La primera sensación cuando uno escucha Granola tropical, el disco de los rosarinos Monos Maravilla es que tiene el nombre perfectamente elegido. Son canciones como cereales estallados, con frutas y listos para meterse en cualquier comida (o bueno, en cualquier auricular). Hay algo de feliz sorpresa en la propuesta del grupo, que tiene un sentido del humor notable y que parte del tango para abrevar en el folklore, el bolero, la bossa nova y, sobre todo, en el jazz. O quizás sea al revés y salgan de ahí para llegar luego al tango. El sexteto presentará su placa esta noche a las 21 en Café Vinilo (Gorriti 3780) y, anticipa su pianista y compositor Fabián Adell, también estarán presentando algunos temas inéditos, con la cantante Jimena de la Barra como invitada.

  De los 14 temas del disco, una docena pertenecen a Adell, quien en diálogo con PáginaI12 define el abordaje del grupo en general y de su labor compositiva en particular como “de música urbana, ciudadana”. El pianista se referencia en el tango pero, aclara, “en el de los ‘70 en adelante”. Y destaca la influencia del jazz, del Ástor Piazzolla de esa etapa y de otros artistas, como Dino Saluzzi. “Viene por ahí la cosa, más que del tango tradicional, y también aparecen músicas brasileñas que tienen gran conexión con ese sonido de principios del siglo pasado”, explica. Por ejemplo, cuenta que al choro –ritmo tradicional del Brasil– sus propios intérpretes lo llamaban “el tango brasileño” por sus elementos en común. “La búsqueda que tenemos es que sea una música en la que confluyan distintas líneas sudamericanas, con las influencias que unen esos géneros”, plantea Adell. Ahora, por ejemplo, tienen en carpeta “Trigal”, del legendario Sandro.

  “Creo que la identidad del grupo pasa por mi forma de arreglar y por el sonido que se da por el hecho de que haya percusión, violín, bajo eléctrico, bandoneón”, reflexiona el pianista. En el disco todo esto queda claro desde el primer minuto. Tanto que los temas más notoriamente “tangueros” (cuando no tangos clásicos) llegan bien avanzada la segunda mitad de la placa. “Los pusimos al final porque nuestro fuerte es la música instrumental”, explica el compositor. 

  En cuanto al sentido del humor, central en el grupo, Adell cuenta que siempre le gustó jugar con ese aspecto. Así aparecen temas como “No se puede vivir sin queso”, “Quién se choreó mi caipirinha” y “Apurate que cierra el coreano”, uno de los cortes que más satisfacciones le dieron a su compositor, que lo vio versionado por otras bandas de su ciudad donde, explica, a los supermercadistas orientales se los intuye oriundos de ese país y no de China, como en Buenos Aires. Al cabo, no importa qué pasaporte ostente quien venda la cerveza en el supermercado, ni quien se llevó el trago veraniego. Lo que importa es ponerle play al disco.