Una nueva playa fue inaugurada esta temporada en Buenos Aires. El Gobierno de la Ciudad, en un esfuerzo de creatividad, le puso “Buenos Aires Playa”. Es pública y estará abierta hasta el 28 de febrero en el Parque de los Niños, la última porción ribereña de la ciudad hacia el norte, en el límite con Vicente López. Se vende como el nuevo hito de esta política metropolitana de abrir espacios públicos como si se tratase de fanpages de Facebook. Una saga en la que también se inscribe la “urbanización de la Villa 31”, nombre capcioso de un proyecto que promete plazas aéreas y otros delirios que encubren un propósito intentado sin éxito por Videla y por De la Rúa: erradicar uno de los asentamientos más grandes de Argentina, en el que actualmente viven unas 50 mil personas.

La playa del Parque de los Niños se suma a la de Parque Roca, aunque cualquiera que transita la larga costanera sabe que mucha gente se zambulle en el río en diversos accesos clandestinos. Se estima que, desde su inauguración, a Buenos Aires Playa concurren diariamente entre 5000 y 9000 personas. Previendo esa asistencia, el gobierno dispuso de un aparcamiento para 250 autos. Pero resulta que la mayoría de los concurrentes no tiene vehículo, por lo que el traslado es en medios de transporte públicos que ni cerca llegan al lugar. Como la estación de tren Rivadavia (debajo de la intersección entre General Paz y Lugones) o algunos colectivos que arriman hasta Libertador. Desde allí hay que desandar una caminata de casi dos kilómetros hasta el point playero.

El único periplo posible para los peregrinos es una colectora de avenida Cantilo, sin semáforos ni veredas, por lo que la andada es sobre una callejuela de doble mano y vehículos a velocidades de autopista. Para llegar al pretendido destino de relajo hay que patear el cemento, esquivar autos y cruzar a las corridas sin que se caigan las cosas que cualquiera llevaría a la playa: heladerita, comida, algo para tomar.

El que logra finalmente llegar a esa playa seca con arena impostada y acceso prohibido al agua contaminada del Río de la Plata goza del invalorable premio de haber sobrevivido sin ser arrollado por un auto. Y el que logra arribar primero, además, gana sombra y descanso exclusivo, ya que sólo hay mil sombrillas y tres mil reposeras para el doble de gente. No siempre en todo estás vos.