Fue en algún punto el Oscar Wilde del mundo de la moda: en ocasiones mezclaba exquisitamente el esnobismo con guiños a la cultura popular y de masas. Así supo crear piezas estrafalarias como un bañador del que brota agua burbujeante o un vestido con la forma de un automóvil e hizo desfilar por pasarelas de alta costura a modelos eróticas. Asimismo como fotógrafo del machista calendario Pirelli incluyó por primera vez desnudos masculinos. También como Wilde supo acuñar frases memorables por lo provocativas, egocéntricas (“Definitivamente tengo los pies en la Tierra, pero no en esta Tierra”) y elitistas (“Cualquiera que no sea por lo menos trilingüe es un campesino”). Recurrentemente sus opiniones dichas con su particular estilo eran retrógradas y desagradables como cuando dijo que la cantante Adele era demasiado gorda, que odiaba a la gente fea y que los rusos eran tan feos que si fuera una mujer rusa, sería lesbiana.
Pero al contrario de Wilde, eligió nunca ser víctima. Lejos de los Bossie él mismo se definió como un vampiro que chupa la sangre de los demás y como loca mala afirmó que el perdón era demasiado fácil y prefería la venganza. Y a la hora del sexo prefirió a los prostitutos de lujo antes que a los burdeles de los sectores populares (“Creo que es lo saludable y los ricos se lo pueden permitir, el resto necesita el porno”).
También fue retrogrado con respecto a la militancia gay de la que renegaba y no creía en el matrimonio entre hombres. También descreía de la homofobia simplemente porque él nunca la sufrió y porque sin dudas protegido por su clase social aprendió de su madre que el hecho de que le gustaran los hombres era tan natural como su color de pelo. Sin embargo, fue uno de esos personajes que como Wilde hacen de su vida una obra de arte y en eso constituye su militancia. No solo por su invalorable contribución al mundo de la moda, sino también porque en términos de relaciones personales definió un hito al nunca acostarse con las personas que amaba: “El sexo no puede durar, pero el cariño sí”, afirmó. Esa frase parece haberla materializado en la única debilidad que tuvo en su existencia: su convivencia (aparentemente platónica) de casi dos décadas con el bello, promiscuo, depredador sexual y desmesuradamente drogón Jacques de Bascher a quien definió como un diablo con rostro de Greta Garbo. Con de Bascher vivió una relación ajustada a sus normas, dejando que el efebo tuviera sexo alocado con quien quisiera (o sea con todes) o con quien pagara para que nunca tuviera que trabajar porque con cierta generosidad socialista creía que la belleza era colectiva. También avaló (y para algunos fomentó como gozoso vouyerista o peor para abatir a su enemigo del mundo de la moda) que De Bascher tuviera una relación con Yves Saint Laurent que para muchos precipitó al francés a su autodestrucción. De Bascher fue lo más cercano que tuvo a un Bossie y sin embargo fue él quien lo sobrevivió y lo acompañó en su lecho de muerte por sida hacia finales de los ochenta. Luego su compañía más estable fue su gata Choupette a quien popularizó en las redes sociales y a quien declaró heredera de su fortuna. Muerta Lee Radziwill, la hermana de Jackie Kennedy, y ahora tras la partida de Lagerfeld desaparece el mundo del auténtico jet set.