Antes de que comenzara el proceso asambleario para la preparación del tercer Paro Internacional Feminista, se empezó a difundir en redes la propuesta de “cambiar las consignas del 8M para convertirlo en una marcha pura y exclusivamente de mujeres”, impulsada por individualidades y grupos que se reconocen “radfem” –traído del inglés para decirse “feministas radicales”–. Esta posición claramente excluyente de las identidades trans, travestis y no binaries fue rechazada en la primera asamblea como consenso básico de ese espacio transversal, ecléctico, que viene ensanchando las nociones de trabajo y también las de huelga para reconfigurar el 8 de marzo, de manera interseccional e internacionalista, en un día de insumisión y de lucha. Sin embargo, en la segunda asamblea, el viernes pasado, el conflicto volvió a instalarse cuando la asamblea rechazó escuchar las posiciones excluyentes de estos grupos. ¿Pero quiénes son las feministas radicales? ¿Cuál es la intención de volver a instalar conflictos ya saldados? ¿Cuáles son sus alianzas y cómo construyen su sistema de visibilidad? Estas y otras preguntas contesta Catalina Trebisacce, investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de FFyL, UBA, dedicada al estudio de la historia del feminismo argentino y al campo de la epistemología feminista. Porque a estas posiciones segregacionistas no se las puede sobredimensionar -así es como crecen de hecho en redes- pero tampoco subestimar.
–¿Quiénes son las radfem?
–Es difícil saber quiénes son las feministas radicales en Argentina. En principio, porque en el mapa político local sus agrupaciones apenas datan de un poco más de un año y, por tanto, no hemos tenido el suficiente tiempo aún para conocerlas. En segundo lugar, porque los grupos existentes se organizan fundamentalmente en torno a las redes sociales, de las que hacen un empleo del tipo millenial, es decir, usan exclusivamente nombres fantasía –lo que no nos permiten saber de qué compañera se trata cuando nos la encontramos luego en una reunión– y mantienen varios perfiles en simultáneo, garantizando su virtual multiplicación con posteos y reposteos aquí y allá. Por todo esto, la información que tenemos es precaria pero podemos reconocer dos agrupaciones: Feministas Radicales Independientes de Argentina (FRIA) y Feministas Radicales Argentinas (RadAr). Dos agrupaciones que en la segunda mitad del año pasado hicieron circulan manifiestos y solicitadas. Estas dos agrupaciones si bien mantienen alianzas sobre ciertos puntos nodales del hoy llamado feminismo radical, mantienen sutiles diferencias respecto de esos mismos puntos.
–¿Cuál es el marco de alianza de estos grupos?
–Acá, en Argentina, las alianzas más importantes las tienen con el abolicionismo. Entre las fundadoras de los grupos de Radfems se encuentran referentes destacadas del abolicionismo más rancio. Por otra parte, es posible imaginar algunas alianzas no del todo confesas, no del todo oficializadas, con organizaciones de izquierda diversas. Las feministas radicales de FRIA se definen materialistas y dialécticas, declarándose así tácitamente marxistas. Las chicas de esta organización sostienen que las malentienden cuando se las llama transfóbicas o biologicistas, porque ellas están sosteniendo en realidad una posición que pone el foco en la opresión específica de las mujeres sin distraerse en las derivas del género por autopercepción, que es para ellas prácticamente un lujo burgués. Ahora bien, salvo Razón y Revolución cuyo referente salió bochornosamente a apoyar a las radfems, el resto de los partidos de izquierda estarán teniendo la discusión y algunos ya salieron a desmarcarse. Habrá que ver cómo sigue el asunto.
–¿Por qué en tiempos de revuelta feminista se instala una discusión conservadora?
–La idea de que las feministas radicales son en realidad conservadoras no le hace del todo justicia a la complejidad del asunto. Ellas sostienen que son radicales (lo que se opone por definición a conservadoras) porque, a diferencia del resto del feminismo (al que, por otra parte, califican de liberal), ellas se comprometen con una lucha revolucionaria que combate de raíz la opresión de las mujeres. Una opresión que no es identitaria, ni tampoco biológicamente determinada, sino de clase. La clase de los hombres que usufructúan a la clase de las mujeres. Todo lo demás, todas las otras resistencias, constituyen desviaciones de la lucha principal. Pareciera que estamos en las mismas encerronas teórico-políticas de 40 años atrás.
–¿Hay un antagonismo real entre feminismo radical y liberal?
