En la siempre refulgente ciudad de las luces, propone un grupo de alumbradas muchachas “un itinerario por las creaciones femeninas de París”: tal es la idea detrás de Le Matrimoine Parisien, novísimo mapa interactivo ideado y desarrollado por Delphine Bourdon, de 23 años, Blanche Cardoner, de 22, y Sirine Dutot, de 24, estudiantes de historia del arte de la École du Louvre. En línea desde comienzos de año, enlista la susodicha herramienta digital, el exhaustivo proyecto cartográfico, más de una centena de obras de mujeres que pueden verse a la vuelta de la esquina en la urbe gala, en espacios públicos. “Pasamos al lado de estas piezas todos los días, sin saber que fueron creadas por mujeres artistas”, explica el trío de veinteañeras, dadas a la reivindicativa labor de dar a conocer la contribución femenina en el paisaje cultural de su ciudad. De allí que su mapa no solo detalle dónde están las piezas y quién las creó con correspondientes notitas explicativas: ofrece también petit bio de la artista en cuestión, destacando otros trabajos notables en sus hojas de ruta, para albricias de transeúntes locales o turistas que gusten dar con hallazgos varios en sus paseos por la cité.
Caminando por el Patio del Carrusel del Palacio del Louvre, les alcanza a Delphine, Blanche y Sirine señalar una de las fachadas para ejemplificar: en uno de los archiconocidos frontones puede verse el clásico alto relieve La Législation, de 1878, que lleva la firma de “Madame Léon Bertaux”. Léase Hélène Bertaux, reconocida escultora del siglo 19, una de las primeras mujeres en recibir encargos públicos del gobierno local. “Siempre firmó sus obras con el nombre de su esposo; aquello posiblemente le facilitase ingresar a los grandes salones en tiempos en los que la mujer era considerada mera musa, de ningún modo creadora. También luchó para lograr que otras colegas tuvieran un lugar en el mundo del arte. En 1881, sin más, creó la Unión de Mujeres Pintoras y Escultoras, que no solo defendía sus derechos, también organizaba muestras donde ellas pudieran exponer”, relatan las muchachas, chochas por haber conocido a HB gracias al proyecto en cuestión. En el mapa, por cierto, también proveen de la geolocalización exacta donde antaño estuvo el taller de madame Bertaux.
Zigzagueando por el Jardin des Tuileries, el trío vuelve a dispensar ejemplos: que la escultura de bronce que emula un tronco de árbol levemente deforme se llama Manus Ultimus y fue cincelado en 1997 por la polaca Magdalena Abakanowicz, “una artista que busca reintroducir lo vegetal y lo orgánico a nuestras vidas agitadas para apaciguarnos”. También en el jardín, sobre bloques de granito, señalan distintos pares de manos entrelazadas: “manos que se abrazan, se enroscan y se sostienen unas contra otras, reflejo de nuestros propios gestos diarios, de infinita ternura, amor, intercambio, pero también de agonía, ansiedad, desgarro”. Son The Welcoming Hands, de Louise Bourgeois, creadas en 1996, instadas en las Tullerías en 2000. En fin, apenas algunos casos de los más de 130 trabajos enlistados por las muchachas hasta el momento, a las que en breve sumarán otros 50. Divididas siempre las obras en prácticas categorías: arquitectura, escultura, pictórico, ateliers y –el más amplio– sitios de arte y cultura.
Gracias a Le Matrimoine Parisien, no faltará quien se desayune con que el Centro Pompidou –diseñado por el tano Renzo Piano– fue rediseñado en la década del 80 por la arquitecta Gae Aulenti, responsable además de la conversión de estación de trenes a museo del prestigiosísimo Orsay. O bien, que detrás del proyecto de la Filarmónica de París, obra magistral dedicada a la práctica, el estudio y la promoción de la música, hubo una mujer, asociado don Jean Nouvel para la ocasión con la camarada Brigitte Métra. ¿El mosaico que representa la Revolución Francesa en el andén de la estación Bastille de la línea 1 de metro? Obra y gracia de dos mujeres, Liliane Belembert y Odile Jacquot. ¿Y la escultura en piedra de una mujer con cuenco que emperifolla el ingreso del Palais de Tokyo a los pies de su escalinata? La Femme Maure, de 1937, de la artista y etnógrafa francesa Anna Quinquaud.
Por lo demás, gracias al aceitado motor de búsqueda, es posible consultar al mapita previo a embarcarse en la aventura de redescubrir París desde la encantadora perspectiva propuesta. ¿El atelier de Coco Chanel de 1918? En la 31 rue Cambon. ¿El estudio de la fotógrafa y pintora Dora Maar? En la 29 rued’Astorg. De Niki de Saint Phalle, claro que varias piezas a lo largo y ancho; acaso la más popular sea la lúdica y colorida Fontaine Stravinsky, a pasitos del Pompidou.
Inicialmente creado como proyecto estudiantil para un seminario de herramientas digitales, cuenta el trío feminista que decidió volcarse a la iniciativa cartográfica para “dar visibilidad a nombres que continúan siendo invisibilizados”. Quisieron hacerlo “de una forma práctica y duradera, que a otros pudiera ser de utilidad”. Et voilà Le Matrimoine Parisien, proyecto que no para de crecer. Porque, según las muchachas, el inesperado éxito de la plataforma ha sido tal que internautas han comenzado a enviarles espontáneamente más y más sugerencias para enriquecer el mapa interactivo. Sugerencias que ellas no solo reciben de buenísima gana, con la promesa de procesar e incorporar: invitan a que más humanos aporten su granito de arena a la humilde cruzada, siempre y cuando se atengan a dos condiciones sine qua non. Las obras de Le Matrimoine Parisien, subrayan, necesariamente tienen que haber sido realizadas por damas; y deben además ser de acceso público, libre, gratuito. “La idea es que la gente salga a la calle y redescubra París”, insiste Dutot.