Hace un poco más de dos años a algunas ciclistas urbanas se les ocurrió aprovechar una herramienta tecnológica como es el whatsapp y crear un grupo que tenía el nombre de “Mujeres en Bicicleta Latinoamérica”. Lo que podría haber decantado en una loca idea hoy reúne a más de cien lideresas usuarias de la bici de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Puerto Rico y Venezuela.
La bicicleta como herramienta de transformación social es un objetivo ambicioso, pero la combinación de bicicleta y feminismo es poder.
En estos días se conoció la noticia de que en el marco de la “Vuelta a San Juan”, la reconocida competencia internacional de ciclismo deportivo que tuvo lugar hasta el 3 de febrero en nuestro país, una mujer fue acosada sexualmente por un corredor belga cuando esta le pidió una foto junto a él y su equipo. Tras la repercusión mediática que tuvo el hecho los organizadores del evento dieron a conocer su decisión de expulsarlo de la carrera, con el propósito de resguardar el “honor y la reputación de la Vuelta a San Juan, la UCI y el ciclismo en general”.
Desde la Red de Mujeres en Bicicleta de Latinoamérica celebramos a través de un comunicado la sanción pero creemos necesario señalar que no refleja un auténtico compromiso con la erradicación de conductas machistas cuando el interés está focalizado más en cuidar el prestigio de una institución que en empatizar con la víctima de un sistema patriarcal que sigue operando con total impunidad aún en el 2019. Las pruebas están doblemente a la vista: un referente de la belleza hegemónica - blanco, heterosexual, padre, esposo y procedente del primer mundo- se siente libre de acosar a una mujer latinoamericana; la Vuelta a San Juan, como muchos otros eventos, excluyen a las mujeres y a todo cuerpo no heteronormado, lo que perpetúa privilegios y patrones de violencia.
Creemos necesario contar con el compromiso de todas las organizaciones que realizan actividades relacionadas al uso de la bicicleta, para promocionar de manera activa la participación de mujeres y otros géneros no hegemónicos. Todo espacio que no les contenga en su organización y participación predispone y potencia el machismo y la misoginia que matan en toda Latinoamérica y permiten la perpetuidad de la complicidad entre varones machistas, muchas veces refugiados en escenas de humor y códigos internos de la cultura patriarcal.
Queremos ciudades sin violencia vial, pero también sin violencias de género, para esto el feminismo latinoamericano y decolonial nos reúne y abraza para dar lugar a la sororidad ciclista.