Desde Medellín
“El mono” rugía, “el mono” danzaba. Ahora “el mono” agoniza. Los campesinos le llaman “mono” al río Cauca, el segundo más importante de Colombia y del cual dependen de manera directa unos diez millones de colombianos. El cierre de compuertas ordenado por Empresas Públicas de Pública (EPM) y la Sociedad Hidroeléctrica Ituango que construye un embalse a su paso –el mismo que desvió por la fuerza y llenó de cemento ahuyentando flora y campesinos por décadas– ocasionó el ecocidio actual. “El crimen ambiental más grande en la historia de Colombia”, recalcan desde el Movimiento Ríos Vivos que, además de soportar los embates del desarraigo de la tierra desde que empezó el proyecto hace 20 años y la hambruna que llegó con la muerte de los peces, esquiva las balas y amenazas que recibe por ser una de las pocas voces que se levantaba hasta hace unos días en Antioquia contra el proyecto HidroItuango.
Esta semana, el horror cometido tras cerrar las compuertas del embalse en plena sequía nacional, no pudo oculturse más que este megaproyecto está acabando con la vida. Y por eso, a una voz casi solitaria en Colombia hasta ahora y estigmatizada como la de Ríos Vivos, se sumaron los más reconocidos líderes de opinión, columnistas, abogados, profesores universitarios, jóvenes y gentes de toda clase que condenan las imágenes que muestra un río seco y miles de peces y especies animales muertos. “Lo advertimos, no solo hace un año cuando empezó la última crisis, sino desde siempre, cuando metieron los paramilitares a hacer masacres para desocupar las montañas y montar este proyecto sin gentes que les estorbaran, este llamado desarrollo es sinónimo de muerte”, cuenta una voz desde Puerto Valdivia, una mujer que pide omitir su nombre mientras la llamada celular se cae y vuelve a caer pues está intentando ubicarse lejos de la ribera del río pues, tras la sequía, este viernes EPM anunció que se alejaran por seguridad. Están intentando una nueva maniobra para que el caudal suba aún más y detener el daño que están causando y ya no pueden evitar. No son los años 90 cuando las masacres de “paras” eran denunciadas apenas por unos valientes sin Twitter ni whatsapp. Jesús María Valle y otros tantos defensores de derechos humanos fueron señalados de mentirosos y luego condenados a muerte, sí, por atreverse a hablar. Del movimiento Rios Vivos, varios líderes también han recibido esa sentencia, al igual que esos que esperan bajo los sedimentos del río que encuentren sus cuerpos y que, estarían en el cañón del Rio Cauca que EPM pretendía inundar a finales de 2018 sin lograrlo gracias a una serie de errores técnicos que aún no se conocen en detalle.
Pérdidas de vidas humanas a lo largo de años de guerra entre paras, guerrillas y Estado en esta zona hermosa de Colombia, no ha sido la única tragedia de los 12 pueblos afectados por HidroItuango. Las pérdidas de dinero son millonarias y la Casa de Máquinas que inundaron el año anterior en un acto “heroico”, según sus voceros de prensa, está siendo hoy descubierta de nuevo de agua, tras el cierre de compuertas. Secaron pues el río para salvar la casa de máquinas. Mataron las especies para, quizá, salvar algo de los costosísimos objetos que inundaron por su propia torpeza cuando el año anterior –tras desviar de manera forzada el caudal del río– una amenaza de avalancha obligó a tomar decisiones apresuradas que hoy le cuestan la vida al ecosistema y por ende a las personas.
“Dejen vivir al río”, es el mensaje de Richard Sierra consejero de la Organización Indígena de Antioquia en los medios de comunicación que reciben de EPM millonarias pautas y han cubierto el tema hasta ahora de manera favorable al supuesto “heroísmo” que está intentando salvar el proyecto. Esta semana, ante la avalancha de fotos de campesinos en redes sociales –no precisamente de agencias de prensa internacionales– el país se conmovió ante la tragedia ambiental y voces independientes empezaron a exigir el desmantelamiento del Proyecto. Que desmonten este mega embalse cuyo futuro es incierto es el pedido de Rios Vivos desde años pues, además, la inundación amenaza la búsqueda y el hallazgo de los desaparecidos que, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, serían 400 a lo largo de los 12 municipios según registros de las últimas dos décadas.
Los derechos de las víctimas que buscan sus desaparecidos, además de quienes perdieron su territoria, sus aguas, sus prácticas culturales ancestrales por la llegada de EPM están en riesgo desde hace décadas. Esta situación es más grave hoy pues el comercio cesó, la continua amenaza y zozobra han llevado a la gente a salir de sus casas, a refugiarse en las ciudades o pueblos vecinos, a los niños a suspender estudios, a los transportadores a no poder andar las vías, y a toda una comunidad a verse confinada ente el riesgo de que el río los ahogue, o como esta semana, sea secado por orden de un gerente y un alcalde que se siente orgullosos, pese a todo la evidencia de tragedia, de su megaproyecto. “Sabíamos que iba a ocurrir el daño del rio pero nos pareció el mal menor”, dijo Jorge Londoño gerente de EPM en declaraciones que levantaron todo tipo de rechazos. “Se secó el río, sí, pero logramos recuperar parte de la casa de máquinas”, aseveró el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez poniéndose también medio de la crítica. Desde Rios Vivos hicieron circular este mensaje en rechazo a las pasadas y recientes actuaciones y decisiones de EPM, en medio del dolor que siente al ver su mono agonizar.
“Contrario a lo dicho en rueda de prensa por el gerente de EPM (Jorge Londoño de la Cuesta) en presencia del gobernador de Antioquia ( Luis Pérez) y el alcalde de Medellín(Federico Gutiérrez) el río no volverá a ser el mismo y nosotros tampoco porque su vida y la fuerza que hoy le arrebataron, los sedimentos que están quedando represados, su abundante caudal, la temperatura de sus aguas y las riberas hidratadas que hoy sufren erosión con tantas fluctuaciones; todo esto se da por su insensatez, porque no conocen no tienen ni idea que es un río, un ecosistema muy complejo para que se entienda con los ojos de la avaricia y la destrucción”.