Los corsos porteños callejeros se redujeron de 27 a 19 a pesar de que desde 1997 la murga es patrimonio cultural de la ciudad. Además, este año el Gobierno de la Ciudad redujo en un 50 por ciento el presupuesto que se destinaba al programa del que depende la Comisión de Carnaval y Corsos.
Este año se destinaron 116.620.365 pesos para el Programa 31 de la Dirección General de Promoción Cultural, del que depende la comisión de Carnaval y Corsos, mientras que el año pasado el presupuesto era de 218.159.532 pesos, según informaron a PáginaI12 fuentes de la Legislatura.
A la reducción de dinero se suma la reducción de espacios en las calles para los corsos porteños, ya que muchos fueron trasladados a plazas o clubes de barrio.
Los sábado y domingos de febrero, y el primer fin de semana de marzo (con los feriados de carnaval del 4 y 5), las murgas se despliegan por la Ciudad de Buenos Aires. Los reclamos de varios murgueros giran en torno de la carencia de políticas públicas aplicadas al Carnaval por parte del gobierno porteño. A la vez, critican el hincapié en la reducción de los cortes debidos a los corsos en vez de defender y estimular el festejo popular. Desde el área de Cultura del Gobierno de la Ciudad no quisieron especificar cuánto del presupuesto se destinó este año para la organización y realización de los corsos. Sin embargo, PáginaI12 accedió a la información y se confirmó la reducción de cien millones de pesos.
El dirigente Jonathan Thea comentó: “Es muy poco el aporte que hace la Ciudad de Buenos Aires para que pueda desarrollarse el corso. La verdad es que las murgas y los organizadores de los corsos la reman para que se pueda llevar adelante”.
Por su parte, Diego Manzano, delegado de las agrupaciones de Carnaval de la ciudad ante el GCBA, dijo que “este año, para las funciones artísticas y la producción del Carnaval hubo un aumento de entre el 30 y el 40 por ciento, que entró dentro de nuestro pedido en la negociación por la reducción de cortes de calle”. Y añadió: “Creemos que para ellos era más importante el tema de los cortes de calle, por eso accedieron al aumento. Igualmente, con respecto a la inflación acumulada desde 2016, seguimos estando atrasados”.
Uno de los reclamos que desfilan en las voces de algunos de los murgueros es la reducción de los corsos por parte del Gobierno de la Ciudad. “El año pasado hubo 29 corsos, 27 en las calles y 2 en plazas. Y este año hay 19 en las calles y 6 en plazas, polideportivos o clubes. Se redujeron a 25 corsos y cambió la modalidad del espacio donde solemos actuar las murgas”, explica el Delegado de las agrupaciones de carnaval de la Ciudad.
En torno de la difusión, desde la Dirección General de Promoción Cultural, Silvia Coca aseguró que “se ha incluido en agenda cultural al Carnaval Porteño”, y señaló que “en la página web del Gobierno de la Ciudad se puede consultar toda la información, programación, artistas que participan, ubicación de los festejos”.
Desde el Programa Carnaval Porteño “estamos sumamente orgullosos de nuestro carnaval”, resaltó Coca, quien subrayó que quienes trabajan en ese sector son “en su totalidad murgueros”.
En ese sentido, destacó el Encuentro Regional de Gestión de Carnavales que se realizó en el mes de septiembre de 2018. Sin embargo, Paula “Puli” Argente, una de las directoras de baile del Centro Murga Pasión Quemera, critió ese encuentro porque las murgas porteñas no fueron invitadas. “Hay muchas que tienen más de cien años de cultura como expresión de protesta y a este Estado no le gusta nada todo lo que tenga que ver con las expresiones culturales, y menos con lo popular”, enfatizó.
Argente aseguró que ahora “mandan a las murgas a presentarse en clubes y a plazas porque cada vez nos quieren esconder más. Nos quieren tapar, guardar y no vernos en las calles”.
Manzano tampoco cree que el gobierno porteño fomente las murgas y los corsos. “La ponderación del Gobierno de la Ciudad es la queja por los cortes, y no de los vecinos que asisten a los corsos”, agregó.
Bárbara “Cata” Calderón, del Centro Murga Los Atorrantes de Almagro, en diálogo con PáginaI12 resaltó que “el Carnaval cada año que pasa se fue poniendo peor”, y señaló que eso se nota en que “cada vez hay menos corsos, menos promoción. Lo plantean como cortes de calle y no invitan a la gente”.
Además, Calderón sostiene que todo lo que plantea el gobierno porteño “es para atrasar y deslegitimar los colectivos murgueros. Para ellos somos un montón de gente que va a hacer ruido”.
“La murga sola en sí misma no es Carnaval, sino que atraviesa un montón de expresiones y estaría buenísimo que sea más grande y no cada vez más chico, como lo está siendo”, opinó.
Paola Bertorelli, alias “Poli”, quien junto a su hermano Ignacio codirige La Redoblona, murga que existe hace 22 años, afirma que “a pesar de que la murga está declarada como patrimonio cultural de la Ciudad, hay un presupuesto que se divide para todas las murgas pero que no alcanza ni para los micros”.
La mesa de negociación que los delegados murgueros realizan en conjunto con el gobierno porteño obtuvo la denominación de Comisión de Carnaval, y fue creada por la ordenanza 52039 del año 1997, en el que se declaró a la murga como patrimonio cultural de la Ciudad.
Con respecto a la organización, Bertorelli señala: “Algunos corsos no están iluminados, la técnica que mandan es muy pobre. El Gobierno de la Ciudad este año lo recortó más. Hay cinco corsos menos que el año pasado, donde esas murgas no pueden desfilar”.