Desde Roma
“Para una persona, siendo católica, lo más difícil es poder hablar sobre el abuso sexual. Yo al principio pensé, voy a ir a la Santa Madre Iglesia donde me van a oír y respetar. Pero lo primero que hicieron fue tratarme de mentiroso. Y darme la espalda y decir que yo y otros, éramos enemigos de la Iglesia”, dijo una de las víctimas, un hombre sudamericano, cuyo mensaje de audio fue presentado ayer a los participantes de la primera reunión mundial sobre abusos sexuales en la Iglesia que inauguró el papa Francisco en el Vaticano. Y prosiguió: “Yo sé que están ahí hablando sobre cómo terminar y cómo empezar de nuevo y cómo reparar este daño. Primero, los perdones falsos, los perdones obligados ya no funcionan. A las víctimas hay que creerles (...). Ustedes que son los doctores del alma, se han convertido a veces en asesinos del alma, en asesinos de la fe”, agregó esta víctima cuyo nombre no fue revelado a la prensa para proteger su privacidad pero cuyo testimonio, junto a otros, emocionaron fuertemente a los participantes, según contaron algunos de ellos en la rueda de prensa informativa que se realizó después de la sesión de la mañana. Y concluyó: “Estamos viendo cada día la punta del iceberg. Cuando la iglesia ha querido que se diga que esto ya terminó, siguen saliendo casos. ¿Por qué? Cuando uno ve un cáncer, uno tiene que tratar el cáncer entero, no solo sacar el tumor. Hay que hacer quimioterapia, hay que hacer radioterapia y otros tratamientos. No se extirpa el tumor y ya, listo (…) Queremos una Iglesia renovada, libre de abusos sexuales (...) Colaboremos con la justicia y extirpemos este cáncer de la Iglesia, que está terminando con ella”.
La voz de una mujer, en este caso de Africa, contó por su parte que desde que tenía 15 años tuvo relaciones sexuales con un sacerdote y que eso duró trece años en los que ella quedó tres veces embarazada y el cura le hizo abortar, simplemente porque él no quería usar ni un preservativo ni un método anticonceptivo. El la ayudaba económicamente pero si ella no quería tener relaciones o se hacía de algún novio, le pegaba. Un tercer testimonio, un hombre de Europa del Este, hoy de 53 años y sacerdote, contó que cuando era adolescente fue abusado por el sacerdote que le enseñaba a leer las escrituras y que ni el obispo ni el nuncio respondieron a sus cartas de denuncia.
“Los testimonios fueron muy honestos, brutales. Después de escucharlos siguieron dos minutos de silencio para meditar sobre lo que habían dicho”, contó a los periodistas el teólogo y psicólogo jesuita padre Hans Zollner, uno de los expertos en abusos sexuales del Vaticano. “Yo quedé muy afectado por los testimonios de las víctimas, todos de distintos continentes –comentó por su parte el moderador del encuentro y ex portavoz vaticano padre Federico Lombardi– No se transmitieron en video sino solo en audio para protegerlos”. “Fuimos todos golpeados por los testimonios de estas voces poderosas, emocionantes”, dijo el arzobispo de Malta, monseñor Charles Scicluna, y esto demuestra que es muy importante escucharlos, subrayó.
La primera sesión de este encuentro mundial que podría dar comienzo a una etapa diferente dentro de la Iglesia, fue inaugurada por el papa Francisco, quien llamó a los participantes a discutir de manera “sincera y profunda” sobre este mal que aflige a la Iglesia y a la humanidad. Pero fue muy claro y enfático cuando dijo “se espera de nosotros no simples y descontadas condenas sino medidas concretas y eficaces” (ver aparte).
El pontífice entregó a los participantes una lista con 21 puntos de reflexión, elaborados a su vez por distintas comisiones vaticanas y conferencias episcopales, como guía de discusión a fin de diseñar un plan para acabar con el problema. Entre estos puntos se destaca la necesidad de elaborar un “vademecum” donde se indiquen los pasos prácticos a seguir en caso de un abuso; crear estructuras para escuchar a las víctimas; crear procedimientos que permitan el examen de las acusaciones, la protección de las víctimas y el derecho a la defensa de los acusados; informar a las autoridades civiles y canónicas del caso; establecer protocolos especiales para las acusaciones contra los obispos. El Papa incluyó también el acompañar y proteger a las víctimas; hacer cursos de formación permanente sobre este tema para obispos, padres superiores, religiosos, clérigos; evitar que sean publicadas las listas de los acusados por parte de la diócesis antes de la investigación y de la condena pertinente; hacer evaluaciones psicológicas de los candidatos al sacerdocio; introducir reglas en este sentido para los seminaristas y candidatos al sacerdocio; formular códigos de conducta obligatorios para clérigos, religiosos, personal de servicio y voluntarios y verificar sus antecedentes penales.
“Los 21 puntos son muy importantes porque son una especie de mapa para guiar nuestra discusión”, dijo en rueda de prensa monseñor Scicluna, que es secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y uno de los organizadores del encuentro sobre “La protección de los menores en la Iglesia”. Hablaremos de estos puntos pero no creo que podamos dar una respuesta a cada uno de ellos en estos pocos días, aunque el Papa insiste en que seamos muy concretos”.
En su intervención ante los prelados, Scicluna destacó la necesidad de hacer un “diagnóstico claro de las causas” para “encontrar remedios eficaces”. Y entre los factores que contribuyeron a dar lugar a la crisis actual mencionó los “procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio, la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios, una tendencia en la sociedad a favorecer el clero y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia”. El exponente maltés pidió actuar “con urgencia” para contrarrestar estos factores.
Otro de los oradores, el cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, destacó que “la falta de respuesta de nuestra parte al sufrimiento de las víctimas hasta el punto de rechazarlas y de cubrir el escándalo para proteger a los abusadores y la institución, ha perjudicado tremendamente a nuestra gente dejando una profunda herida en nuestra relación con ellos a quienes se supone debíamos proteger”.
“No hay ninguna justificación posible para no denunciar, para no desenmascarar, para no afrontar con coraje y firmeza cualquier abuso que se presente dentro de nuestra iglesia”, dijo por su parte el cardenal colombiano Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y presidente del Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano) quien habló por la tarde.
Interrogados en el encuentro con la prensa –que deberá repetirse cada día hasta el domingo, día final de la reunión– sobre si los abusos tienen que ver con el celibato de los sacerdote o con la homosexualidad, el padre Lombardi dijo “que los abusos no tienen que ver con el celibato. Al menos hasta ahora eso no ha salido a la luz”. Mientras monseñor Scicluna respondió que “la homosexualidad de por sí no predispone al pecado, no osaría nunca indicar una categoría para decir que tiene propensión a pecar, todos la tenemos y cada caso es grave en sí”.