“Ladran, Sancho”, había tuiteado hacia fines de enero Macarena Sánchez, la delantera que lidera la lucha por la profesionalización del fútbol femenino en Argentina. A partir de ayer, esos perros pasaron de los ladridos a las amenazas, cuando cerca del mediodía la ex UAI Urquiza recibió un mensaje intimidatorio –acompañado con la imagen de un arma de fuego y sangre (ver foto)– en la mencionada red social. Mientras tanto, desde el entorno de Sánchez le comunicaron a PáginaI12 que la jugadora y su equipo de abogadas estaban analizando si proceder con la denuncia correspondiente.
“Hace 20 años que juego al fútbol. Siempre viví exclusión y discriminación. Desde que inicié la denuncia de público conocimiento no paro de recibir mensajes con insultos y agravios, pero todo tiene un límite. Hoy me llegó este mensaje”, escribió Sánchez al hacer pública la amenaza, retratada con una captura de pantalla del mensaje del usuario @PuchadeMachi, cuya cuenta pasó luego a ser suspendida.
A inicios de año, la vida de Sánchez cambió rotundamente cuando fue sorpresivamente desvinculada de UAI Urquiza, club con el que había obtenido cuatro campeonatos en el fútbol local, siendo una de las dos máximas ganadoras de la institución. El despido ocurrió a mitad de campeonato y sobre el cierre del libro de pases, por lo que la jugadora se quedó sin equipo (y sin trabajo) hasta el inicio del próximo torneo. Sánchez procedió entonces a denunciar al club para que le reconozcan los siete años de trabajo y dio el puntapié hacia la profesionalización del fútbol femenino.
“Yo espero ser reconocida como jugadora profesional. Sé que no es fácil porque la justicia es muy patriarcal, es lenta. Sé que tiene para rato, pero espero que se me reconozca como trabajadora y que eso abra las puertas para que todas las futbolistas lo sean”, contaba Sánchez a un medio español hace unos días en una de las tantas repercusiones internacionales que tuvo la denuncia, que llegó, por ejemplo, al New York Times estadounidense, el The Guardian británico y el Corriere della Sera de Italia.
Al igual que con la gran mayoría de las jugadoras, el vínculo de Sánchez con su ex club constaba de la firma de una ficha de inscripción a inicio de cada torneo y al posterior pago de viáticos en lugar de salario, mecanismos irregulares que funcionan para mantener fuera de la legalidad a las futbolistas. “Yo creo que esto es el comienzo de la profesionalización. Va a llevar un tiempo largo, mientras tanto hay que hacer algo, no pueden las chicas lesionarse y tener que vender rifas para pagarse una operación de cruzados o no tener un lugar para entrenar”, explica Sánchez, quien tras la amenaza anunció que “vamos a seguir peleando por un fútbol femenino profesional”, una lucha que, evidentemente, cabalga.