¿Cómo acumula fuerzas el movimiento feminista? A una semana de lanzada la primera asamblea multitudinaria en Buenos Aires, en las generosas instalaciones de la Mutual Sentimiento, la huelga internacional se organiza una vez más en cada lugar y desde ahí emerge el tejido regional, global, plurinacional.

Esa dimensión internacionalista cualifica cada situación concreta: la hace más rica y compleja sin que tenga que abandonar su arraigo; la hace más cosmopolita, sin pagar el precio de la abstracción. Amplía nuestra imaginación política al mismo tiempo que crea una ubicuidad práctica: esa sensación que se grita cuando se dice que estamos ¡en todos lados! La organización de la huelga despliega así una política del lugar: el movimiento se amplifica por conexión de conflictos y experiencias, por hacer de la huelga una excusa de reunión en cada lugar. Es decir: se trata de un internacionalismo desde los territorios en lucha. 

Por eso, los territorios domésticos (históricamente encerrados entre cuatro paredes) son hoy espacios de internacionalismo práctico, donde se discuten las cadenas globales de cuidado, los modos de invisibilización del trabajo reproductivo y la falta de infraestructuras públicas. Por eso, los territorios indígenas (históricamente expropiados) son hoy espacios de alianzas sin fronteras, de acuerpamiento comunitario, donde se denuncian los megaproyectos extractivos y a los nuevos dueños de la tierra a cargo del agronegocio. Por eso, los territorios de la precarización (históricamente considerados ‘no organizados’) son hoy formas de experimentación de nuevas dinámicas sindicales, de acampes y ocupaciones en los talleres y fábricas y en las plataformas virtuales, de reclamos creativos y de denuncias que explicitan como abuso sexual, discriminación a lxs migrantes y explotación van siempre de la mano. 

Esta forma de ensanchar las demandas, de hacer crecer los lenguajes y de enredar las geografías exige a cada espacio ser cada vez más amplio en cómo se enuncian los problemas, las querellas, los conflictos y también las estrategias, las alianzas y las maneras de ir, de nuevo, acumulando fuerza común.

Sabernos entrelazadas, compartir pistas e hipótesis, tramar resistencias e invenciones aquí y allá hace a esta “geografía acuática” de la huelga (como la nombraba Rosa Luxemburgo) una composición de ritmos, de afluentes, de velocidades y de caudales.

Las compañeras en toda España han armado una hoja de ruta en la que empezaron el viernes pasado narrando “mil” motivos para ir la huelga, para continuar con asambleas y eventazos y hasta una “operación araña” en el subte madrileño, inspiradas por la que hicimos aquí en medio de la marea verde. 

Mientras, siguen las manifestaciones NiUnaMenos en México. Miles de mujeres, lesbianas, trans y travestis denuncian el femicidio como crimen de estado y la situación de amenaza permanente frente a los intentos de secuestro que se han dado en el subte y que se quisieron sólo subsanar con más policía. Pero es en México también donde vemos una gran secuencia de protestas y huelgas por parte de las trabajadoras de las maquilas de Tamaulipas. Y desde el sureste, las mujeres zapatistas acaban de lanzar una carta explicando por qué este 8M no harán encuentro en su territorio, denunciando la amenaza militar que está detrás del avance de los mega-proyectos turísticos y neoextractivistas del nuevo gobierno. En esta triple escena vemos condensarse ese escenario puesto en marcha por el horizonte organizativo de la huelga internacional: conectar luchas y desde esa conexión afirmar cómo las luchas contra la precarización y el abuso laboral son inescindibles de los femicidios y los acosos y también de las formas de explotación del territorio a manos de las transnacionales. 

Mientras, en Italia, las compañeras de NonUnaDiMeno han lanzado la “cuenta regresiva” para la huelga feminista internacional con una serie de carteles que también “narran” las escenas que ameritan huelga. Contra el no pago de los alimentos por los ex maridos, por los abusos de los patrones, pero también contra el uso de los subsidios como gestión de la pobreza en vez de ser posibilidad de autodeterminación. 

Este es un punto clave que hoy se está discutiendo en varias organizaciones: el manejo de los recursos públicos bajo forma de subsidio o salario social como herramienta que el movimiento feminista está disputando desde una lógica propia. Esto es: evidenciando cómo son las mujeres, lesbianas, trans y travestis quienes se están haciendo cargo concretamente en los territorios de un estado de emergencia frente a las violencias machistas y los ajustes. Lo están desplegando las promotoras de género en los territorios y también las redes de cuidado y autogestión, quienes atienden las clínicas de salud y los comedores, quienes hacen cursos de autodefensa y acompañan de manera “desprofesionalizada” pero consistente a quienes sufren las violencias, quienes dan información y acompañamiento a quienes necesitan un aborto aun en la clandestinidad. Como escribimos en el llamamiento a este 8M desde el colectivo NiUnaMenos: no hay oposición entre la urgencia del hambre a la que somete la crisis y la política feminista. Por el contrario, es el movimiento en toda su diversidad el que ha politizado esa crisis, el que le pone día a día el cuerpo y el que está en condiciones de pelear su reconocimiento económico sin mediaciones patriarcales para garantizar su autonomía y su fortalecimiento.

Mientras, la coordinadora 8M en Chile no para de crecer, después de las tremendas movilizaciones en mayo por la educación no sexista y contra los abusos sexuales de los docentes y el masivo encuentro plurinacional de mujeres que luchan en diciembre. Ellas gritan: “¡La huelga feminista va!”, para ir señalando cómo se construye desde abajo y sigue así andando. Mientras, en Brasil compañeras del Nordeste dicen que el fascismo no pasará y los feminismos negros se preparan para marchar haciendo justicia por Marielle Franco y de todas las que sostienen las economías populares y faveladas contra la criminalización de sus quehaceres. Mientras, en     Bolivia se prepara el #Bloqueo8M https://www.facebook.com/hashtag/bloqueo8m?source=feed_text&epa=HASHTAG, denunciando los femicidios con los que empezó el año pero también acompañando la resistencia de mujeres de la Reserva de Tariquía, en Tarija, que bloquean las obras de la PETROBRAS. Mientras, ya arrancaron las asambleas en Uruguay, con una coordinadora de feminismos cada vez más nutrida en redes. Mientras, en Ecuador se debate paro y levantamiento como herramientas de las historias múltiples de lucha. Mientras, en Colombia y en Perú se sostienen reuniones también semanales con el horizonte del 8M, esa fecha-talismán que nos reúne porque antes que nada nos empezamos a ver y reconocer entre nosotras y entre nosotres.

Verónica Gago. Integrante del Colectivo Ni Una Menos