“Los embarazos en adolescentes menores de 15 años son resultado o están asociados a un ‘entretejido’ de factores: pobreza, uniones tempranas, exclusión/abandono de la escuela, violencia sexual, falta de educación sexual integral a edades tempranas y ausencia de servicios de salud accesibles y amigables, entre los principales”, analiza el informe de Unicef.
Si se pudiera construir un perfil de estas niñas forzadas a ser madres podría decirse que provienen en mayor medida de hogares con algún indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas. “Asimismo, es más probable que las madres de 14 años no hayan nacido en el país, residan en áreas rurales, hayan abandonado la educación formal y que, en su mayoría, no hayan concluido el nivel primario”, enumera la investigación de Unicef.
Tanto el informe de Cladem como el de Unicef destacan el abandono escolar como una de las consecuencias de los embarazos infantiles forzados. “Entre quienes todavía estaban escolarizadas, la mayoría dejó de asistir al quedar embarazada. Sus testimonios revelan sentimientos de vergüenza y situaciones de discriminación. Aunque algunas relatan actitudes de acompañamiento y cuidado por parte de la escuela, también experimentan obstáculos a su continuidad escolar durante el embarazo/maternidad”, advierte Unicef. “Cerca de la mitad de las niñas que viven embarazos forzados abandonan la escuela. En caso de retomar, lo hacen en su mayoría en espacios de menor nivel. También se dan embarazos forzados en niñas que previamente desertaron de la escuela, ya sea para ocuparse de tareas de cuidado, o cubrir necesidades económicas de la familia o por ingresar a una unión precoz”, señala Chiarotti. El bajo nivel educativo le impedirá, luego, acceder a empleos de calidad, reforzándose así el círculo de pobreza.