“Me cuesta un poco tener una conversación si no me mirás”, reconoce Juan Ibarlucía mientras habla de Infierno porteño, un disco por ahora inédito de Pommez Internacional, pero ya demandante y dramático, siempre a punto de estallar. Olvídense de las referencias al Río Jordán y la exuberancia estilística de Canto serpiente y sus canciones llenas de luz y jovialidad. Si la banda que completan Ignacio Cruz y Hernán Ballotta siempre tuvo un espíritu nómade y viajero, estas canciones conforman un fresco, un aguafuerte sobre la Buenos Aires actual; y están protagonizadas por una empleada paraguaya que trabaja en una casa de clase media o por una heredera de una familia de Zona Norte que pide que al pibe que robó en el supermercado chino lo caguen a trompadas. Con títulos como Apocalipsis porteño, Asalto en el chino o Anticanción, estos temas son tan grotescos que el pop épico de Rey bandido (un éxito en las redes sociales) no estará en el disco porque “no encaja”.
El disco es, como lo indica su nombre, un descenso por los nueve círculos del infierno, pero en clave de sátira negra. “Estamos yendo muy atrás en el arte argentino, pensando en Roberto Arlt o Edmundo Rivero: la idea es ver a qué suena Buenos Aires hoy, con un 30 por ciento de pobreza, inequidad, inmigración, desorden y caos. Asalto en el chino es algo sobre lo que nunca se escribió un tema pero que pasó cientos de veces. Y en Apocalipsis porteño estaba jugando con unos acordes de music hall y me pareció interesante componer un music hall sobre el fin del mundo”, relata Ibarlucía. “Hay una cosa celebratoria, y hay asaltos y linchamientos, pero todo en clave grotesca y eso es lo central”, suma Cruz, que ya venía desarrollando una estética de la chatarra armando beats pegándole a basura o a su heladera.
Ibarlucía y Cruz son investigadores musicales (el año pasado dirigieron la residencia de música del Ministerio de Cultura de Cusco) y esas experiencias se notan en un proyecto ambicioso, que “fue poema antes que disco”. La dieta del grupo incluye trap, el hip hop experimental de JPEGMAFIA, Shabazz Palaces, Death Grip, Dälek o Kids See Ghost pero también lecturas de Leopoldo Marechal o de escritoras actuales como Selva Almada o Mariana Enriquez.
“¡Justicia por mano propia! ¡Asalto en el chino! ¡Furia popular! Con manos vacías. Puteándolo a Cristo. ¡Asalto en el chino! ¡Furia popular! Ahí viene la horda que pide justicia. Con palos y estacas. ¡Cuchillos y antorchas! Ay oficial, ¡no sabe qué susto!”, canta Pommez Internacional en el disco que ellos mismos produjeron y que masterizaron con Chris Gehringer (productor del Blurred Lines de Robin Thicke, de Lady Gaga y de Rihanna) en Sterling Sound, Nueva York. “Creo que mucha de la música que se produce en el mercado es tóxica”, considera Ibarlucía. “No es gratis, de algún modo la terminás pagando: hay que cortarla con la nostalgia. Pero no quiero decir a la gente qué es lo que tiene que pensar, sino presentar un conflicto.”
Aunque el disco tendrá edición en CD a mitad de año por Concepto Cero, Ibarlucía cree que el disco hoy en día “no es tanto un objeto físico sino más bien una etapa artística, un proyecto un poco más amplio”. Por eso, cuenta, ahora están trabajando con Constanza Gatti para los videos. “Aunque no creo que algo sea nuevo solamente porque lo hace gente joven, porque Scott Walker con 60 años tiene mucha innovación y un pibe de 20 años capaz hace algo muy conservador, no entiendo las reacciones que tienen los rockeros con el trap y el hip hop. Son iguales a las que tenían los tangueros de la vieja guardia con el rock: es una reacción conservadora”, analiza Ibarlucía. Y se pregunta: “¿Estarán preocupados por perder puestos de trabajo?”
Con este Infierno porteño, para el que investigó en los “infiernos” de la literatura local pero también El Paraíso Perdido de John Milton, Ibarlucía buscó otra perspectiva: “Quisiera poder correrme de pensar que la crisis que estamos pasando solamente viene desde lo político: creo que es una crisis psíquica y cultural que tiene también consecuencias políticas, pero que principalmente es del orden de lo subjetivo. Me impresiona ver a un trabajador asalariado convencido de que el problema del país es que él gana de más. Nuestro disco es una operación contracultural. Creo que el tema del Apocalipsis está por ahí, dando vueltas, y capaz ahora nos toca escribir conscientemente sobre eso.”