El ofensivo gesto de Ricardo Centurión de sacarse de encima al Chacho Coudet con un brusco movimiento de un brazo quedó registrado como uno de los desplantes con más repercusión en los últimos tiempos. Coudet reaccionó con vehemencia verbal. “No juega más, es él o yo”, le habría dicho a los dirigentes y como es sabido el jugador fue suspendido. No era la primera vez que el futbolista exponía públicamente su fastidio contra alguien del propio plantel o con el público rival. Esta todavía fresco el gesto a los hinchas de River dibujándose con las manos sobre el pecho las franjas de la camiseta de Boca para recordar que había hecho un gol en un partido en el Monumental. No son pocos los jugadores que se enojan cuando los ponen mas tarde de lo que ellos pensaban que tenían que entrar tarde o que patalean porque el entrenador no los pone directamente o los saca más temprano de lo que esperaban. Algunos expresan su bronca públicamente otros prefieren hacerlo en silencio. Algunos trapitos después se secan al sol, otros en casa. Cada caso tiene sus particularidades. Pero hay muchos antecedentes de situaciones similares a la de Centurión, Juan Ramón Carrasco y Carlos Tevez son los primeros nombres que asoman cuando se mira por el espejo retrovisor. Vale la pena detenerse en un par de escalas de esos caminos sinuosos que recorren jugadores y técnicos.
El caso Carrasco
Domingo 6 de abril de 1979. Juegan Vélez y River en Liniers. Empatan 0 a 0. En el banco, sentado entre Luis Landaburu y Horacio Rodríguez, Juan Ramón Carrasco le pide a Rodolfo Talamonti, ayudante de Angel Labruna, que le avise cuando faltaran quince minutos. En el momento en que Talamonti informa que queda menos de un cuarto de hora, Juan Ramón Carrasco se levanta y empieza a caminar lentamente. El DT y su ayudante se miran azorados, nadie había decidido el cambio. Los hinchas de River comienzan a corear “uruguayo… uruguayo”. Creen que va a entrar. Pero no. El jugador se va directamente al túnel y la hinchada, cuando comprende lo que está pasando, empieza a insultar al entrenador.
Años más tarde el futbolista contó que Labruna le había prometido que iba a jugar por lo menos quince minutos por partido y no le cumplió. A Carrasco el periodismo le había agregado una especie de primer apellido, por el encadenamiento de conflictos en los que se veía envuelto. Se lo llamaba “Elcaso” Carrasco. En otra ocasión, en un partido contra Atlético Chalaco de Perú por la Copa Libertadores, cuando estaba a punto de tirar un corner vio que se movía Leopoldo Jacinto Luque para reemplazarlo y entonces en vez de tirar la pelota al área, la tiró deliberadamente a la tribuna. Un dirigente de River decía por entonces que Carrasco era “Don Quijote para pelear los contratos y Sancho Panza para entrenarse”. Se tuvo que ir de River a Racing peleado con Labruna y con sus compañeros. “Ocho de cada diez jugadores de River no van de frente”, le declaró a la revista El Gráfico tiempo después. Entre las locuras de Carrasco en sus tiempos de director técnico de River de Montevideo se recuerda que una vez se fue de un partido enojado por lo mal que estaban jugando sus dirigidos. Por el medio de la cancha se fue para hacerlo bien evidente. En su paso por la dirección técnica de la selección uruguaya, después de una derrota contra Paraguay en Asunción mantuvo este insólito diálogo con un periodista de una radio de Maldonado, que se reproduce textualmente:
–¿Estás caliente?
–Sí, con tu mujer.
Carlos Tevez
Carlitos Tevez es otro de los que, a la manera de su ex compañero Centurión, más de una vez se negó a ocupar el banco, entró de mala gana o directamente se quedó sentado desoyendo la orden de ingreso que le daba el entrenador. El caso más resonante se dio el 27 de setiembre del 2011 cuando el italiano Roberto Mancini, técnico del Manchester City, le indicó que entrara a la cancha cuando faltaba poco para un partido contra Bayer Munich que iban perdiendo por 2 a 0. Faltaba poco y perdían 2 a 0 se repite para que quede más claro el paralelo con lo de Centurión. Tevez, sentado al lado de su compatriota Pablo Zabaleta pensó: “y ahora me ponés” y se negó a entrar. “Conmigo no juega más”, dijo Mancini y agregó que esas cosas no se podían permitir en un club grande, y que él lo había ayudado mucho cuando Tevez se había querido ir del club un año antes. Lo suspendieron y quedó definitivamente roto su vínculo con el City.
Había cruzado de vereda en Manchester después de una serie de peleas con Sir Alex Fergusson el mítico entrenador del United y en City rápidamente se ganó a la hinchada con sus goles y su buen juego, pero nunca le perdonaron el desplante a Mancini. A tal punto que un tiempo después los hinchas de los dos clubes de Manchester se pusieron de acuerdo sorprendiendo al mundo entero, para pedir a los hinchas que tiraran a la basura la camiseta celeste con el nombre de Tevez en el City y la roja del United, ambas con el numero 32 en la espalda. Los de un lado no le perdonaban que se había ido a la casa del máximo rival y los otros, los del City, se habían enfurecido cuando se negó a entrar a la cancha. Tevez siguió su carrera en la Juventus, después Boca, un club chino y otra vez Boca. Todos saben que tuvo una malísima relación con Guillermo Barros Schelotto que él ventiló cuando el DT ya se había ido del club. Con Alfaro, por ahora está todo bien, pero con Carlitos nunca se sabe.
Tampoco se sabe cuál será el final de la novela del rebelde Centurión, tan impredecible en la cancha como fuera de ella.