Desde Roma
En un momento en el que la Iglesia católica vive una de sus peores crisis de credibilidad porque siguen saliendo a la luz cientos de casos de prelados acusados de pedofilia (más de 800 en Estados Unidos últimamente, 148 causas abiertas en Chile, más de 400 en Irlanda) pero muchos otros países por el contrario siguen manteniendo el silencio más absoluto sobre el tema, el Vaticano inaugura hoy su primer gran encuentro mundial sobre abusos sexuales de menores en la Iglesia que intenta diseñar un plan de acción y poner un freno al silencio. Del encuentro participan algunos cardenales, los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, sacerdotes y monjas y distintos expositores.
Los casos de abusos sexuales en la Iglesia comenzaron a salir a relucir públicamente después del 2002, cuando el problema explotó por primera vez en la diócesis estadounidense de Boston. El cardenal Bernard Law de esa diócesis, ya fallecido, fue acusado por las víctimas de encubrir buena parte de esas denuncias.
Según un artículo de la Revista católica Familia Cristiana de 2017, al Vaticano llegaron en 2004 unas 800 denuncias mientras que en 2017 se hablaba de unas 600 denuncias anuales y de 900 sacerdotes obligados a dejar el sacerdocio en un decenio. Pero muchas de estas denuncias quedaron en la nada o, como se solía hacer, los responsables, sacerdotes u obispos, eran solo cambiados de diócesis.
La última gran denuncia sobre abusos sexuales en la Iglesia, sin embargo, y en este caso no sobre menores sino sobre monjas, la hizo la historiadora y periodista (y feminista) del diario vaticano L’Osservatore Romano donde dirige un suplemento mensual titulado “Donne, Chiesa, Mondo” (Mujeres, Iglesia, Mundo), Lucetta Scaraffia. La periodista escribió un artículo denunciando los abusos sexuales que sufren las monjas, un tema del que se había hablado en otros tiempos pero que luego pasó al olvido. El Papa Francisco le mando un mensaje diciéndole: “Lo sabemos, es verdad, haremos algo”. Pero los abusos contra las monjas no están en discusión en el encuentro de estos días.
A esta denuncia se agregó una bomba en forma de libro del periodista y escritor francés Frederic Martel, presentado esta semana en Roma y traducido a muchos idiomas, que se tituló en italiano “Sodoma” y en inglés “In the Closet of the Vatican”. Martel –que dedicó un capítulo a la Iglesia en Argentina durante la dictadura– sostiene que existe una gran comunidad gay dentro del Vaticano y que la cultura del secreto que ha tratado de cubrir la doble vida de los clérigos está ligada a la cultura de la cobertura de los abusos sexuales de menores. Dos cardenales, el estadounidense Raymond Leo Burke y el alemán Walter Brandmueller, mandaron una carta esta semana a los jefes de las conferencias episcopales que se reunirán en el Vaticano, pidiéndoles que enfrenten y erradiquen la “plaga” de la homosexualidad en la Iglesia.
La reunión en el Vaticano, que concluirá el domingo, pretende ser “un primer paso” en el camino hacia la solución del problema de los abusos sexuales de menores en la Iglesia, según explicó a la prensa el moderador y ex portavoz vaticano, padre Federico Lombardi.
Fue el papa Francisco quien quiso hacer esta conferencia después de haber tomado varias medidas contra los abusos, entre ellas la reciente reducción al estado laical de un cardenal, por primera vez en la historia, el estadounidense Theodore Edgar McCarrick, ex arzobispo de Washington. De la reunión titulada “La protección de los menores en la Iglesia” participan unos 190 exponentes de la Iglesia, entre ellos 114 presidentes de conferencias episcopales de todo el mundo, 14 miembros de Iglesias católicas orientales, 12 religiosos y 10 religiosas de distintas congregaciones. También estarán presentes algunas víctimas que darán sus testimonios, aunque está previsto que cada conferencia episcopal haya escuchado previamente a las víctimas en el propio país.
