Desde Brasilia
En apenas un mes y catorce días al frente del Palacio del Planalto, Jair Bolsonaro ya acumula dos escándalos que hicieron estragos en su entorno. El más reciente afectó al ministro Gustavo Bebbiano, sospechado de haber desviado dinero en 2018 cuando fue uno de los responsables de la campaña del Partido Social Liberal (PSL), cuyo candidato presidencial era el capitán retirado del Ejército.
“No se le da un tiro en la nuca a un soldado” comentó el despechado secretario general de la Presidencia Bebbiano ante un grupo de allegados, según escribió este jueves al mediodía el portal G1 cuando parecía que su caída era inminente.
Las sospechas sobre el funcionario surgieron de una serie de artículos publicados en el diario Folha de San Pablo, el último de ellos aparecido ayer, en el que se reveló el desvío de dinero público destinado a financiar las candidaturas de mujeres del PSL, tal como lo establece la ley.
En 2018 Bebbiano era el titular y responsable de las finanzas de una agrupación se presentaba como de moral espartana guiada por la “misión” (expresión recurrente) de erradicar de cuajo la corrupción atribuida al Partido de los Trabajadores. Marketing de la nueva ultraderecha.
A medida que surgen más informaciones sobre el PSL de Bolsonaro y su otrora hombre de confianza Bebbiano, el partido se revela como una agrupación atravesada por sospechas de corrupción. Hace dos meses documentos de un organismo de control financiero revelaron que el senador Flavio Bolsonaro, también del PSL e hijo del mandatario, comandó una supuesta organización delictiva cuando era diputado estadual en Rio de Janeiro. El grupo recaudó fondos ilegales en la Legislatura de Río de Janeiro, donde los principales asesores de Flavio Bolsonaro estaban vinculados a las “milicias” parapoliciales. El caso averió la reputación de Flavio, uno de los miembros del “Clan Bolsonaro”, quien fue investigado sin entusiasmo por el Ministerio Público y protegido por un juez del Supremo Tribunal Federal.
Ahora el escándalo sobre Bebbiano además de causar zozobra en el gobierno y generó otra rajadura entre las facciones que lo integran. Ocurre que el ministro no goza de la simpatía del “Clan”, especialmente de Carlos Bolsonaro, otro de los hijos presidenciales a quien su papá apoda cariñosamente “pitbull”. Especialmente por su ser una fiera escribiendo fake news como lo hizo durante la campaña del año pasado.
Los choques entre las facciones del nuevo régimen son moneda corriente y comienzan a licuar el poder del Jefe de Estado, cuya salud parece endeble.
Ayer, dicesisite días después de haber sido sometido a una nueva operación permanecía en la residencia oficial, el Palacio de Alvorada, mientras la crisis por los manejos de Bebbiano era objeto de cabildeos en el Palacio del Planalto, la sede del gobierno.
El cuadro clínico del mandatario es noticia desde el 6 de setiembre cuando fue apuñalado durante un acto proselista. Debido a las graves heridas sufridas estuvo a punto de perder la vida, según dijeron sus médicos y reiteró esta semana el propio paciente. Desde que asumió la presidencia las informaciones habitualmente opacas sobre su salud han dado lugar a rumores nunca confirmados. Los últimos surgieron después de su reciente operación que duró siete horas y no tres como estaba previsto. Y de su internación de diecisiete días, seis más de lo anunciado. La semana pasada Folha publicó que fuentes médicas pusieron reparos sobre los comunicados oficiales. El miércoles por la mañana la periodista Eliane Cantanhede, del conservador diario Estado de Sao Paulo, dijo en una radio de esa empresa que Bolsonaro había sido sometido a una quimioterapia, información publicada en ayer este diario citando a su autora. Cantanhede, que también es columnista del canal Globo News, es conocida por tener acceso a militares de alto rango y fuentes del gobierno. Unas doce horas después de informar sobre la quimioterapia la periodista desmintió esa información en Twitter.
Mientras continuaba con su recuperación en la residencia oficial el mandatario recibió a los generales Augusto Heleno, ministro del Gabinete de Seguridad Institucional, y Carlos Alberto dos Santos Cruz, responsable de la cartera de Gobierno. Todo indica que el escándalo Bebbiano fue tratado en el encuentro.
Heleno y Cruz son portavoces del ala militar del nuevo esquema de poder instaurado desde el 1º de enero. Los militares al parecer rechazan la caída de Bebbiano porque con ella se fortalecería la influencia de Carlos Bolsonaro y, por traslación, el peso del clan familiar. El vicepresidente, general Hamilton Mourao, declaró a media tarde del jueves su apoyo a una solución “diplomática” para garantizar la continuidad en el cargo del ministro sospechado de manejos ilegales.
En paralelo a los rumores sobre el estado de salud de Bolsonaro –que por lo pronto no son más que eso– corren otros sobre una escalada castrense para quedarse con el sillón presidencial. Es por esto que Bolsonaro evitó tanto como pudo que Mourao ocupe su cargo interinamente mientras estuvo internado. Días atrás el paciente telefoneó desde el Hospital Einstein de San Pablo al vicepresidente y en tono de broma, o no, le dijo “vos me querés matar”.