Noviembre de 2017, Microestadio Malvinas Argentinas. El calor de unas 7000 personas dejaba un precedente insólito en el mundo del freestyle latinoamericano: aquel era el fin pero también un comienzo. El Quinto Escalón, la competencia que empezó en unas escalinatas de las calles Doblas y Chaco, en el Parque Rivadavia, y que se convirtió en el estruendoso big bang de una movida, se retiraba victorioso en su punto más álgido.
Activa desde marzo de 2012, donde unos jovencísimos Alejo (hoy YSY A, uno de los traperos más prendidos del país) y Muphasa (ahora referente de las Freestyle Master Series, la liga mundial del palo) se juntaban con otros pibes a improvisar, la movida de El Quinto Escalón erigió al freestyle local como bandera, le levantó el precio, subió una vara y metió a los MC locales en las grandes discusiones globales. Heredando el espíritu de competencias como Las Vegas Freestyle (la más vieja de la capital federal) o Halabalusa (la más popular hasta ese momento), El Quinto Escalón creció fuertemente gracias al talento de sus competidores, la viralidad de sus batallas, la fidelidad del público y el acompañamiento de un show de radio que duró algo más de un año en el dial de Vorterix.
Usina de talentos artísticos como Duki, Ecko y Lit Killah, que se pasaron al mundo de las canciones, y de referentes en el mic como Wos, Klan y MKS, El Quinto Escalón fue el espacio de desarrollo de la cultura del freestyle en Argentina. Mientras duró, fue implacable: la movida empezó con un puñado de pibes y se coronó con millones de millones de reproducciones en YouTube. Todo les quedaba chico: las escalinatas, el anfiteatro del Parque, los escenarios armados junto al Gobierno de la Ciudad, Groove, Malvinas Argentinas y la que viniera. El Quinto Escalón era una nueva religión. Hasta que un día… pum, no más, ya está, se terminó. “Obvio que extraño esa época, sí, soy un nostálgico”, dice Juancín, uno de los organizadores de la movida y eterno jurado de mil batallas, sentado en el mismísimo quinto escalón de El Quinto Escalón.
Varios implicados aseguran que se desarmó por un conflicto de intereses entre sus organizadores: mientras Muphasa quería llevarlo a la profesionalización total, Alejo quería convertirse en músico. Lo cierto es que El Quinto llegó a su fin y un tendal de glorias fue abrazado por la Red Bull Batalla de los Gallos, la FMS y las grandes competencias. Pero, eso sí: ¿qué pasaría con los nuevos talentos? ¿Hay vida en el freestyle criollo después de El Quinto Escalón? ¿El trap fagocitó a todos los MC y dejó un camino árido? ¿Querrán, ahora, los pibes ser los nuevos Dtoke, Sony o Papo?
“Siento que el freestyle tiene de fantástico que lo podés hacer con nada; con tu voz ya podés hacer algo”, revuelve Juancín sobre por qué pega tanto entre los jóvenes. Así las cosas, hubo un furor masivo de chicos de secundaria que querían acercarse a las plazas a ganar popularidad y prestigio. “Era increíble el hecho de hacerte conocido por venir a una plaza”, sigue. Después de El Quinto Escalón, la FMS –con sus competencias, su ranking, su gira mundial, ¡con Aczino, Arkano, Chuty y tantos otros personajes que parecen salidos de Dragon Ball Z!– abrazó a ese público y lo volvió más erudito pero menos explosivo.
El factor underground de la plaza tenía una chispa muy difícil de espejar. Por eso, también, por ejemplo, cuando El Quinto Escalón pasaba a un escenario, sus videos bajaban notablemente en views. El público, de fondo, quería batallas gritonas, agite improvisado, freestyle en blanco: el fuego sagrado y romántico de cierto amateurismo callejero. “Siempre nos costó encontrarle la vuelta al escenario”, se sincera Juancín. El maridaje de plaza, público chillón y YouTube fue su mejor combustión. “No creo que eso que pasó pueda volver a darse de esa manera”, insinúa Wolf, uno de los mejores y más explosivos MC del país.
Desde ahí, silencio, confusión, esbozos e intentos. Pero, después de un tiempo de incertidumbre, los melones empezaron a acomodarse. Mientras el país hablaba de “Modo Diablo” y “Skere”, cuando ya todos habían bailado con Loca y hasta Tinelli sabía quién corno es el Duki, nuevos MC estaban esperando la chance de volver a romperla, de encender nuevamente aquel fuego sagrado y romántico. Así nació Cultura Rap, un torneo organizado por el mismísimo Juancín en el que personajes históricos de El Quinto como El Tuqu, Mamba, Beelze o Wolf se trenzan con pibitos sub-15 con hambre de gloria.
“La idea es que sea una competencia gratuita y que salgan nuevos talentos”, procura Juancín sobre esta compe que tiene entre sus jurados a Pedro Peligro (leyenda del hip hop local y papá de Trueno, uno de los competidores “nueva ola” con mayor proyección), a Fosh (fundador de Las Vegas Freestyle), a Tink (competidora y host de la Red Bull Batalla de los Gallos) y a Daro Dos Santos (organizador de El Eje de la Rima). Y, tras los beats, al mítico Veeyam, beatmaker y DJ, conductor del programa Damn. “Ya está apareciendo una nueva generación de freestylers y ojalá que Cultura Rap les de visibilidad y un lugar cómodo”, aventura Juancín.
