El gobierno ha intentado explicar los movimientos en el tipo de cambio, la suba del riesgo país, el crecimiento de las tasas de interés, incluso la pobreza y la desocupación, aduciendo causas principalmente externas (crisis de países emergentes, devaluación del real brasileño, guerra comercial entre Estados Unidos y China, entre otras) e internas (herencia recibida, déficit fiscal, condiciones climáticas). Todas esas explicaciones y los anuncios realizados para solucionar tales cuestiones están sostenidos bajo el paraguas de la teoría económica ortodoxa. 

Esta “teoría”, que los economistas conocemos como “modelo neoclásico” requiere para su compresión que quienes la estudian acepten algunos supuestos implícitos (muchas veces intencionalmente ocultos). Otros supuestos están explícitos, y son parte fundamental de la explicación teórica del modelo. Tomaremos solo algunas para intentar dibujar claramente a que nos referimos. 

Para realizarlo nos basaremos en un trabajo escrito por el FMI en el 2003 (Rogoff y Prasad, 2003) y que Joseph Stiglitz analiza en un trabajo presentado en la revista Desarrollo Económico del IDES, denominado “Liberalización de los mercados de capitales, globalización y el FMI”. En primer lugar, la “teoría”, según el FMI, sostiene que la liberalización de los mercados de capitales (que los fondos de capitales puedan entrar y salir libremente del país) debería ser beneficiosa para el crecimiento económico. No solo el capital si no también el trabajo debería, siempre siguiendo la teoría, liberalizados. La liberalización de todos los factores de producción (Capital, Tierra y Trabajo) es una condición y supuesto que necesita la teoría para explicar los procesos económicos.

La teoría presenta supuestos muy fuertes: 1) información perfecta (todos contamos con el total de la información del mercado disponible); 2) competencia perfecta (muchos vendedores y muchos compradores, no hay oligopolios ni monopolios); 3) mercado de capitales perfectos (no hay ningún “jugador del mercado” que pueda alterar por si solo a los rendimientos del mercado, es decir, no hay posibilidad de arbitraje). 

Ninguno de estos tres supuestos se cumple. Es decir, en la economía mundial, pero principalmente en la argentina, la información no es perfecta, la competencia no es perfecta (existen oligopolios y monopolios) y los mercados de capitales no son perfectos (existen jugadores –bancos– con poder de arbitraje para intervenir).

La teoría neoclásica sostiene que el libre mercado eleva el bienestar. Sin embargo, dado que los mercados y la competencia son imperfectos y la información es limitada, toda la teoría se desploma y sus resultados esperados se imposibilitan. Pero no solo los resultados esperados no se alcanzarán, ya que se parte de supuestos irreales, sino que las consecuencias sobre el consumo, lo producido y el crecimiento son nocivas para los países en vías de desarrollo. Y esto ocurre por varios motivos, que ni el FMI ni el gobierno de cambiemos, toman en cuenta. Siempre siguiendo a Stiglitz:

1. Para sostener el modelo basado en la libre entrada y salida de capitales, se necesita muchas veces subir la tasa de interés para sostener en el país a los capitales externos y evitar la salida de capitales. Estas elevadas tasas conspiran con la inversión productiva y el empleo. 

2. La alta volatilidad de las tasas (subas y bajas abruptas) multiplican y encarecen el costo del financiamiento, y presenta una ineficiencia en la asignación de recursos. 

3. Como los capitales de corto plazo son miopes, fuerza al gobierno a tomar medidas de política económica miopes. Es decir, necesitas responder con políticas de corto plazo a decisiones de los mercados de corto plazo. Por ende, se requiere recortes del gasto público aduciendo una necesidad de reducir el déficit (para pagar interés que el propio modelo encareció), sin preguntar cuál es el retorno social de esos gastos. 

4. Dado que la volatilidad financiera se mantiene alerta por la salida de capitales en poco tiempo, el gobierno debe contar con una gran cantidad de reservas por si “cambia el humor” de los inversionistas de corto plazo. Pero tener esas reservas inutilizadas es un costo de oportunidad altísimo para las empresas que requieren fondos para inversión productiva, sumando altos costos de financiación para la producción y generando ineficiencia.

Se podría preguntar entonces, ¿por qué se insiste con las recetas de esta “teoría” si no existe ni evidencia empírica ni supuestos cumplidos que garanticen los resultados? Dos motivos parecen explicarlo: ideología e intereses. La ideología neoliberal y los intereses de los mercados financieros presionan para la aplicación de una receta basada en una “teoría” sin evidencia que la sustenten.

* Economista UBA.