PáginaI12 En Italia
Desde Roma
“Como miembro de la Iglesia, pienso en todas las atrocidades, la mediocridad, la hipocresía que nos han conducido a este momento de crisis y de vergüenza. ¿Por qué hemos callado por tanto tiempo?”. La pregunta la hizo ayer, en el tercer día del Encuentro sobre abusos sexuales en la Iglesia que se hizo en el Vaticano desde el jueves, una de las tres mujeres invitadas como expositoras, la monja nigeriana Verónica Openibo, superiora general de la congregación Sociedad del Niño Jesús.
“Los abusos sexuales generaron una crisis que ha disminuido la credibilidad de la Iglesia... es inquietante que muchos acusen a la Iglesia de negligencia”, agregó, y trajo a colación el caso de la denuncias hechas en Estados Unidos por el diario Boston Globe –que sintetizó la película Spotlight– sobre casos de abusos de parte de sacerdotes y los encubrimientos por parte de las autoridades de la Iglesia que constantemente transferían a los autores de esos males a distintas parroquias o diócesis como solución. “No tenemos que esconder estos hechos por miedo a equivocarnos. Creemos que estar en silencio hará pasar la tempestad. Pero así la tempestad no pasa. Tenemos que afrontar el problema y buscar la curación de las víctimas”, añadió.
Según la superiora Openibo, “todos los responsables, sin importar el grado que tengan dentro de la Iglesia, deben recibir las mismas penas por los abusos (…) El hecho de que se trate hoy de una persona anciana (recién acusada ahora pero que hizo los abusos cuando era joven), o que tenga un alto nivel en la jerarquía eclesiástica, es un motivo inaceptable para no condenarlo” . “¿Es verdad que la mayor parte de los obispos no ha hecho nada sobre los abusos? Algunos han hecho, otros no, por miedo de ensuciarse” y, según Openibo, entre las medidas por tomar están, como primer paso, “hacer públicos los abusos y hacer público lo que la Iglesia ha hecho en esos casos”, en cada diócesis elaborar una política de tutela de los menores que sea aplicada de modo evidente y eficiente, incluso publicadas en Internet, hacer públicos los nombres de los culpables, dar una formación sobre la sexualidad en los seminarios y conventos, formar personas para asistir a aquellas que han sufrido de abusos. “Los ciegos, los que se callan, los que no quieren ver, tienen que recuperar la vista”, concluyó.
Valentina Alazraki, escritora y periodista desde hace más de 40 años en el Vaticano, la tercera mujer invitada a hablar en esta conferencia, se concentró en la necesidad de una buena comunicación entre la Iglesia y la prensa para fomentar la “transparencia”, el tema del que se hablaba hoy en el encuentro. “Si ustedes están contra quienes cometen abusos o los cubren, entonces estamos del mismo lado. Podemos ser aliados, no enemigos. Los ayudaremos a encontrar las manzanas podridas y a vencer las resistencia para alejarlas de aquellas sanas. Pero si ustedes no deciden de modo radical de ponerse del lado de los niños, de las madres, de las familias, de la sociedad civil, tienen razón de tener miedo de nosotros periodistas, que queremos el bien común, porque seremos sus peores enemigos”, dijo al comenzar su discurso ante los 190 participantes y el papa Francisco. Y añadió “En estas cuatro décadas de trabajo en el Vaticano he visto de todo. Tantas veces tuve que escuchar que el escándalo de los abusos era culpa de la prensa, que era un complot de ciertos medios para desacreditar a la Iglesia”, pero “creo que no se debe echar la culpa a los medios por haber revelado los abusos o informado sobre ellos. Los abusos contra los menores no son charlatanerías, son crímenes”. La transparencia “ayudará a luchar incluso contra la corrupción política. Todos los corruptos ocultan algo. A menudo el secreto está ligado al abuso de poder. El que abusa quiere ocultar algo negativo o corrupto”, recordó.
Después de tres días de discusión en este encuentro sobre “la protección de los menores”, muchos de los participantes se preguntan si se tomarán medidas concretas. Entre ellos el cardenal Reinhard Marx, presidente de la conferencia episcopal alemana. “Dada la urgencia del tema, las medidas más importantes deben ser puestas en acción inmediatamente”, dijo, luego de haber estado reunidos por una hora y media con víctimas de abusos. “Ellos (las víctimas) dicen que en la Iglesia se habla mucho pero luego se hace poco. Y creo que a veces tienen razón”. Como participante en esta conferencia estaré atento para que las palabras se transformen en hechos”, subrayó. Interrogado luego en la rueda de prensa de balance –que se ha hecho cada día del encuentro– sobre un estudio realizado en 2014 en Alemania para tratar de entender cuáles eran los factores que facilitaban los abusos y que menciona la manipulación de cierta información, el cardenal reconoció que cierta documentación a veces “no era considerada oportuna en ciertos casos”, casi dando a entender que no se decía toda la verdad por conveniencia. “Pero yo, desde hace años, cuando llega un nuevo sacerdote, quiero ver todo, su historia personal y sacerdotal. No basta que me digan ‘es un buen muchacho’. Quiero ver todo”.
Si en algo coincidieron los expositores del viernes fue en la necesidad de decir la verdad como único camino pero no perder la credibilidad. “Debe haber justicia, hay que reparar estos daños y evitar la cultura del silencio. No siempre hemos actuado como se debía y pedimos perdón por eso. Debemos prestar atención a los pedidos de ayuda que nos llegan. Tenemos que decir toda la verdad. Eso será un gran paso adelante”, dijo a los periodistas el jesuita venezolano Pedro Arturo Sosa.
El arzobispo de Malta, monseñor Charles Scicluna, por su parte, que es miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, máximo organismo vaticano en materia de fe y quien lleva adelante eventualmente las investigaciones canónicas contra los abusadores, dijo que su congregación está preparando un “vademecum” –del que ya había hablado el papa Francisco con todas las indicaciones, donde y cómo hacer denuncias, donde y cómo se hace un proceso, etc.– que se dará a conocer dentro de poco. Y como necesidad urgente señaló la creación de un “servicio de escucha”, es decir una suerte de oficina –que sea públicamente conocida– donde las víctimas puedan ir a hacer sus denuncias y recibir asistencia. En dos diócesis italianas, Bolzano y Bergamo, ya existe una oficina de este tipo, contó padre Federico Lombardi, el moderador del evento y ex portavoz de la Santa Sede.
El encuentro termina hoy domingo con una misa y un discurso del papa Francisco, que ha creado mucha expectativa.