La inflación a nivel mayorista se desaceleró en enero hasta el 0,6 por ciento, muy por debajo del incremento de 2,9 por ciento en los precios minoristas. Esa diferencia podría presagiar un descenso en la inflación que llega al consumidor final, aunque si se mira con más detalle la conclusión es la opuesta: los precios mayoristas registran todavía una suba de 15 puntos por encima de la evolución de los precios minoristas, lo cual adelanta que los primeros seguirán alimentando a los precios finales. Precisamente, este fenómeno fue una de las razones para explicar por qué la inflación minorista de enero fue mayor a la esperada. La estabilidad del dólar fue clave para lograr el resultado mayorista de enero.
El Indec informó ayer que la suba de los precios mayoristas, que se miden a la salida de la fábrica, fue del 0,6 por ciento en enero. Este índice viene en baja desde fines del año pasado, después de la explosión que mostró en el tercer trimestre junto a la crisis cambiaria, con un pico del 16 por ciento mensual en septiembre. El 0,6 de enero se compone de una suba del 1,5 por ciento en los productos manufacturados a raíz del aumento del 3,4 por ciento en alimentos y bebidas, que sigue mostrando una importante dinámica inflacionaria. También impulsó al índice la energía eléctrica, con un aumento del 3,3 por ciento. En cambio, el precio promedio en pesos de los productos importados tuvo una baja del 2,4 por ciento a partir de la evolución del tipo de cambio en ese período. El 2 de enero, el dólar minorista cerró en la plaza local a 38,80 pesos y el 31 de enero cotizó a 38,30 pesos, lo cual implica una baja del 1,3 por ciento. También jugó a favor de la moderación del índice mayorista la caída del 8,7 por ciento en los valores del rubro de petróleo crudo y gas.
En los últimos doce meses, el índice de precios mayoristas del Indec acumula un alza del 66,9 por ciento, que todavía está muy por encima del 49,3 por ciento que registra la inflación minorista en el mismo período. Ese diferencial por ahora es absorbido por el eslabón del comercio a través de caída de la rentabilidad. Si no se traslada al minorista es porque el nivel de consumo está en niveles tan bajos que no es posible para la demanda convalidar más aumentos de precios. Sin embargo, esa brecha seguirá ejerciendo presión sobre los precios al consumidor. Algo de este proceso de traslado inflacionario “con delay” se observó el mes pasado. Como apuntó la consultora Ecolatina, “en enero se produjo una nueva aceleración en el IPC Núcleo –que excluye a regulados y estacionales– pese a que el tipo de cambio se mantuvo estable y ante la ausencia de aumentos en electricidad y gas. Esto refleja la inercia del actual proceso inflacionario en el cual una vez desaparecido el shock inicial los precios continúan ajustando”.
Para febrero, la inercia descripta junto a los aumentos de la electricidad y transporte y la continuidad en el incremento de precios de alimentos impulsados por la carne anticipan una inflación que podría incluso superar al 2,9 por ciento de enero.
Por otro lado, los costos de la construcción subieron en enero un 1,1 por ciento frente al mes previo y acumulan en doce meses un alza del 44,8 por ciento. Ese avance anual se explica por el impulso del 60 por ciento en los materiales, mientras que los salarios lo hicieron en un 36 por ciento.