Ya operado el cierre de listas de candidatos para las elecciones provinciales, quedó más en claro que el peronismo tiene -por lo menos- el ancho de bastos para estos comicios pero que dependerá de cómo lo juegue y de cómo venga la mano con las barajas. A fines del año pasado, cuando el gobernador Miguel Lifschitz, enojado por las trabas que tuvieron sus intentos reeleccionistas, amenazó con presentar un candidato para competir con Antonio Bonfatti; el Frente Progresista dudaba de la conveniencia de tener o no internas para gobernador.

Más tarde, en Cambiemos se partió el PRO entre Federico Angelini y Roy López Molina y todo hacía preveer una interna con José Corral. Ahí otra vez el socialismo creyó que si los otros dos frentes se sometían a las Paso en la categoría mayor, iba a quedar en desventaja respecto de las expectativas del electorado. Finalmente, el dedazo de la Casa Rosada puso las cosas en orden y Corral no tendrá competencia.

Sólo quedaba por resolver la situación del peronismo que recién se despejó sobre el cierre oficial de listas en la frenética medianoche del viernes pasado. Una vez confirmadas las candidaturas de Omar Perotti y María Eugenia Bielsa, el peronismo pasó de la euforia que suponía tener la interna más atractiva a la sensación de ser el único frente político que deberá empeñar tiempo y esfuerzos para ver quién es su candidato; mientras Bonfatti y Corral ya van a estar debatiendo públicamente sobre la provincia que viene y exponiendo sus proyectos para tentar al electorado.

Mucho se ha hablado de la "interna estratégica", pero Perotti-Bielsa no es lo mismo que Agustín Rossi versus Alejandra Rodenas. La última gran contienda interna del PJ en Santa Fe fue la que dirimió los lugares en la lista de diputados nacionales para el 2017. Ahí fue donde empezó el proceso de unidad del peronismo provincial de la mano de ese gran arquitecto que fue Ricardo Olivera, que lidió con los egos de uno y otro sector.

Rossi y Rodenas confrontaron levemente para pasar enseguida a apoyarse mutuamente y posicionarse en la elección general. Antes que nada, no era un proceso interno para cargos ejecutivos. Y segundo Rodenas hacía su debut en la arena política. La situación de Perotti y Bielsa es totalmente distinta y ambos tienen el carácter y la trayectoria suficiente como para ver que  no será fácil que el perdedor de la compulsa acompañe al ganador para retener votos de uno y otro lado.

Bielsa fue la primera en admitir públicamente que no quería las internas. Incluso arriesgándose a que le señalaran su temor a la derrota. "No hay internas estratégicas para cargos ejecutivos. Las internas son internas y siempre son desgastantes y terminan personalizando la confrontación", le dijo a los suyos. Y por eso en el único encuentro que mantuvo con Perotti le pidió que bajara su postulación. Y el senador nacional salió de la reunión diciendo que la arquitecta sería "una buena candidata a intendenta de Rosario". Cada uno había montado en su equino y el choque sería inevitable.

La unidad del peronismo llegó hasta ahí, más no se pudo avanzar. Es gracioso escuchar los lamentos kirchneristas por haber cerrado un acuerdo con Perotti. Muchos desconocen que en las 20 Verdades Peronistas, hay una -la número 21- no escrita que ordena: "No perderás". Y eso fue lo que vio Cristina Fernández de Kirchner cuando intercedió en el proceso electoral santafesino. La ex presidenta sabe que sólo con el kirchnerismo no alcanza (por eso está a punto de reunirse con Eduardo Duhalde y Hugo Moyano) y el resto del PJ, con excepciones, sabe que sin el kirchnerismo no se gana.

El sector de Perotti es el que ofreció mayores garantías a los acuerdos y eso se nota claramente en la conformación de la lista oficial de candidatos a diputados provinciales. De hecho, de las ocho listas de precandidatos a ese cargo legislativo que presenta el peronismo, siete respaldan la candidatura de Perotti y sólo una nómina responde a la candidatura de Bielsa.

De entre todas las listas, la oficial que encabeza Leandro Busatto tiene las mejores chances pero sin garantías de superar a la del líbero y experimentado Luis Rubeo que sólo pidió poder competir por adentro. Vetado por Bielsa que lo puso en la vereda de enfrente cuando la desplazó en la presidencia de la Cámara de Diputados y con poca relación con Perotti, el ex presidente de la Cámara baja provincial supo abrirse su propio camino y aspira a ser el ganador de la interna peronista en esa categoría.

El problema del kirchnerismo santafesino no es Perotti. El problema es que no tiene un solo jefe y no pudo consensuar un candidato único. Es evidente que el peso de Agustín Rossi en el espacio es muy superior al de Marcos Cléri, que fue el tuvo que bajar su postulación a gobernador después de casi un año de campaña. La Cámpora nunca hizo mucho pie en Santa Fe y el Movimiento Evita se quedó sin lugares en esta negociación y por eso presentó una lista propia con Lucila De Ponti a la cabeza. Muy claro, sobre todo para los peronistas, que la única verdad es la realidad.

Del lado de Perotti también hay críticas por el acuerdo con el kirchnerismo, pero el senador nacional logró lo que quería: que la fórmula que encabeza no tuviera referencias explícitas a ese sector político.

Con todo, el kirchnerismo está en todos lados. Bielsa se despegó violenta e intencionalmente de Cristina Fernández de Kirchner al señalar que si hubiera aceptado la oferta de la ex presidenta, "hoy estaría desfilando por Comodoro Py", o la más explícita "en política no hay que robar", como disparó en una convocatoria de Nuevo Encuentro dejando a todos pasmados. A pesar de eso, no son pocos los kirchneristas dispuestos a votar a Bielsa por encima de Perotti. Una cosa son los acuerdos y la militancia orgánica. Otra muy distinta el votante que adhiere a una corriente.

Lo que sí está claro es que ninguno de los dos perderá mucho tiempo en criticar al gobierno nacional (Perotti nunca lo hizo de manera vehemente), y se concentrarán ambos en la coincidencia más profunda que tienen: la necesidad de desplazar al socialismo del poder en Santa Fe. Como Perotti, Bielsa tampoco quiere espantar a los macristas arrepentidos que puedan variar en su opción electoral.

En el Frente Progresista y en Cambiemos hubo dos actores clave que cotizaron muy bien el hecho de deponer sus aspiraciones políticas. El gobernador Lifschitz se quedó sin la posibilidad de ser candidato a la reelección pero le cedieron el armado de la lista de diputados provinciales que él mismo encabeza y donde colocó a gran parte de su gabinete.

Y en Cambiemos Federico Angelini se quedó sin la posibilidad de enfrentar a Corral pero se reserva para sí un lugar en la futura lista de diputados nacionales y puso a la cabeza de la nómina provincial al concejal Gabriel Chumpitaz. En política ni los triunfos ni las derrotas son definitivos.