“Me decidí a grabar porque tenía cosas para decir. Y como se trata de jazz, intenté lograr la mejor foto en movimiento posible”. Julia Moscardini justifica en estos términos su primer disco como solista. Stablemates se llama el trabajo que grabó en agosto pasado, secundada por  Sebastián Loiácono en saxo y arreglos, además de una de las mejores bases que se puede pedir en la actualidad, con Ernesto Jodos en piano, Jeronimo Carmona en contrabajo y Carto Brandán en batería. También está Mariano Loiácono, en trompeta y flugel, como invitado. Con este equipo, en el que por ausencia de Carmona estará Maxi Kirszner en el contrabajo, Moscardini presentará su trabajo el 24 a las 19 en la Usina del Arte, después de mostrarlo en la primera noche del Uco Jazz Festival, que entre hoy y mañana se desarrollará en Mendoza. 

Sucede con frecuencia que los debuts discográficos, acaso como redentores de esperanzas postergadas, aparecen recargados, densos. No es el caso Stablemates. El debut de Moscardini se caracteriza por una sobriedad que en el gusto por el detalle no esquiva cierto riesgo. “El disco es la selección natural de lo que trabajé durante mucho tiempo y sigo trabajando. Alguna vez lamenté dejar pasar otras oportunidades que tuve antes para grabar. Ahora, con las ideas más claras, siento que hay un sentido, una idea realizada”, dice la cantante, y al mismo tiempo reconoce que grabar es una necesidad profesional. “Tenía que mostrar el trabajo que vengo haciendo en vivo. Por ahí si esperaba a creer de tener todo dominado, no grababa  nunca en la vida. Si por mi fuera le hubiese seguido dando vueltas, pero bueno, grabé segura de que de todas maneras era un buen momento para hacerlo”, agrega. 

Definir los músicos para el proyecto fue importante para esa seguridad con la que Moscardini terminó de diseñar su disco. “Convoqué  a músicos que conocía muy bien,  con los que estaba segura que me iba a sentir cómoda y con los que sabía que podría complementar mejor mis intenciones. Tocamos mucho en vivo, probamos repertorio, la música se fue armando y la cosa se fue enriqueciendo”, explica la cantante.  Standards clásicos, como “I Got Rhythm”, de los Gershwin, y canciones menos transitadas como la que le da nombre al disco, de Benny Golson con letra de la misma Moscardini, articulan un trabajo atractivo, en el que hay además páginas de Duke Ellington y Thelonious Monk, entre otros. 

“El trabajo de Sebastián (Loiácono) fue muy importante. Con él vengo haciendo música desde hace varios años, nos conocemos y siempre me interesó su criterio y sobre todo su sensibilidad particular. Juntos, seleccionamos los temas, probamos, descartamos y sobre eso él proyectó arreglos que dejaban espacios abiertos para el aporte del grupo. Me interesaba esa libertad, que todos pudiesen aportar al resultado final poniendo lo propio, pero que además me permitiesen interactuar con ellos. Esa comunicación es fundamental y en este sentido me gusta actuar como un instrumento más”, agrega la cantante que en Buenos Aires se formó con Barbie Martínez y Roxana Amed y en Nueva York con Sheila Jordan, Jay Clayton, Christine Correa, Fay Victor, Theo Bleckman, entre otros. 

Sonar personal, pero sin separarse de la gramática y de la tradición del jazz. En ese sentido, Stablemates resulta un disco ejemplar. En épocas de cruces y contaminaciones estilísticas como recurso inmediato para la elaboración de novedades, Moscardini se apoya en lo que bien conoce y canta jazz. Los ascendentes están claros y ese fraseo elástico y sensual con un oído puesto en la melodía y el otro en la armonía viene de las voces tradicionales del género. “Me formé cantando jazz, juntándome con otros músicos, sacando más de los discos que de las partituras. Más allá de la cuestión vocal y el aspecto técnico, que desarrollé acá, para profundizar en el género busqué en las fuentes. Tuve la suerte de viajar con cierta frecuencia a Estados Unidos, para tomar clases y escuchar a los músicos que me interesaba escuchar en vivo”, explica la cantante. “Además de las clásicas del jazz, me llaman la atención cantantes actuales, como Jazzmeia Horn o Cecile McLorin Salvant, que son muy personales. Pero mi gran ejemplo es Sheila Jordan, a quien pude conocer. Logré estudiar y cantar con ella. Su historia y su relación con la música resultan muy inspiradoras para mí”, asegura Moscardini y como prueba de esa admiración incluyó en el disco el tema “Art Decó”, de Don Cherry y la misma Sheila Jordan.