La Prefectura detuvo ayer al operador Marcelo D’Alessio por pedido del juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla. La detención se concretó en el country Saint Thomas, de la localidad de Canning, y D’Alessio quedó preso en una unidad de la Prefectura de la zona hasta la indagatoria prevista por el juez para este domingo. PáginaI12 accedió al contenido de la declaración espontánea realizada por D’Alessio ante otro juez –en la madrugada del martes pasado– en la que intentó defenderse y proteger al fiscal Carlos Stornelli con una versión, de la que no dio pruebas, en la que señaló como responsables del pedido de dinero a dos ex comisarios de la Policía Bonaerense, presuntamente vinculados a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Más allá de ese frágil intento, Ramos Padilla evaluó el material secuestrado en los dos allanamientos realizados a la casa de D’Alessio, recibió informes sobre entrecruzamientos de celulares y también de las cámaras de los dos lugares donde se concretaron los pagos, lo que lo llevó finalmente a ordenar la detención por el delito de extorsión.
Ramos Padilla investiga a D’Alessio y Stornelli, en cuyo nombre se pidieron los 300.000 dólares. La acusación original no fue hecha ni por la prensa ni por una denuncia anónima sino que fue realizada con nombre y apellido por el empresario Pedro Etchebest, que produce fruta orgánica en la zona de Sierra de los Padres. En concreto, Etchebest entregó constancias de que D’Alessio le pidió 300.000 dólares para aliviarle la situación en la causa de las fotocopias de los cuadernos, algo que supuestamente haría en combinación con Stornelli. Ayer por la tarde también declaró en Dolores la esposa de Etchebest, quien entregó los teléfonos originales desde los cuales se hicieron todas las llamadas, se escribieron y recibieron los mensajes y se hicieron las filmaciones.
Tras allanar dos veces la lujosa vivienda de D’Alessio, Ramos Padilla encontró una fortuna, que incluye la mansión de Saint Thomas, un departamento en Puerto Madero, otra propiedad en el Chaco, diez autos de lujo, dos motos de altísima cilindrada, un yate, una colección de 50 relojes de alto valor, incluyendo un Double Tourbillon que, de ser original, vale alrededor de 200.000 dólares. Además, se encontraron armas, tecnología vinculada a espionaje, una placa de la DEA y remeras del FBI.
D’Alessio es un habitué de los medios que operan con el gobierno de Mauricio Macri y, según asegura una y otra vez en las grabaciones que le tomó el empresario Etchebest, del despacho del fiscal Stornelli. Fue abogado del arrepentido Leonardo Fariña, a través de su socio, y si bien desde el Gobierno ahora salieron a desmentirlo él se jacta de que por ese trabajo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, le pagaba 200 mil pesos al mes.
En la declaración espontánea ante el juzgado penal número 2 de la Ciudad de Buenos Aires, realizada antes de quedar detenido, D’Alessio dijo que fue convocado a “investigar” a Etchebest por el comisario de la Policía Bonaerense, Ricardo Bogoliuk, que –según dijo– se presentó como hombre de la AFI. Bogoliuk fue el comisario al que llamó Alberto Nisman presuntamente para pedirle un arma, pero el pedido no se concretó porque el comisario estaba en Mar del Plata. D’Alessio no sólo involucró a Bogoliuk y la AFI en el pedido de dinero a Etchebest sino también a otro famoso ex comisario de la Bonaerense, Aníbal Degastaldi. El insólito argumento es que en el marco de esa investigación, supuestamente incentivada por los ex comisarios, le pidió 300.000 dólares a Etchebest, en nombre del fiscal Carlos Stornelli, “para seguir la ruta del dinero K a la inversa”. Es decir, para saber de dónde sacaría el dinero. Sin embargo, D’Alessio dice que lo engañaron y que, en verdad, fue toda una maniobra para perjudicarlo a él y a Stornelli. Se ve que mucho no le creyeron porque ayer promedió el día con las esposas puestas.
D’Alessio declaró de manera sorpresiva en la madrugada del martes pasado, 12 de febrero, en lo que se llama juzgado de habeas corpus, un juzgado abierto las 24 horas. Argumentó que se presentaba porque lo seguían varios autos –una Kangoo, Peugeot 308, Partner y otros– y que su vida corría peligro. El riesgo provenía –según él– de los ex comisarios, en especial Bogoliuk, que querían sacarlo de la cancha porque él iba a contar cómo lo contactaron para investigar al empresario Etchebest. Dio una versión incomprobable de que autos y camionetas lo perseguían, pero él logró despistarlos en la Costanera.
