envasado de gas comienzan a encender sus alarmas: piden un minuto extra al minuto adicionado para poder balancear sus cuentas. Entre sus posibles nuevas estrategias se encuentra el envasado de gas licuado de petróleo en pequeña escala. Se preparan para fraccionar el fluido hasta en 250 cm3. Con dos opciones de compra. Una más clásica en botella de vidrio y/o plástico de 500, 1.000, 1.500 y 2.250 centímetros cúbicos de gas que se pueden comprar en estaciones de servicio, súper chinos y hasta kioscos. El otro modelo de negocios es con boca de expendio: los consumidores deben llevar sus propios envases.
Las empresas por ahora están probando con los clásicos termos para mate de litro y medio. Una verdadera solución para las exorbitantes boletas domiciliarias de servicios, que estarían entrando en desuso. Aunque, dicen en los batifondos periodísticos, se viene una ola de microemprendedores que apuestan a crear fábricas y expendedoras de gas artesanal. La cerveza ya fue.
El minuto se cumple. El niño árbitro suena el silbato y todo vuelve a la cotidianeidad. Con el ahorro energético generado por este minuto, explica uno de los vicejefes de gabinete, pudimos llegar a un 95 por ciento del promedio mensual para acercarnos a la meta fiscal signada por las autoridades del BCRA, el FMI, el BM, el BID y la FIFA. La Interpol y la Conmebol quedaron afuera del acuerdo.
Ernesto explota en una mezcla de risa, llanto y falta de oxígeno. Una larga carcajada se mezcla con una tos profunda y ronca. Todo termina en un estornudo que se estampa en el suelo, dibujando una figura similar al croquis de la ex Unión Soviética.
“¡Atilio, creí que se te acalambraba el culo!”, grita Ernesto. Desde afuera le tiran un frisbee con la leyenda “Colimba, hacela corta. Ley Cafiero Ya”. Lo caza en el aire y en un mismo movimiento lo arroja por la ventana y cae en la cabeza de un falso Hombre Araña que transita por la calle y que infla globos con la cara de Alberto Samid para vender en un mercado gourmet de Palermo.