“Vamos al principio: sigo siendo el referente del trap. Del trap de verdad. Es hora de empezar a decirlo porque todo el mundo se infla y yo tengo ganas de inflarme también. Si bien ese estilo musical se convirtió en una palabra mundial, su concepto se tergiversó”, afirma Malajunta Malandro, quien hoy a las 20, en Niceto Club (Niceto Vega 5510), unirá fuerzas con La Mono, la banda comandada por Gaspar Benegas, para llevar al trap a una instancia superior al generar un diálogo con el rock. Algo inédito, al menos en la Argentina. Paradójicamente, la idea se le ocurrió al guitarrista, que también forma parte de la banda del Indio Solari. “En Estados Unidos viví la mezcla de rap y rock, y en los ‘90 éramos una minoría los que hacíamos eso acá. Nos consideraban bichos raros”, explica el ex Las Manos de Filippi en un bar de Palermo. “Me encanta que la música de moda sea una rama del hip hop. Si bien antes no me identificaba con lo comercial, ahora sí lo hago. De hecho, la música argentina se escucha en todo el mundo y eso enorgullece porque son pibes que salieron del barrio”.
–¿Cómo se conocieron?
Gaspar Benegas: –Lo conocí gracias a internet. Vi una entrevista que le hacían y me puse a mirar todos sus videos. A todo el que lo mostraba, me decía que sabía quién era. Lo seguí en Instagram y así entramos en contacto. Me pareció fundamental hacerlo con alguien que tiene afinidad, dejando de lado el prejuicio, que no lo tengo. La idea es compartir una movida entre ambos.
–¿Te sorprendió la invitación?
Malajunta Malandro: –Me contenta conocer a gente pura y sincera como él. Él se paró ante 450 mil personas, cuando el Indio se presentó en Olavarría, y conozco gente que tiene 20 seguidores en Instagram que cree que tiene el mundo a sus pies.
–Si hay algo que los aúna es el Indio Solari: uno toca porque él y el otro porque es fan confeso.
M. M.: –Son cosas que sucedieron y que me ponen contento. Hasta me consiguió un autógrafo del Indio... y me puse a llorar media hora. Ahí entendí el mambo de cuando te piden una foto o un autógrafo. Son muchas emociones juntas.
–¿Pero cuál es el punto de encuentro entre el rock y el trap?
G. B.: –El rock perdió mucho la cuestión del barrio y de la calle, que alguna vez tuvo. Lo explotaron un montón, mientras que la industria se encargó de ponerlo por encima de la cumbia y del folklore. Si bien para mí primero están Mozart y Hendrix, no es así. Hay música para todos los momentos. Por más que escuches rock, podés bailar cumbia. Ya lo vimos con Calamaro. Aunque la gente grande no entiende eso.
M. M.: –Uno de los primeros antecedentes que conozco de este cruce fue cuando el trap estaba surgiendo. Se trató de una performance de Travis, baterista de Blink-182, en la que invitó a varios raperos, mientras él tocaba la batería. Estuvieron A$AP Rocky, que es de la cuna del trap, al igual que T.I., quien editó un disco llamado Trap Muzik en 2003.
–Bandas locales nuevas como Perras on the Beach, especialmente en su segundo disco, Flow de Cuyo (2018), flirtearon con el trap. ¿No será más bien prejuicio del rock más clásico o del rock barrial?
G. B.: –El Indio se ha referido varias veces a su público como “talibán”. Pero, en general, el público de rock de acá siempre fue extremista y nunca estuvo abierto a eso. Toqué en Las Manos de Filippi porque flasheé con Rage Against the Machine, Red Hot Chili Peppers y Body Count. Si bien pasó de moda, acá nunca sucedió. A pesar de que la respuesta del público con respecto a esta propuesta ha sido buena, hay gente a la que el trap le parece cheto. Y no es así. Vos tenés que ver a cada artista. Hay que ir con lo que uno siente y con toda la gente que está a favor.
–¿Y a vos te costó cruzar las fronteras del trap para adaptarte a este experimento?
M. M.: –De lo que no puedo salir es del compromiso de la jerga y de hablar como el barrio. Me surge porque soy de ahí y no me veo en otro lado. Pero la música es música: hice trap, reguetón, bachata, blues y rap. Soy el único que siguió hablando de sus orígenes. Todos los que conozco de cuando comenzamos hablan de minas y de zapatillas.
–Por eso fue más que justa tu inclusión en el festival Buenos Aires Trap, donde compartís grilla con, además del boricua Bad Bunny, la crema y nata del trap nacional...
M. M.: –No le preguntamos nada a nadie. Contactaron a nuestro manager y le hicieron una oferta económica. Yo tengo una trayectoria de doce años en la que siempre le hablé al barrio, por lo que ese dinero podíamos hacerlo laburando como venimos haciendo. Sé que es un fenómeno, pero yo voy a laburar.
–Este cruce ya dejó un resultado, el single “Patricia Lov”, que cuenta la historia de una fan de los Redondos. ¿Se viene el trap ricotero?
G. B.: –Nos conocimos hace tres meses y parecemos amigos de toda la vida.
M. M.: –Ni siquiera fue planificado esto. La canción la tenía escrita, él estaba probando la guitarra, le sacó el teclado y le tocó el bajo sintetizado. Al principio no me gustó mi voz y entre ambos lo llevamos a la forma final. Todo fue muy natural. Hicimos después el video y ya tiene 80 mil reproducciones. De 300 comentarios, hay cinco mala onda. La gente está re agradecida por la unión y la canción.
–¿En qué consistirá el show?
M. M.: –Hay canciones nuevas y hay adaptaciones. Apareceré en su show y él en el mío.
G. B.: –Queremos grabar el show para que quede registro.
–¿Esto seguirá o quedará para la anécdota?
G. B.: –Hay que hacerlo y transitarlo. Nos re cabe compartir y por supuesto que estaría bueno llevar a esta mezcla a otras provincias.
–¿Y el segundo disco de La Mono?
G. B.: –Lo tenemos grabado, pero sacar un disco en formato físico me parece un poco antiguo. Lo que quiero hacer es que mi música se escuche y llegue a la gente, de forma inmediata y sin tantos intermediarios. Eso lo aprendí de Malajunta.