Cuando le preguntaron al operador si le iban a pagar por investigar a Etchebest o si había algún contrato, contestó que no, que todo lo que iba a obtener era prestigio y repercusión en los medios por ser buen investigador. No tuvo forma de probar la existencia del encargo de Bogoliuk. Pero, además, el espectacular sabueso, habitué de programas de televisión y columnista en varios medios gráficos afines al gobierno nacional, admitió que no pudo verificar si Bogoliuk era o no de la ex SIDE.
Su forma de intentar zafar de la acusación por extorsión fue argumentar que pidiéndole mucho dinero a Etchebest sabría de dónde sacaba la plata. No parece tener la menor verosimilitud: si el empresario aparecía con el dinero, no por eso le iba a decir de dónde había sacado los fondos. También está el hecho incontrastable de que cobró 14.700 dólares de esa extorsión.
De todas maneras, la conclusión que sacó el operador y que expresó en su declaración espontánea es que lo engañaron, que en verdad Bogoliuk, Degastaldi y Etchebest actuaron en conjunto y que le tendieron una trampa para perjudicarlo, dañar a Stornelli y al periodista Daniel Santoro, a su abogado y a todos los que lo rodeaban. O sea que lo tentaron con una investigación, lo grabaron desde el primer día pidiendo el dinero y lo hicieron caer como a un principiante. En resumen, no extorsionó, sino que fue una pobre víctima de una maniobra: entre Etchebest y los dos comisarios lo engañaron y lo hicieron extorsionar sin que él quisiera.
El juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla, recibió copia de esa declaración y se ve que no le dio la menor credibilidad. Allanó a D’Alessio dos veces y ayer lo metió preso.
Los Bonaerenses
Bogoliuk es un conocido comisario retirado que se hizo todavía más conocido porque habló con Nisman el día anterior a su muerte. Se supone que el fiscal le iba a pedir prestada un arma porque dice que necesita hablar con él de algo personal. Pero Bogoliuk estaba en Mar del Plata, por lo tanto no hubo encuentro. Minutos más tarde, Nisman le pidió un arma a su custodio de mayor confianza, Rubén Benítez y al rato terminó pidiéndosela a su empleado informático, Diego Lagomarsino. Esa fue la pistola que usó para dispararse.
Degastaldi, por su parte, fue jefe de investigaciones de la Bonaerense en San Isidro y tuvo principal participación en el caso García Belsunce. Junto con el fiscal Diego Molina Pico estuvo en el velatorio de María Marta García Belsunce y no se dio cuenta de que la habían asesinado, sino que convalidó la versión de que se cayó en la bañadera. No obstante, siempre apuntó al vecino Nicolás Pachelo como involucrado en el crimen, aunque no se animó a desplegar su postura en el juicio oral. Terminó siendo parte de la trama que condenó falsamente a Carlos Carrascosa.
La declaración de D’Alessio termina involucrando al Poder Ejecutivo y a la AFI. Es conocido que hoy en día la ex SIDE está copada por policías, de la Federal y de la Bonaerense. Y se ve que una parte del aparato de inteligencia está volcado a espiar a opositores y a hacer operaciones en los medios: ese fue el objetivo de la difusión, esta semana, de escuchas clandestinas hechas en la cárcel de Ezeiza o a la filtración el año pasado de diálogos personales entre CFK y Oscar Parrilli.
Seguramente desde la AFI, como ya lo hizo Stornelli y algunos medios, dirán que D’Alessio es un loco, un mentiroso y otros calificativos. Lo concreto es que llevó a Etchebest hasta Pinamar, se reunió delante de él con Stornelli durante cuatro horas y al final del encuentro pidió el dinero. Hay capturas de chats de WhatsApp entre D’Alessio y Stornelli y colaboraciones previas entre el operador y el fiscal. Tras aquel encuentro de Pinamar, Etchebest entregó 9.700 dólares y luego otros 5.000, pagos que fueron filmados con celular. El primero en el hotel Alvear Icon de Puerto Madero y el segundo en la confitería Selquet de Nuñez.