Fue uno de los líderes indiscutibles de la recuperación democrática. Su figura ha sido glorificada y demonizada en igual proporción y según las conveniencias políticas del momento. A diez años de su muerte, Caras y Caretas dedica su próximo número, que estará mañana en los kioscos opcional con PáginaI12, a Raúl Alfonsín con un homenaje del que participan políticos, intelectuales y hombres y mujeres de la cultura, la educación y la salud que contribuyeron a pensar la Argentina en democracia.
En su editorial, María Seoane lo recuerda con afecto aunque también con severidad: “Los libros de Max Weber y de Carl Schmitt fueron parte de la bibliografía que devoraba Alfonsín. La comprensión de esos textos no lo salvó de los padecimientos concretos de comandar la política argentina entre 1983 y 1989, cuando le tocó gobernar luego de la mayor tragedia del siglo XX”.
Felipe Pigna sintetiza: “El gobierno de Alfonsín estuvo marcado por grandes avances y retrocesos. Un indiscutido respeto por las libertades civiles, el fomento de la cultura y la educación, un intento de redistribución del ingreso y de promoción de la industria nacional, un nuevo realineamiento internacional en un contexto altamente desfavorable para el progresismo y la promoción del juicio a las Juntas Militares. Los retrocesos: el cambio de política económica a comienzos de 1985 y las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, obtenidas bajo presión militar”.
Desde la nota de tapa, Germán Ferrari traza un retrato a la vez duro y encendido: “El alfonsinismo soñaba con que la unidad nacional se lograra a través de una síntesis entre los dos movimientos nacionales y populares surgidos en la Argentina del siglo XX. Aquellos anhelos se pulverizaron con el paso del tiempo, como el sueño de trasladar la Capital a Viedma-Carmen de Patagones, o las promesas de campaña de democratizar las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial y de derogar el decreto-ley del régimen castrense que regía sobre los medios. La entrega anticipada del poder a Carlos Menem, en julio de 1989, entre hiperinflación, saqueos a comercios y unos quince muertos y decenas de heridos, era la culminación de un sueño que se transformó en pesadilla”.
Claudio Mardones escribe sobre la Junta Coordinadora Nacional, la línea interna de la UCR fundada en 1968, que expresó una clara postura antidictatorial, confrontó con los sectores más conservadores del partido y tuvo una notoria incidencia durante el gobierno de Alfonsín. Acerca de los intelectuales que acompañaron al alfonsinismo, Fabián Bosoer sostiene: “Distintas vertientes de pensamiento y tradiciones políticas tributaron a esa verdadera revolución democrática. Lo acompañaban sus correligionarios de la UCR y compañeros de lucha política del Movimiento de Renovación y Cambio. Veteranos y jóvenes dirigentes del partido a los que se fueron sumando un puñado de figuras provenientes de otros partidos, académicos, intelectuales y economistas de extracción keynesiana”.
Pablo Llonto aborda las políticas de derechos humanos del gobierno de Alfonsín: “El efecto del Juicio a las Juntas despertó ilusiones en amplios sectores de la sociedad. La sentencia demostró que la vía judicial civil era posible. Pese a ello, las Madres de Plaza de Mayo advertían que las absoluciones y los rumores de que vendrían tiempos de impunidad para los oficiales inferiores generarían problemas a la democracia”. Gimena Fuertes escribe sobre los alzamientos carapintadas y Fernando Amato recuerda el asalto al cuartel de La Tablada protagonizado por el Movimiento Todos por la Patria.
La gestión económica del alfonsinismo es analizada por Carlos Boyadjian. Mariano Fabris escribe sobre las presiones de la Iglesia en el trámite legislativo de la patria potestad compartida y el divorcio vincular. Mónica Marquina aborda la política universitaria de Alfonsín. Juan Pablo Cinelli se dedica al estallido cultural que generó el fin de la censura. Y Mariano Beldyk analiza la política exterior del período. Ricardo Ragendorfer aporta una de sus geniales crónicas policiales de época.
También escriben Eduardo Duhalde, León Carlos Arslanian, Marcelo Stubrin, Carlos Altamirano, Mabel Bianco, Ernesto López, Marta Bianchi y Ana Jusid.
El número se completa con entrevistas con Raúl Alfonsín, reporteado en 2003 por Felipe Pigna; Ricardo Alfonsín, entrevistado por Astrid Riehn, y Leopoldo Moreau, por Virginia Poblet.
Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.