Los enviados del Fondo Monetario se reunieron ayer con el diputado y ex ministro de Economía Axel Kicillof, a quien le ratificaron que el organismo no tiene un plan de crecimiento económico para el país sino solamente “un programa de estabilización para el tipo de cambio”. Es la segunda después de que mantuvieran un encuentro con el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey. En la reunión que se llevó a cabo ayer en el despacho oficial del diputado en el Congreso estuvieron el jefe de la misión técnica, Roberto Cardarelli, y el economista del Fondo designado para la Argentina, Trevor Alleyne. Según relató a PáginaI12 el pre candidato a gobernador bonaerense, los burócratas del organismo reconocen que la fragilidad de la paz cambiaria ante el riesgo de una nueva corrida por tensiones típicas de procesos preelectorales. “Dicen que les preocupa la inflación y el desempleo, pero que su función es estabilizar el tipo de cambio. Ven en 2019 un año muy recesivo”, señaló el ex ministro.
Esta semana comenzó la ronda de consulta de los técnicos del FMI con representantes del gobierno y de la oposición para analizar la situación del país. Estas reuniones responden a los acuerdos de préstamo con el organismo y parte del artículo IV de su estatuto para supervisar el cumplimiento del programa de austeridad. Pero en la práctica son una mera formalidad, ya que el organismo tiene personal y oficinas en las principales dependencias públicas -hasta en el Banco Central-para monitorear la economía argentina. Hasta el martes hubo reuniones con funcionarios del Palacio de Hacienda. La delegación también visitó al secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere. “La única expectativa del Fondo respecto a este año es por una posible buena cosecha”, dijo Kicillof.
El ex ministro recibió el fin de semana una llamada para pactar una reunión que se llevó a cabo ayer y que se extendió una hora y cuarenta minutos. “Los recibimos con mate y bizcochitos dulces. No se pueden quejar”, señaló el diputado. Las señales críticas sobre el plan de ajuste que delineó el FMI y pone en práctica Cambiemos quedó literalmente sobre la mesa. En el escritorio de Kicillof dejó el libro “Por qué la austeridad mata”, de David Stuckler y Sankay Basu, que contrapone los casos de Grecia e Islandia, ambos con asistencia del Fondo Monetario, ante la crisis global de 2008. “Fue una coincidencia. No lo tenía por ellos. Justo me lo habían regalado”, dijo el legislador cada vez que se lo consultó por la intencionalidad de dejar el ejemplar para la foto.
Según relató a este diario, el tono de la reunión fue amable. El ex ministro y representante por Unidad Ciudadana apuntó contra la falta de debate en torno a la vuelta a endeudarse con el organismo. “Les reiteré que el primer acuerdo de junio no era sustentable, al igual que el salvataje posterior. Les consulté si, dado el monto récord del préstamos, había habido en otra oportunidad un acuerdo similar en el que tampoco se haya consultado y debatido con la oposición antes de que se implementara. No me contestaron nada”, dijo Kicillof. El ex ministro les manifestó la preocupación que existe en torno a la consecuencia en el entramado industrial de las políticas implementadas para equilibrar las cuentas públicas.
“Ellos dicen que entienden y les preocupa el impacto en el empleo y la inflación, pero insisten en que esto es un plan de estabilización, más precisamente del tipo de cambio, y no un plan de crecimiento económico”, explicó el ministro, quien se reunió a solas con los técnicos del Fondo. “Reconocen que el país está atravesando dificultades, pero repiten que es necesario estabilizar la macro y el tipo de cambio. El problema es que esa estabilidad implicó una apreciación del cien por ciento del dólar y un nivel de tasas de interés que tiene un efecto devastador en la industria”, agregó el diputado. También les planteó el riesgo de desindustrializar la economía si se quiere contar con ingresos para pagar los actuales niveles de deuda. Cardarelli y Alleyne consideraron que no es un riesgo el nivel de deuda, pese que el organismo ya comenzó a allanar el terreno para eventuales reestructuraciones de deuda en la región. Por último, los técnicos buscaron despejar “cualquier toma de posición del FMI respecto a las próximas elecciones” y no descartaron tensiones cambiarias hasta octubre.