–Esta curiosa oposición que aparece en esta tercera vuelta del feminismo radical pareciera ser resultado, justamente, de la poca y bastante mala información con las que estas nuevas generaciones de feministas contaron al momento de reconocer el mapa político en el que se inscribían. Las grandes productoras y difusoras de este antagonismo bastante discutible se encuentran en el mundo de las bloggers. Muchas bloggers internacionales se han ocupado de reseñar, con las herramientas que una búsqueda en google les permite, la historia del feminismo y las distintas vertientes que ha tenido. En estas reseñas ha tomado forma esa oposición y se ha reproducido en las redes hasta convertirse en los lentes mismos de (in)comprensión del campo que llevan puestos las feministas radicales.
–¿Tienen entonces inspiraciones teóricas más allá de los tutoriales de youtube?
–Las grandes inspiraciones teóricas provienen del feminismo radical norteamericano, que data de los año 70 pero que se reversionó en los 80. Los feminismos de aquellos años y de aquella geografía supieron definirse como marxistas y estuvieron especialmente abocados a volver inteligible, es decir, comprensible, lo que llamaron la opresión específica de las mujeres. Una opresión, decían, que no podía reducirse a la opresión capitalista. Teóricas de distinta procedencia se abocaron a señalar que pese a la exitosa alianza que se constituía entre el capitalismo y el patriarcado, éstos eran vectores de opresión que se producían con cierta independencia. De hecho, muchas de aquellas feministas se ocuparon de enseñar cómo el patriarcado era un sistema de dominación que precedía al capitalismo. Ironías teóricas. Esta interpretación en torno a la opresión específica es la que hoy les permite a las feministas radicales, en primer lugar, cuestionar los análisis y posicionamientos feministas interseccionales (es decir, análisis que contemplen otros sistemas de opresión en simultáneo y sin jerarquías interpretativas a priori) y, en segundo lugar, desestimar otro tipo de militancias feministas y lgtb que no conceptualizan como ellas “el problema de raíz”.
–¿Por qué es directa la alianza con los abolicionismos más rancios, como dijiste antes?
–Las referencias teóricas más citadas son las de Catherine Mackinnon y Andrea Dwortin, radicales de los 80 que aportaron a la teoría feminista radical un énfasis en torno a la opresión sexualizada de las mujeres. Tiene que ver con el contexto de expansión de la industria pornográfica en los 80 y cierto “destape” cultural internacional que permitió la aparición de desnudos y semidenudos en los medios de comunicación como una estética del capitalismo sexista de esos años. Estas autoras sostuvieron posiciones en contra de lo que consideraban como una cosificación de las mujeres, a las que imaginaban eminentemente heterosexuales. Las alianzas con las abolicionistas se fundan entonces en estas referencias teóricas que hablan de una opresión específica de las mujeres que se funda no sólo en tanto que reproductoras de la fuerza de trabajo, sino principalmente como objeto de dominación, cosificación y explotación sexual.
–¿Son la mayoría muy jóvenes, verdad?
–Son muy jóvenes las que aparecen en las redes sociales con más fuerza, pero es cierto también que entre las radfems hay referentes grandes del movimiento abolicionista, como también académicas e intelectuales. Éstas últimas se resisten activamente a estudiar con seriedad a la teoría queer. Esto es así acá en Argentina, pero también lo es en Chile o en España dentro de distintas academias. Y esto es así porque los postulados de dicha teoría corrieron de base los cimientos de interpretación del estado de cosas del feminismo, y para algunas eso fue amenazante y desestabilizador. Hoy, a estas académicas las encontrás comentando positivamente los muros del feminismo radical.
–¿Cómo se puede evaluar la eficacia de las radfem en redes?
–Este feminismo gana porque tiene el conocimiento general para su autoreplicación, casi al infinito. Y en este punto, es preopupante que las radfems conquisten en las redes el papel de víctimas. Sabemos que es un problema porque en las sociedades contemporáneas ese lugar, que antaño era depreciable, ahora es un lugar de enunciación legitimado, incuestionado y, en cierto punto, deseado.Que lasradfems se conviertan en las víctimas del feminismo es uno de los riesgos que este asunto tiene. Desde los incidentes de la última asamblea para el 8M, la cuenta de Facebook de FRIA y la de Twitter de RadAr aumentaron seguidorxs de modo considerable. Aunque, insisto, de todos modos, y para bajar las hiperalarmas que no ayudan nunca, creo que las radfems no tienen muchas posibilidades reales de desarrollo y despliegue con el buen estado que presentan los movimientos feministas y la militancia lgtbiq en Argentina.