Por estos días, cada domingo, desde las entrañas del Centro Cultural Recoleta, Cultura Rap equilibra a competidores que llevan tiempo en la escena con otros nuevos o muy nuevos o, sí, muy, muy nuevos. “Ocurre un enfrentamiento generacional que está bárbaro y eso potencia a los que ya estaban y a los de ahora”, dispara Wolf.
“Un día estaba viendo Instagram y pensé que tenía que estar”, sacude Parawa, un MC de 15 años que ya la está rompiendo y llegó a estar en semifinales de la competencia. “El nivel es muy bueno y no hay batallas que aburran”, apunta sobre Cultura Rap. Parawa también temió que, después del Quinto, se hubiera perdido la magia pero, aún así, se mantiene optimista: “Creo que también tiene su lado bueno que haya terminado porque le da la oportunidad a nuevos pibes a darse a lucir en otras competencias y que esas competencias sean más vistas. Además, que la gente se vaya juntando, como en Cultura Rap, hace que fácilmente pueda convertirse en un nuevo Quinto Escalón”.
Entre los participantes de Cultura Rap puede verse una conformación de público ecléctico: niños que apenas balbucean, chicas onderas, leyendas vivas y pendejos con pasta de crack. Entre esos anda G5, un MC de apenas 13 años que ya agolpa views en YouTube y rimas por acá y por allá. “Me parece increíble el nivel de los competidores y de la organización”, sostiene. “Me gustaría que en esta nueva etapa haya un cambio: que haya más gente nueva, una especie de revuelta con pibes que ganen renombre”, sigue. “Todos los días puede venir alguien que no conocemos y romperla”. G5 es parte de la “nueva-nueva ola” de talentos locales y ya se destaca en Cultura Rap como punta de lanza de una generación post-Quinto Escalón que quiere dar batalla con toda.
Entre los nuevos, Mito es una de las firmas que ya se le están plantando a los pesos pesados de las competencias. Tiene 17 años, todavía le falta un año del secundario, y ya sueña con convertirse en uno de los grandes. “El hecho de que estén los competidores de años anteriores, los que ya conocemos hace más tiempo como Tuqu, Wolf o MKS, hace que el nivel de la competencia de por sí ya sea alta, y que estén apareciendo nuevas caras le da variedad”, comenta Mito. “Me gustaría que siga habiendo competencias como Cultura Rap, que le abran las puertas a los competidores para poder crecer y avanzar. Y también me gustaría que aparezcan nuevos eventos que permitan hacer del freestyle algo más deportivo y que podamos dedicarnos a esto.”
Asimismo, Mito advierte que la movida está cambiando y que ese cambio estructural, de fondo, se hacía imperiosamente necesario: “Años atrás era más raro encontrarse con mujeres rapeando y con chicos de más corta edad. Era toda gente más grande y, tal vez, desde afuera, aquello no dejaba una buena impresión de lo que era la movida del hip hop. Ahora vas a un evento y te encontrás con más mujeres y con chicos de 12 años rapeando, y eso hace que el espectador se sienta en un ambiente más familiar”, concluye.
Por caso, salvo nombres particulares, en todo este tiempo no hubo tantas chicas tirando freestyle. Sobre eso apunta Taty Santa Ana, enérgica host de Cultura Rap: “No encuentro un por qué de que no haya tantas chicas en la cultura. Lo que sí es que Cultura Rap busca la manera de que hayan más mujeres a través de no avalar ningún tipo de acote misógino, de violencia de género, de sexismo, etcétera. Y poniendo dentro del staff y de las personas con más exposición a dos mujeres que representan a la cultura, como Tink y yo, así pueden sentirse más acogidas y acompañadas”. Sigue Juancín: “Nosotros ya desde El Quinto Escalón que no bancábamos la apología a la violencia, a la violación y todo eso. Intentábamos marcar una línea de lo que tenía que estar y cualquier contenido misógino, machista o racista es descalificado por el jurado”. Entretanto, felizmente, la escena también está mutando en ese aspecto.
¿Cultura Rap podrá ayudar a tapar el vacío que dejó El Quinto Escalón en la escena? “El Quinto Escalón ya terminó, hubo que dar vuelta la página y pasar a otra cosa. Nos sirvió a todos los que estuvimos ahí, dándonos una oportunidad. Conocimos un montón de gente, fue una locura, una fiesta de principio a fin. No creo que exista un evento que pueda tapar ese vacío. Es una etapa que va a quedar ahí en el recuerdo de todos los que fuimos parte y quizás el día de mañana se pueda llegar a hacer un evento de igual magnitud o tal vez de mucha más. Y que esa sea una etapa distinta, que se disfrute igual o más. Pero lo que fue El Quinto en esos cinco años no se van a poder tapar ni cambiar con nada”, responde Wolf.
Cultura Rap, que se yergue como el sucesor natural de El Quinto Escalón, otorga para el ganador de la fecha un premio en efectivo y también suma puntos para la FMS. Además, el vencedor del torneo viajará a competir a la DEM Battle de Chile y, conjuntamente, clasificará a la competencia Supremacía Buenos Aires. “A principios de 2018 tenía preocupación sobre qué iba a pasar con la escena. Ahora la disciplina está en un lugar bien alto. Y hasta volvió la pasión por las batallas”, resuena Juancín. “Con Cultura Rap queremos ser un puente entre la plaza y la FMS”, cierra el organizador mientras camina por el Parque Rivadavia y un tropel de pendejitos con remera de fútbol y gorrita para atrás lo corren y vitorean al inigualable grito de “¡Eh, aguante El Quinto!”.