Hora de hablar de controversias: aborto, ideología de géneros, pedofilia, entre otros temas de irritación general. Jorge Leiva, de 54 años, hombre simpático, transmite sinceridad. La iglesia a veces no inspira confianza y confieso que poco antes de verlo a Leiva en la iglesia de San Antonio, en Gualeguay, Entre Ríos, me jugaba en contra el bajón de ver por segunda o tercera vez a la película Philomena (2013), de Stephen Frears, donde una mujer (Judi Dench) pasa 50 años buscando un hijo ilegítimo que siendo ella adolescente le fue arrebatado y vendido en adopción en EE.UU. por monjas en Cork, Irlanda.
El padre Leiva tiene un discurso claro en estos tiempos complicados en la iglesia Católica. Es cura en una parroquia de Gualeguay, en la iglesia de San Antonio, un templo espectacular. Nacido en Galarza, es músico, cantor, guitarrero. Compuso una Cantata a los Santos Latinoamericanos, que incluye una pieza muy bonita dedicada al obispo Enrique Ángel Angelelli (1923-1976), religioso asesinado por los militares durante la última dictadura. Es hombre leído y conocedor de la historia religiosa del país. Se mueve con facilidad por su diócesis de Entre Ríos. No me ha sido frecuente entablar largo diálogo con un cura católico, si bien discutía los sermones con un cura protestante, anglocatólico, en la Universidad en Inglaterra. Siendo vecino interesante, a Leiva había que conocerlo.
Ingresó al seminario de Gualeguaychú a los 15 años. “Mi campo de acción es aquí,esta zona. En otros casos puede ser que un obispo necesite un misionero en otra diócesis u otro país. Por ejemplo, el superior de todos los jesuitas en Japón es un sacerdote que nació en Larroque, aquí nomás, el padre de Luca. Antes de terminar su última etapa vocacional quiso estudiar en Japón. Aprendió inglés y mientras seguía sus estudios filosóficos y teológicos aprendió japonés”.