A todos los participantes se les envió un cuestionario como para poder tener una idea aproximada de lo que ocurre en cada estado y qué idea tiene la Iglesia local de este problema. Entre otras cosas se les preguntó cómo describían la situación de los abusos en su país, cómo lo ha descubierto la gente, cuáles fueron los factores que influyeron en la actitud de la Iglesia y qué prevenciones ha tomado la Iglesia de su país, se explicó en la rueda de prensa de presentación del evento realizada esta semana en el Vaticano.
En el encuentro se espera poder compartir dudas, experiencias y responsabilidades, lo que podría significar un paso adelante en la creación de un sentido común de responsabilidad y un camino por recorrer, se explicó a la prensa ante la posibilidad de que algunos pudieran creer que este evento será la solución definitiva del problema.
Refiriéndose al silencio cómplice, tanto en la sociedad como en la Iglesia, que en muchos países trata de cubrir a los culpables, monseñor Charles Scicluna, arzobispo de Malta y uno de los organizadores del encuentro, comentó en la rueda de prensa: “Debemos romper el código de silencio y hacer de la Iglesia el lugar sano y tranquilo que debería ser. Yo no dejaré jamás de luchar por la seguridad de los niños”. “Debemos hacer todo lo posible, cada uno en su papel, para que la Iglesia sea una casa segura y acogedora para los más débiles”, dijo por su parte el arzobispo de Chicago, cardenal Blase J. Cupich, también miembro del comité organizador.
Desde el punto de vista legal, muchas normas de la Iglesia en este sentido están ya incluidas en el Código de Derecho Canónico –como la responsabilidad del obispo o su negligencia–, otras fueron elaboradas durante el pontificado de Benedicto XVI -la recomendación de denunciar los abusos ante la justicia civil, por ejemplo- y otras por Francisco –como el considerar como un delito la posesión de material pornográfico infantil–. Ahora se trata de formular con claridad esas normas y ponerlas en práctica en los distintos contextos, se explicó. Por lo cual es necesario conocer y aplicar los procedimientos legales de cada nación, creando una suerte de guía para los creyentes que indique no solo el hecho de que es necesario reaccionar ante el crimen, sino cómo implementar la prevención, cómo informar a la población y a las autoridades civiles, etc.
El encuentro, que se realizará en la sala Regia del Palacio Apostólico dentro del Vaticano, abordará tres grandes temas: posibilidades, responsabilidad y transparencia.
El papa Francisco, que hasta ayer estuvo reunido con el grupo de cardenales consejeros con el que abordó también el tema de los abusos, hoy inaugurará el encuentro con los jefes de las conferencias episcopales con un breve mensaje introductorio. Pero el domingo, después de la misa, mantendrá el discurso final de la reunión, en el que se espera que haga una síntesis de los puntos acordados.
El deseo de los organizadores del evento es crear una mayor conciencia y una mayor tutela para los menores, precisaron en la rueda de prensa. Lo que piden las organizaciones de víctimas en cambio –varias de las cuales están ya presentes en Roma y han hecho manifestaciones de protesta en la Plaza de San Pedro– es que “se ponga en práctica la ‘tolerancia cero’, que cada sacerdote culpable sea obligado a dejar los hábitos y que los obispos que han cubierto estos hechos sean expulsados de la Iglesia. Y pedimos además que sea obligatorio para todos los obispos denunciar a las autoridades civiles los casos de abuso”, dijo a los periodistas el estadounidense Peter Isley, quien fue víctima de abusos, y que junto al inglés Peter Saunders, también víctima, forman parte de la Asociación “Ending clergy abuse” (terminar con los abusos de los clérigos). Saunders fue miembro a su vez de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores creada en 2014 por el papa Francisco. Las víctimas piden sobre todo que el Vaticano tome medidas concretas y que el papa emita una suerte de “ley universal” contra la pedofilia, dado que el encuentro demuestra que el problema es mundial.
En los tres días de la conferencia hablarán nueve personas, entre ellas cinco cardenales de distintos continentes (por América Latina el colombiano Rubén Salazar Gómez), una superiora general de una orden nigeriana, una profesora de derecho canónico y una periodista mexicana.